Vuelve

Paola, cariñosamente apodada como doña bruja por Jason, está esperando a que salga Santino, para almorzar juntos, acomodaba su traje para lucir lo más atractiva posible, pero no se esperaba que Santino saliera acompañado con altos mandos ejecutivos, pero él sostenía caballerosamente a una dama tan importante como influyente en el mundo de los negocios. Paola fue ignorada en su totalidad. Los guardaespaldas estaban formando un cordón a los lados, pero todos ellos tienen por cabeza a Jason.

Paola sintió un terrible malestar, el amor de su vida sostiene a otra mujer, quien la vio muy complacida al recibir el brazo de Santino. Si bien es cierto Santino es el presidente del grupo, esa mujer es la segunda al mando por qué es dueña de una gran empresa, los dos son magnates, y están juntos en muchos proyectos comerciales y sociales. Hoy, todos los altos mandos unen sus esfuerzos para ayudar a Unicef con el envío de alimentos y medicinas, esa decisión la tomó esa mujer y todos hombres que la acompañan, aceptaron dar una mano.

Terminado el almuerzo ejecutivo, Santino se siente conmovido, mientras es acompañado por Jason, ve una tienda dedicada a la venta de ropa y accesorios para bebés. Santino pasó de largo, pero lleva su mano al pecho. Él también siente un ligero malestar, siguió sintiendo ese mal hasta llegar a su oficina, de inmediato busca por internet tiendas que venden cosas para bebés y en un catálogo se enamoró de un par de patucos azules, no lo pensó dos veces, busca su billetera y de ella saca su tarjeta y lo compra. No sabe por qué lo hace, pero se siente sentimental.

- “Algún día vendrá el mío… ¿Cuándo será?... Espero que este problema se arregle, hacer las paces con mi esposa y planificar una familia. Pero, Paola, ¿Qué hago con ella?” – Santino tiene la mente llena de tormentas, la primera es la traición de Belice, el segundo es el trámite de divorcio, el tercero es Paola, y el último en acoplarse es su deseo de ser papá. Está reunión lo dejó marcado con esa necesidad de tener su propio hijo. Para aliviar su carga emocional llama por teléfono a su mamá.

- Familia Casiraghi. Buenos días ¿Con quién desea hablar?

- Soy Santino, necesito hablar con mamá.

- Joven Casiraghi, la señora lo atenderá en breve.

A los pocos segundos Stella atiende la llamada.

- ¡Aló! Hijo mío.

- Mamá. Acabo de terminar con una reunión y no me siento bien. Por eso te llamo.

- Cuéntame hijo. – muestra total disposición como toda madre.

- La presidenta Cristina Lavado perdió su hijo hace poco, y nos ha reunido para apoyar con donaciones mensuales a Unicef.

- Lamento tanto por lo sucedido a Cristina. Debe estar muy mal.

- Ella intenta sobrellevar el duelo, sonríe, pero por dentro está hecha pedazos.

- La comprendo bastante bien.

- El haber prestado atención a sus palabras y las imágenes que mostró en la pantalla, me han revuelto la cabeza.

- Estás sensible ¿Quieres que vaya a verte?

- Voy casa, mamá. No me siento bien.

- Está bien, te espero en casa.

Santino se fue a casa, antes de tiempo por lo que Paola estaría esperando hoy por las puras a la hora de salida. Una vez en casa, Santino se dejó caer en el sofá mientras su madre pidió té y unos pastelitos para acompañar. Doña Stella toma las manos de su hijo.

- Cuéntame, ¿Qué sientes hijo?

- Mamá, Raúl vino a visitarme y terminamos discutiendo.

- ¿Raulito ha venido? – está contenta de que su amigo haya vuelto del extranjero. - ¿Cómo así que discutieron?

- El preguntó cómo iba con mi matrimonio, le dije la verdad y le mostré las fotos. Luego me advirtió que, si el juez pedía las pruebas de la infidelidad, mandaría a peritaje las fotos, y yo quedaría con un triste payaso. De castigo de tiró tres puñetazos, estoy maquillado gracias a la ayuda de mi secretaria

- ¿Cómo pudo tratarte así?

- Mamá, él es abogado. Sólo miró con detenimiento una foto y me dijo eso. Lo de los puñetes, en parte me lo busqué.

- ¡Podre de mi niño! – está asombrada por lo como quedó la cara - Así que a Raúl le bastó una foto.

- Si Raúl me dijo eso, es porque algo hay en ella. Y para que me diga que terminaré como un triste payaso…

- Eso sólo puede significar una cosa, que la foto haya sido montada.

- Mamá, si las fotos han sido trucadas, debería hablar con Belice y pedirle disculpas.

- Habla con pruebas en mano, manda a revisar las fotos y esperemos el resultado del peritaje. Lo que yo podría hacer para ayudarte es que tú padre y yo podríamos intentar hablar con los Delgado y explicarles que las pruebas de infidelidad puede que hayan sido manipuladas. Que si pudieran esperar el resultado del peritaje.

- He tratado mal a Belice, he desconfiado de ella ¿Tú crees que me perdone?

- La herida es muy fresca, hablando bonito y con paciencia, mostrando las pruebas de las mentiras, el matrimonio es salvable, siempre y cuando ella acepte escucharte.

- Mamá, ¿Te gustaría un nieto?

- Sí, claro que sí. Un nietecito hace falta o nietecita, da igual. – Doña Stella se emociona. – La descendencia será bienvenida.

Ella abraza efusivamente a su hijo.

- Mamá, ten en cuenta que tengo que trabajar mucho para salvar mi matrimonio antes de planificar la familia.

- Lo sé. Tu padre y yo sabremos esperar.

Por otro lado, Raúl habla con sus tíos, la tía ya sabe por qué otra razón viene Raúl y lo malcría con galletas caseras.

- Sírvete, Raulito. Las preparé apropósito.

- Gracias, tía. Quiero hablar con mi tío también.

- Ya va a bajar. Come las galletas, las pobrecitas se van a enfriar.

- ¿Belice cómo va?

- Tiene que acostumbrarse a su nueva condición. El primer trimestre no es fácil para ninguna mujer.

- Ya veo. Menos mal no soy mujer.

Raúl devora las galletas hechas en casa. Comía mucho de ellas de chico, en estos momentos vuelve a su niñez, y no sólo las galletas, sino también la leche con ese toque especial que doña Débora tenía. Don Honorato baja las escaleras justo cuando Raúl mete en boca la última galleta.

- Cariño, huele rico a galletas. Quiero una cuantas.

- Lo siento cariño, si no hubieras demorado tanto, tendrías algunas.

- ¿Qué pasó con las galletas? – Está en modo serio.

- Se las comió Raúl.

- ¿Todas? – Le quiere dar patatús.

- Estaban tan ricas, tío, daba pena dejarlas enfriar.

- Pareces estómago sin fondo. Y lo que más envidio es que no engordas.

-Mis bichos tienen hambre. He venido porque tengo algo decirles.

- Muy bien Raúl te escuchamos, pero de castigo harás las galletas para mí.

- ¡Prometido!

- ¿Qué es lo que tienes que decirnos? – se sienta cómodamente en el sillón.

- Pues las fotos que Paola presentó a Santino son todas montadas.

- ¿Fotos? ¿Montajes? ¿Paola? ¿Cómo sabes eso? – don Honorato está algo irritado.

- Conozco Santino desde la universidad. Fui a visitarlo e investigar el asunto de Belice, y el mismo me mostró las fotos.

- ¿Qué dijo el imbécil ese? – aún sigue irritado.

- Está dispuesto a pedir perdón y salvar el matrimonio.

- ¡Que bueno! Eso quiere decir que va a haber reconciliación. – Doña Débora está feliz.

- ¡Ninguna reconciliación! Tiene que probar de su propia medicina, humilló nuestra hija y la botó como un perro y le hizo firmar el acuerdo de pre divorcio.

- Pero que se amisten por el bien del bebé. - la señora Débora le preocupa la situación.

- Quiero que Santino sufra primero, luego le ayudo a la reconciliación. - el padre ya sentenció.

- Conociendo a Santino, puede que se valga el acuerdo de pre divorcio sea una estrategia para poder lidiar con Paola, ahora que sabe la verdad de que las fotos son montadas.

- ¡Patrañas! Santino es un parásito y punto. No volverá a ver a mi hija. Mucho menos le permitiré conocer su hijo.

-Tío, voy a investigar a Paola, si ella es la que ha presentado fotos falsas y fue tan cruel de hacer público su cuento falso, algo oculto tiene, muy aparte de destruir el matrimonio Casiraghi...

- ¿Algo más que decir aparte del parásito? - corta la conversación el tío.

- No tío, eso es todo.

- A lo prometido, ¡mis galletas! – fue una orden.

Raúl fue a la cocina y se puso a preparar galletas bajo la supervisión de la tía.