Volverá... y los que la hicieron sufrir lloraran
Estoy corrigiendo los errores de los capítulos de a poco. Si encuentran algún fallo, me avisan, por favor. Gracias por la paciencia.
Te invito a pasar por mi perfil y leer mis otros escritos. Esos ya están terminados.
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14 - QUE ESPERE EN LA RECEPCIÓN
Buenos días, señor Vázquez.
- Buenos días, Nena. ¿Cómo estás?
- Bien. Contenta. Entusiasmada por empezar a trabajar.
- Bien por eso. ¿Pudiste leer algún manual?
- Algo leí. Empecé por el más gordo. El de la calefacción central.
- ¿Y por dónde vas en la lectura?
- Ya lo terminé. A ese y varios más.
Los ojos del anciano se abrieron con sorpresa.
- ¿Los leíste todos?
Katrina respondió con gesto compungido.
- No todos. Me faltaron dos.
-¿Y entendiste algo?
- Casi todo. Lo que no entendí lo anoté para preguntarle hoy.
El hombre sintió dentro suyo crecer la admiración por la chica. A él le había costado varios días leerlos y varios más entenderlos.
- iSos una genio!
- Ni tanto. Si así fuera habría captado más.
-A ver: Contame qué fue lo que no entendiste.
- Acá: este circuito: No entendí la utilidad de esta pieza...
De esa manera se enzarzaron en una animada conversación que duró toda la mañana.
En la residencia Martínez, Micaela se arreglaba meticulosamente para ir a K Plaza para dejar un currículum vítae. Acomodó su largo cabello en un moño alto y retocó por última vez su maquillaje.
Se miró en el espejo de cuerpo entero y le gustó lo que vio: Su perfectamente bien cuidada figura estaba cubierta por un traje sastre entallado que destacaba los lugares clave. Completaba Su atuendo una camisa blanca con unos volados en el frente que le daban un aire inocente a la Vez que profesional.
Sonrió a su imagen pensando en el impacto que tendría en Eduardo cuando la viera.
Se colocó los tacones y tomó la carpeta que contenía su magra historial laboral. No estaba preocupada por esto. Sabía que sería contratada, pues Mabel se lo había prometido.
Se dirigió a la salida. El sonido de sus tacones resonaba como disparos en el silencio de la residencia. Estaba a punto de abrir la puerta cuando la voz de su madre la detuvo.
- ¿Ya salís?
- Sí, mamá. Ya me voy.
- Pero, son las ocho de la mañana.
- No quiero ir muy tarde para no generar una mala impresión en el Señor Gómez
- Eso está bien. Hay que cuidar los detalles.
- Me voy ya, mamá.
- Que te vaya muy bien, hija.
- Gracias, Ma.
Micaela salió apurada. El chofer ya la esperaba con el motor del automóvil encendido, así que pusieron inmediatamente rumbo a la empresa.
Media hora después, la mujer bajaba del auto en la entrada principal del edificio. Sus tacones resonaron en la vereda, llamando la atención de los transeúntes. Había que reconocer que la chica poseía una belleza despampanante, de esas que hacen que los hombres se giren a mirarla. Entró en el edificio e instantáneamente fue el foco de atención de todos los presentes. Se dirigió a la mesa de entradas y se presentó ante la empleada.
- Buenos días. Mi nombre es Micaela Martínez Honor. Vengo a ver al señor Eduardo Gómez.
La recepcionista la miró son ninguna expresión en el rostro. Simplemente le pregunto:
- ¿Tiene cita previa?
- No. Pero…
La secretaria la interrumpió.
- Lo siento mucho, señorita. Tengo órdenes estrictas de no permitir a nadie ver al señor Gómez si no tiene cita previa.
Micaela sonrió, aunque por dentro estaba furiosa.
- Puede llamar a Eduardo y preguntarle.
- Disculpe. No puedo hacer eso. Pero voy a llamar a su asistente. Veremos qué dice él.
La recepcionista no era estúpida, así que no tomó la decisión de cerrarle el paso por sí misma. Por eso decidió pedir instrucciones a su superior.
Luego de un par de timbrazos, alguien contestó del otro lado del intercomunicador.
📠 ¿Diga?
📠 Señor Guillermo: Aquí se ha presentado una señorita que dice llamarse Micaela Martínez y solicita ver al Señor Gómez.
📠 No me figura ninguna Micaela Martínez en la agenda.
📠 Parece conocer al Jefe. Me pidió que le consultara.
📠 Usted sabe que sin cita no hay entrevista. El Señor Gómez es un hombre ocupado.
📠 Lo sé, Señor Guillermo. Pero no me atreví a tomar ninguna determinación sin consultar antes.
📠 De acuerdo. Pregúntele por qué asunto quiere verlo.
La empleada miró a la mujer parada frente a ella y le preguntó:
- El Secretario del Jefe pregunta cuál es el motivo por el que quiere la entrevista.
Micaela hizo un gesto de fastidio.
- Dígale que no es su asunto. La señora Mabel, La madre de Eduardo, me arregló esta entrevista.
La recepcionista, aunque seguía sin demostrar sus emociones en el rostro, ya se estaba cansando de la visitante.
📠 Señor, Dice que…
📠 ¡Ya escuché! Que espere en recepción. Voy a preguntarle al Jefe.
- Señorita: tome asiento mientras el asistente hace las averiguaciones pertinentes.
Sin otra opción, La mujer se sentó en uno de los cómodos sillones de la entrada. Sacó su teléfono de la cartera y se puso a jugar con él. Estaba terriblemente tentada de escribirle un mensaje a Mabel para contarle la situación y así acelerar el trámite. Pero eso arruinaría la perfecta imagen que estaba creando de ella, por eso decidió esperar.
- Señor Gómez… Disculpe la interrupción.
- Adelante Guillermo. ¿Qué pasó?
- En la recepción hay una mujer: Micaela Martínez. Dice tener una cita con usted arreglada por su madre.
El empresario lanzó un sonoro suspiro. Era el colmo: ni siquiera en su trabajo estaba a salvo de las maquinaciones de su progenitora. Aunque la amaba muchísimo, este tema lo tenía cansado.
- Seguro que viene a traer un currículum. Recíbaselo y preséntelo en personal. Dígale que la empresa le comunicará el día de la entrevista.
- Sí, Señor.
El secretario estaba por retirarse cuando el hombre le habló.
- Guillermo…
- ¿Algo más, Señor?
- Bajo ninguna circunstancia deje que se acerque a mí. No importa lo que ella diga.
- Así se hará. No se preocupe, Señor.
El secretario se dio vuelta y salió del despacho del director, dirigiéndose hacia el ascensor para encontrarse con esta no invitada.
Bajó los sesenta y seis pisos, molesto por la interrupción. No era como si no tuviera nada que hacer, pero debía perder el tiempo recogiendo una simple hoja de vida, algo que cualquier cadete podría hacer perfectamente. Caminó los pocos pasos entre el elevador y la recepción y le preguntó a la secretaria por la incordiosa invitada. La mujer le señaló hacia los sillones y él se dio vuelta a mirar.