La Maldición Del Lobo

...En las sombras más oscuras, encontramos la fuerza para brillar con luz propia y enfrentar cualquier desafío que la vida nos depare....

^^^ೃ⁀➷ ׂׂૢ ೃ⁀➷ ׂׂૢ ೃ⁀➷ ׂׂૢ ೃ⁀➷ ׂׂૢ ೃ⁀➷ ׂׂૢೃ⁀➷ ׂׂૢ ೃ⁀➷ ׂׂૢ ೃ⁀➷ ׂׂૢ ೃ⁀➷ ׂׂ^^^

Bellatrix:

Una vez que pongo los huevos en su territorio, los superviso para asegurarme de que todo salga bien. Saliendo de mi bodega subterránea, un lugar de sombras y secretos, envío un mensaje a un socio en el mundo exterior. "Necesito dos pumas, ambos hembras. También necesito un tigre albino, hembra." Los necesito para mis planes.

Mis guardaespaldas, sombras silenciosas en la noche, me siguen mientras me subo a mi camioneta, arranco el motor y me dirijo a una tienda de autos. La tienda de autos es un paraíso de acero y cromo, lleno de autos de todas las formas y tamaños, motos que brillaban bajo las luces fluorescentes.

Pero mi vista se centra en un Chevrolet Camaro negro con luces rosadas. Es una bestia de auto, lujoso y poderoso, con un rugido que podía hacer temblar la tierra. Las luces rosadas le dan un toque de misterio y peligro, como los ojos de un depredador en la oscuridad.

También me fijo en una moto blanca con luces rosadas. Es una belleza, lujosa y elegante, con un brillo que la hace parecer un fantasma en la carretera. Después de pensarlo un poco, decido comprar otro Chevrolet Camaro, pero esta vez en negro con luces rojas. Es un auto digno de un mafioso de alto rango, lujoso y amenazante, con un rugido que podía hacer temblar los cimientos del mundo.

Foto de Chevrolet Camaro de bellatrix:

Foto de la moto de bellatrix:

También compro una moto roja con negro, una bestia de la carretera que rugía como un dragón. Es un regalo para Ezekiel, el Pulgoso. Espero que le guste, y si no, no tiene más opción que aceptarlo.

Foto del regalo de ezekiel:

Foto de la moto de regalo de ezekiel:

Subo a mi moto blanca con luces rosadas y arranco, dejando atrás la tienda de autos. Pido a mis guardaespaldas que lleven mi auto al garaje de mi hotel y que ayuden con el otro auto y la moto. Me dirijo a toda prisa hacia la mansión de Ezekiel, deteniéndome solo cuando llego a su destino.

Mi guardaespaldas deja el auto y la moto cerca y le pido que descanse. Decoro el auto con un moño y luego grito a todo pulmón para que Ezekiel baje.

__¡Ezekiellllll!, __grito, mi voz resonando en la quietud de la noche.

La noche era una manta oscura, cubriendo todo a su paso. me encontraba frente a Ezekiel y sus gorilas. Sus armas apuntaban hacia mí, pero no sentía miedo. Solo levanté una ceja y volví mi atención a Ezekiel.

__Dile a tus gorilas que no me apunten así, __gruñí. Ezekiel pareció molesto, pero antes de que pudiera responder, se escuchó el click de una de las armas. En un abrir y cerrar de ojos, saqué mi arma. Era una belleza dorada, con mi nombre grabado en ella. Apunté al guardaespaldas que había osado amenazarme.

__Créeme, si decides disparar, no quedará nada de ti. Tú decides, soy más rápida que tú, __dije con una sonrisa fría. Ezekiel, con un gesto de su mano, hizo que su guardaespaldas bajara su arma__. Ella es mi socia, __dijo Ezekiel, tratando de sonar despreocupado. Solo puse los ojos en blanco y guardé mi arma.

Luego, agarré de la camisa a Ezekiel y le mostré el carro y la moto que le había comprado. __Son para ti, como muestra de... ¿mi generosidad?, __me burlé de mí misma. Señalé el Chevrolet Camaro negro con luces rojas que había comprado para él. Ezekiel parecía impresionado, tanto que ni siquiera se movió.

Reí y dije, __¿Qué pasa, Ezekiel? ¿Te dejé sin palabras? __Ezekiel se recuperó y respondió con una sonrisa torcida__, No, solo estoy pensando en cómo voy a devolverte el favor. __Ambos reímos, aunque la tensión seguía presente.

Ezekiel se subió al Camaro y arrancó el motor. El rugido del motor llenó el aire y no pude evitar sonreír. Ezekiel comenzó a hacer maniobras con el carro, derrapando y acelerando con una habilidad impresionante.

La noche estaba en su apogeo, las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos y el aire fresco soplaba con una intensidad que hacía que mi cabello volara detrás de mí. Ezekiel acababa de salir de su auto, su figura alta y musculosa se destacaba contra el brillo de las luces de la ciudad.

Me acerqué a él, mis ojos se encontraron con los suyos y una sonrisa desafiante se dibujó en mi rostro. __¿Qué te parece si tú y yo nos enfrentamos en una carrera de motos? __Le pregunté, levantando las cejas para convencerlo. Podía ver la sorpresa en su rostro, pero también un destello de emoción. Después de un momento de silencio, asintió__. Está bien, Bellatrix. Acepto tu desafío.

Subí a mi moto blanca con luces rosadas, mientras que Ezekiel se subió a su moto negra con detalles rojos. Ambos arrancamos, la adrenalina llenaba el aire mientras acelerábamos por las calles de la ciudad, pasando entre los autos con maniobras nunca antes vistas. Ezekiel me llevaba la delantera, pero no iba a dejar que eso durara. Aceleré aún más, alcanzándolo y chocando mi puño con el suyo en un gesto de camaradería y rivalidad.

Nos detuvimos en una carretera oscura y solitaria. Me estiré en mi moto, mirando a Ezekiel quien me observaba como si fuera una presa. __Sea lo que sea que esté pasando por tu cabeza, te recomendaría que no lo hagas, ¿de acuerdo? __Dije, riendo. Nunca antes me había sentido tan viva, tan llena de energía. Pero había algo en esta sensación que no me gustaba, algo que me hacía querer odiar a Ezekiel. Pero él no cooperaba conmigo, siempre me observaba como si fuera una presa, siempre desafiándome.

nuestras motos ronroneando suavemente a nuestro lado. La tensión de la carrera había desaparecido, reemplazada por una atmósfera de diversión y rivalidad.

__¿Sabes qué, Bellatrix? __Comento Ezekiel, cruzándose de brazos y apoyándose en su moto__. No entiendo cómo siempre logras rebasarme. He estado en más carreras de las que puedes contar y aún así, siempre logras superarme.

Su tono era de frustración, pero había una sonrisa juguetona en su rostro. No podía evitar reírme ante su drama. __Tal vez deberías dejar de subestimarme, Ezekiel, __le respondí, dándole un codazo amistoso__. Quizás entonces podrías tener una oportunidad de ganar.

Ezekiel soltó una risa, sacudiendo la cabeza. __Eso es lo que más me frustra de ti, Bellatrix. Siempre encuentras una manera de hacerme reír, incluso cuando estoy enojado contigo.

Ezekiel me tomó del cuello, su rostro estaba tan cerca que podía sentir su aliento en mi oído. __A que no me alcanzas hasta mi mansión, te veo allá, tortuga, __susurró, una sonrisa juguetona en su rostro. Con eso, arrancó su moto y se fue, dejándome sola en la carretera.

Pateé el suelo con un gruñido. __¿Y este pulgoso quién se cree? __Dije frustrada. Sin perder más tiempo, arranqué mi moto y la llevé a toda velocidad, intentando sobrepasar al pulgoso de Ezekiel.

La tensión entre nosotros era palpable mientras nos enfrentábamos en una carrera de rivalidad. Las luces de la ciudad pasaban como un borrón mientras acelerábamos por las calles, cada uno intentando superar al otro. Finalmente, llegamos a la mansión de Ezekiel, ambos exhaustos pero llenos de adrenalina.

__Joder, me he cansado. Rivalizarte cansa, __dije en tono de burla mientras me bajaba de mi moto y me estiraba, mirando a Ezekiel con una sonrisa burlona__. ¿Qué pasa, Ezekiel? ¿No puedes seguir el ritmo?

Ezekiel soltó una risa, sacudiendo la cabeza. __Tú siempre tienes que tener la última palabra, ¿verdad, Bellatrix? __Dijo, su tono era de diversión y rivalidad__. Pero no te preocupes, la próxima vez seré yo quien gane.

__Bueno, fue un gusto poder rivalizarte en esta carrera, Pulgoso, __dije con una sonrisa, intentando ocultar el cansancio que se apoderaba de mi cuerpo.

Él asintió con respeto y ordenó a sus guardaespaldas que se encargaran de sus vehículos. Mientras tanto, yo estacioné mi moto en el garaje del hotel, con la mente aún revoloteando entre la euforia de la victoria y la incertidumbre del futuro.

Al subir las escaleras hacia el cuarto de mis padres, sentí un nudo en el estómago. Sabía que algo importante estaba a punto de suceder. Al tocar la puerta, recibí el permiso para entrar y me encontré con ellos haciendo las maletas.

__¿Para dónde van, mis queridos padres?, __pregunté, tratando de ocultar mi inquietud detrás de una sonrisa forzada.

Mi madre me abrazó con ternura y explicó: __Vamos a la manada, hijita. Recuerdas la mansión que teníamos en el bosque, en nuestro territorio? Bueno, vamos para allá. Nos necesitan.

A pesar de mi intento por mantener la calma, el nombre de Ezekiel resonó en mi mente como un eco ominoso. La sombra de su presencia amenazaba con oscurecer incluso los momentos más felices.

Papá me miró con preocupación y agregó: __Estaremos pendientes de ti, hija. Y más con ese Ezekiel pisándote los talones. No quiero que le hagan daño a mi princesita.

Traté de tranquilizarlos con palabras de valentía, aunque mi corazón latía con fuerza dentro de mi pecho. __No se preocupen por mí. Estaré bien. Soy fuerte y tengo a mi grupo a mi lado, __les aseguré, aunque una parte de mí dudaba de mis propias palabras.

Con un abrazo lleno de cariño, nos despedimos y los vi partir en la camioneta que los llevaría de regreso al bosque, a su territorio, donde la manada los esperaba con ansias.

Observé cómo se alejaban, sintiendo un torbellino de emociones en mi interior. La partida de mis padres marcaba el inicio de una nueva etapa en mi vida.

Una vez que mis padres se fueron, me sumergí en la tarea de ordenar su cuarto. Los recuerdos de momentos compartidos inundaban cada rincón, y cada objeto que recogía parecía llevar consigo una historia propia. Sin embargo, la nostalgia se desvaneció ante la necesidad de mantenerme ocupada, de desviar mi mente de los peligros que acechaban en las sombras.

Una vez terminado, me dirigí a mi suite, dejándome caer pesadamente en la cama. El agotamiento físico y mental me envolvía, y pronto me sumí en un sueño profundo. Sin embargo, lo que vino a continuación fue todo menos reparador.

En mi sueño, me vi corriendo por los callejones oscuros de la ciudad, el sonido de mis propios pasos resonando en mi mente como un eco de terror. Dos trocas monstruosas surgieron por delante, bloqueando cualquier posible escape, mientras otra aparecía por detrás, acorralándome aún más.

Ezekiel emergió de una de las trocas, apuntándome con un arma mientras su mirada fría me perforaba hasta el alma. Miré hacia arriba y vi un avión en el cielo, con Vincenzo apuntándome desde su interior. __Te llegó el jodido final, __gritó Ezekiel con ferocidad, su voz resonando en mi mente como un eco distorsionado de muerte.

__Eres una traidora, __añadió Vincenzo con desdén, su voz cargada de veneno y resentimiento. Sin comprender completamente lo que estaba sucediendo, mi instinto de supervivencia se activó y desaté mi magia para protegerme, creando una barrera mágica de hielo que me rodeaba con fuerza sobrenatural.

El sonido de los disparos resonaba en mis oídos, pero la barrera de hielo me protegía, resistiendo cada embate con tenacidad. Sin embargo, la sensación de miedo y confusión me invadía, nublando mi juicio y llenando mi corazón de angustia.

De repente, me sobresalté en la cama, mi cuerpo empapado en sudor frío. El cuarto estaba envuelto en una extraña capa de hielo, como si mi pesadilla se hubiera materializado en la realidad. Chasqueé los dedos para deshacer el hechizo, observando con incredulidad cómo el hielo se derretía y desaparecía.

Me levanté de un salto, consciente de que ya era de mañana. Me di unas leves palmadas en la cara para despertarme por completo, tratando de sacudirme los últimos vestigios de la pesadilla que me había atormentado.

Decidida a dejar atrás el horror de la noche, me dirigí directamente a mi bañera. Los vapores cálidos del agua me envolvieron, proporcionándome un refugio temporal contra el frío de la realidad. Me sumergí en el agua, dejando que los jabones perfumados acariciaran mi piel, llevándome lejos de los terrores de la noche y hacia la calma relativa de la mañana.

Una vez que me limpié la espuma y envolví mi cuerpo en una suave toalla, enfrenté mi reflejo en el espejo con una mezcla de fascinación y terror. Aunque mi rostro estaba marcado por la tensión y el miedo, no podía evitar sonreír ante la imagen de mi aparente perfección. Me peiné con cuidado, mis manos acariciando los mechones azules de mi cabello, mientras aplicaba una crema hidratante en mi piel, su fragancia delicada envolviéndome en una sensación de calma.

Las cremas de skin care que usaba eran una combinación de productos naturales y mágicos, cuidadosamente seleccionados para mantener mi piel suave y radiante. Una de mis favoritas era una crema a base de extracto de rosa y aceite de jojoba, que proporcionaba hidratación profunda sin dejar sensación grasosa. Otra era una loción de aloe vera y manzanilla, perfecta para calmar la piel después de un día lleno de tensiones y peligros.

Después de cuidar mi piel, me dirigí al armario en busca de la ropa adecuada. Opté por una combinación audaz: ropa interior roja, simbolizando mi determinación y pasión, seguida de un vestido rojo adornado con detalles intrincados. El vestido tenía tirantes finos y un diseño asimétrico, con adornos de lentejuelas que creaban patrones circulares y líneas fluidas. Los flecos colgantes añadían un toque de movimiento y misterio a mi apariencia. Completé el conjunto con unas sandalias de cuerdas rojas que se envolvían seductoramente alrededor de mis piernas.

Foto del vestido:

Una vez vestida, salí del hotel, recibiendo miradas de admiración y envidia a mi paso. Me dirigí hacia el garaje, donde mi moto aguardaba ansiosa mi llegada. Con determinación, arranqué el motor y me dirigí hacia mi cuartel de espías, mi mente enfocada en la tarea que me aguardaba.

Al llegar, noté las miradas furtivas de mis chicas, pero no dejé que eso me distraiga. Me encaminé hacia mi oficina y prendí la computadora, listándome para sumergirme en la investigación que tenía entre manos.

Investigar a Ezekiel era como adentrarse en un laberinto oscuro y retorcido. Con cada clic del ratón, descubría nuevas capas de su oscuro pasado y sus crímenes contra las brujas. Torturas, asesinatos, un odio profundo hacia las mujeres... la lista de horrores era interminable.

Pero entonces, una pregunta se abrió paso en mi mente: «¿Por qué, si tanto odia a las mujeres, tiene tantas chicas en su empresa?» Era una contradicción desconcertante, una pieza del rompecabezas que no encajaba en el oscuro retrato que estaba pintando de Ezekiel.

Mientras continuaba mi investigación, una sensación de inquietud se apoderó de mí. Había algo más detrás de la fachada de este hombre, algo más oscuro y retorcido de lo que yo había imaginado.

Mientras me sumergía en la investigación sobre Ezekiel, tratando de desentrañar los hilos de su oscuro plan, mi fiel guardaespaldas Chiara se acercó a mí con una expresión de urgencia en el rostro. __Jefa, hay algo que está tramando Ezekiel. Hace poco compró una cabaña en el Bosque Oscuro. Según los informes, es para acabar contigo, __susurró Chiara, entregándome un archivo azul que contenía la información sobre la compra de la cabaña.

Agradecí a Chiara con una sonrisa, aunque mi corazón se aceleraba con la revelación. __Gracias, linda. Pero tranquila, siempre las protegeré. Sé que son mis guardaespaldas, pero no quiero que les pase nada. Son como mis hermanas, y no permitiré que nada les ocurra, __aseguré con determinación, levantándome de mi asiento y apartando un mechón de cabello que caía sobre su rostro.

__Me encargaré de ello personalmente. Ezekiel se cree muy listo, pero sin mí, no podrá hacer nada, __añadí con una sonrisa de confianza, decidida a enfrentar cualquier amenaza que se interpusiera en nuestro camino.

Antes de que Chiara pudiera responder, mencionó la llegada de la empleada a la que había prometido ayudar a mejorar sus habilidades de equilibrio. Recordé la joven con cabello negro ondulado y ojos oscuros que había conocido anteriormente, y asentí con una sonrisa de complicidad.

__Sí, recuerdo. Pero no le pregunté su nombre, __admití con una leve sonrisa, mientras Chiara abría la puerta de mi oficina para dejar entrar a la chica.

Ella entró con una mirada tímida pero determinada. Tenía el cabello negro ondulado que caía en cascadas sobre sus hombros, sus ojos oscuros brillaban con curiosidad y su piel era de un blanco nacarado que contrastaba con el tono oscuro de su cabello. Vestía con sencillez pero elegancia, con una blusa blanca y una falda negra que resaltaba su figura juvenil.

Foto de zoe:

__Un gusto, señorita. Me llamo Zoe. Me alegra volver a verla, __dijo con una voz suave pero segura, revelando una confianza que me sorprendió gratamente.

Sonreí con sinceridad y le hice un gesto para que se sentara frente a mí. __También es un gusto poder verte nuevamente, Zoe, __respondí, sintiéndome inspirada por la determinación y el coraje de esta joven.

Sabía que, a pesar de su corta edad, tenía un potencial increíble y estaba decidida a ayudarla a alcanzarlo.