NovelToon NovelToon
La Casa Donde Aprendí A Odiarme

La Casa Donde Aprendí A Odiarme

Status: Terminada
Genre:Completas / Amor de la infancia / Autosuperación / Apoyo mutuo
Popularitas:1.3k
Nilai: 5
nombre de autor: VickyG

"La casa donde aprendí a odiarme" es una novela profunda y desgarradora que sigue la vida de Aika, una adolescente marcada por la indiferencia de su madre y la preferencia constante hacia su hermano. Atrapada en una casa donde el amor nunca fue repartido de forma justa, Aika lidia con una depresión silenciosa que la consume desde dentro. Pero todo empieza a cambiar cuando conoce a Hikaru, un chico extraño que, sin prometer nada, comienza a ver en ella lo que nadie más quiso ver: su valor. Es una historia de dolor, resistencia, y de cómo incluso los corazones más rotos pueden volver a latir.

NovelToon tiene autorización de VickyG para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 13: Las cosas que no sabíamos decir

Aika no entendía por qué, pero el día siguiente se sentía diferente. Caminaba con un leve impulso, como si algo dentro de ella se hubiera soltado. No era felicidad —esa palabra le parecía demasiado grande todavía—, pero sí una especie de alivio, como si por fin pudiera respirar sin tener que pedir permiso.

Y lo más raro: tenía ganas de ver a Hikaru.

Lo encontró esperándola en el mismo lugar, apoyado contra la pared con una expresión distraída, como si estar ahí fuera lo más natural del mundo. Cuando sus ojos se encontraron, Aika sintió que el pecho le temblaba de una forma que no sabía explicar.

—Hoy sí dormiste, ¿no? —preguntó él al verla.

—Un poco… soñé con cosas que no recordaba hace años.

—¿Cosas buenas?

Ella asintió, aunque una parte de ella aún temía creer que merecía recordar cosas bonitas.

Pasaron la mañana entre clases, notas compartidas, risas bajitas y miradas que duraban un poco más de lo necesario. Pero cuando sonó el timbre del recreo, Hikaru no dudó en decirle:

—Ven, quiero que vayamos a un lugar tranquilo.

Aika lo siguió sin preguntar. Caminaron por un sendero detrás del instituto, hasta llegar a una pequeña colina con vista al río. Era un lugar escondido, silencioso, casi mágico.

Se sentaron sobre el pasto, uno al lado del otro, y por unos minutos solo observaron el agua fluir. Entonces, sin mirarla, Hikaru habló:

—Mi mamá me dejó cuando era niño. Dijo que se iba por un tiempo, pero nunca volvió. Mi papá se volvió un hombre frío… siempre está trabajando, como si tenerme fuera una carga que decidió ignorar.

Aika lo miró sorprendida. Él nunca había contado eso.

—Yo... creí que tú lo tenías todo —murmuró.

—¿Y tú? —preguntó él, suavemente—. ¿Quién eras antes de volverte esta Aika fuerte y sarcástica?

Ella tragó saliva. Era difícil responder, pero él le estaba entregando una parte de sí. Así que ella también lo hizo.

—Una niña que quería ser vista —dijo con los ojos clavados en el cielo—. Que intentaba sacar buenas notas para que su madre le sonriera. Que escribía cartas a su abuela muerta porque era la única que la había amado como era. Que… que lloraba sin hacer ruido por miedo a que se burlaran.

El silencio que siguió no fue incómodo. Fue íntimo. Casi sagrado.

—Yo te veo, Aika —dijo Hikaru, con la voz más seria que nunca—. No solo te miro… te veo.

Ella bajó la vista, sintiendo que algo dentro de ella quería romperse otra vez, pero esta vez no de tristeza… sino por el alivio de ser comprendida.

—Gracias —susurró.

Volvieron caminando al instituto con pasos lentos, como si no quisieran regresar al mundo real. Aika notaba que sus hombros ya no estaban tan tensos, que su risa salía más fácil, que estar cerca de él era como estar en un lugar seguro.

Ese día, cuando regresó a casa, su madre seguía en silencio, como si todo lo que había pasado días atrás no hubiera existido. Pero Aika no se sintió atrapada. Subió a su cuarto con una sonrisa extraña, de esas que aparecen cuando uno empieza a creer que quizá puede estar bien.

Al día siguiente, en el instituto, todo pareció cambiar.

Luna apareció con una energía distinta. Demasiado intensa. Se sentó al lado de Hikaru, intentó hacer bromas forzadas, reír demasiado fuerte, interrumpir cada momento entre él y Aika.

—¿Van a ir al festival el viernes? —preguntó Luna, fingiendo naturalidad—. Podríamos ir los tres.

—Tal vez —respondió Aika, mientras cruzaba una mirada con Hikaru.

—O podríamos ir tú y yo primero —dijo Luna, dirigiéndose a Hikaru y tomándole del brazo.

Él se soltó con educación, pero con claridad.

—Prefiero ir con Aika.

Luna apretó los labios, pero no dijo más. Y a partir de ese momento, supo que algo había cambiado. Ya no era solo una sospecha. Era una certeza: Hikaru se estaba alejando de ella. Y se estaba acercando a la persona que menos soportaba.

Esa tarde, Aika e Hikaru volvieron al parque. El mismo lugar donde habían hablado días atrás.

Se sentaron bajo un árbol. El cielo estaba cubierto de nubes suaves y el aire olía a tierra húmeda. Todo se sentía suspendido, como si el mundo esperara algo.

—No pensé que alguien como tú pudiera importar tanto —dijo Aika, con voz baja—. Me acostumbré a que la gente se fuera o me ignorara.

—Y yo no pensé que me importara tanto alguien que tenía miedo hasta de respirar —respondió Hikaru.

Se miraron. Por primera vez, sin filtros. Sin máscaras. Él se acercó un poco, apenas unos centímetros. Ella sintió el corazón martillándole las costillas. Nadie se movía. Nadie hablaba.

Los ojos de Hikaru bajaron a sus labios. Y entonces, también los de ella.

Fue como si todo se detuviera. Como si el viento guardara silencio para no interrumpir.

Estaban a punto de besarse.

A punto de que todo cambiara.

Pero antes de que sus labios se encontraran…

…la escena se quedó congelada en ese suspiro contenido.

Y el capítulo terminó.

1
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play