¿Está cansada de asistir a reuniones familiares y eventos sociales completamente sola? No espere más. ¡Novios Print es su solución! Modelos exclusivos y de edición limitada. ¡Adquiéralo ya! Restricciones aplican. «Completa»
NovelToon tiene autorización de Sara Wells para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
2.3
Carrie caminaba sosteniendo la mano de Aidan con un puchero permanente en su rostro desde el desayuno. Ella se había esmerado preparando un delicioso desayuno americano para que Aidan simplemente se limitara a comer una tostada con jalea, alegando tener malestares estomacales. Carrie se preguntaba el origen de aquellos síntomas, ya que Aidan no había probado bocado la noche anterior.
Se encogió de hombros empujando las puertas del auditórium de la preparatoria. No tenía sentido continuar torturando a su pobre mente con las rarezas de su novio. Lo único que importaba en ese momento era deslumbrar a sus amigas y matar de celos al idiota de Paul.
Aidan estudió con interés a los adolescentes que lo miraban estupefactos, en especial, al que no lo miraba a él sino a Carrie. Instintivamente la tomó por la cintura, indicándole a todos esos mocosos que ahora ella formaba parte de sus pertenencias, y que nadie pondría un pie en su territorio.
Y he ahí en acción, otro de los efectos de la pócima: celoso, al extremo.
Maldición.
—Wow, ¿este es el novio del que nos platicaste, Carrie? —Madison interrogó acercándose a la pareja.
Carrie asintió con la cabeza mirando discretamente a Paul.
—Carrie —masculló entre dientes Aidan—, no estoy pintado, ¿sabes? No me gusta la forma en la que miras a ese sujeto.
—¡Cielos! —chillaron las adolescentes con una expresión soñadora—. Tú novio gruñó, Carrie.
—Es tan lindo, ¿siempre gruñe de esa manera? —preguntó Madison llevándose las manos al pecho.
—No soy un perro —espetó Aidan frunciendo el ceño.
—No —respondió Carrie—, conmigo solo ronronea.
Las chicas soltaron una ruidosa carcajada que resonó en todo el auditórium.
—Pero no más que ella —agregó Aidan con astucia—, anoche por ejemplo…
Ahora, el grupo dejó escapar una exclamación horrorizada, provocando un sobresalto de vergüenza en Carrie.
Ella agarró firmemente el brazo de Aidan y comenzó a arrastrarlo a las butacas cerca del pódium. Lo obligó a sentarse, y colocándose las manos en la cintura le lanzó una mirada inquisidora.
—¿Por qué hiciste eso? —musitó la chica—. Se supone que tienes que ayudarme con mis amigas, no avergonzarme ante ellas.
Aidan se cruzó de brazos entrecerrando los ojos.
—Tú ni siquiera nos prestas atención a nosotros. Desde que entramos no dejas de ver a tu ex —reclamó ofendido.
—Bueno, tú tampoco me tienes muy contenta que digamos —replicó bajando su tono, su voz hacía un poco de eco—. Te preparé el desayuno y tú no te molestaste en probarlo.
—Ay, con un demonio. Ven —gruñó Aidan tirando de su brazo, atrayéndola incómodamente a su regazo—, reconciliémonos —sugirió besándola con exigencia.
Carrie apoyó sus manos en el respaldo de la silla, luchando por convertir ese beso arrebatador en uno más cálido y amable. Le daba la razón a Aidan en que no debían pelear por tonterías, les restaban menos de tres días juntos y no desperdiciaría su tiempo en darle celos al estúpido de Paul. Había sido egoísta olvidando sus nuevos objetivos, que incluían la estancia placentera y los deseos de Aidan.
Se separaron al escuchar algunos suspiros a sus espaldas, siendo las amigas de Carrie los barítonos entonadores de semejante melodía.
La rubia sonrió escondiendo su rostro en el cuello masculino. La descripción que le dieron de Aidan Haynes en la agencia era un poco diferente a la que él presentaba hasta el momento, razón por la cual dedujo que ella en verdad era de su agrado.
El ensayo del acto de graduación inició, arrancando a Carrie de sus brazos y devolviéndola a los de su ex-novio. Aidan observaba con una expresión aburrida a los alumnos subiendo a la tarima, simulando recibir su título y saludar a las autoridades correspondientes. El ensayo del acto intermedio animó un poco la situación, ya que la cantante principal del coro era realmente buena.
Frunció el ceño, notando la mirada taciturna que Carrie le dedicaba a la joven vocal. Quizás eran amigas y estaban peleadas por algún desacuerdo en técnicas de maquillaje. Aidan le restó importancia a las chicas y su mirada se deslizó de nuevo al ex-novio de Carrie, la necesidad de conocer los motivos de su rompimiento nació en su interior. Carrie repitió en innumerables ocasiones que lo había dejado por idiota, pero no especificaba una razón en concreto.
Carrie se levantó de su asiento y se dirigió de nuevo a Aidan, anunciándole que el ensayo había terminado y que podían marcharse.
Salieron de la escuela sin decir palabra. Aidan se preguntó si Carrie continuaba enojada por su arrebato de celos, sin embargo las dudas se disiparon al momento en que ella lo tomó de la mano, sonriéndole con energía renovada. Sus mejillas erubescentes resaltando el brillo inocente de sus ojos, habían regresado.
—Aún no tengo vestido para la fiesta —informó Carrie arrugando los labios—. Además, tú también necesitas un traje. ¿Quieres ir de compras?
Aidan asintió ladeando una sonrisa, entre más rápido terminaran sus diligencias pendientes en la calle, el tiempo para regresar a casa se acortaría y entonces Carrie tendría que cumplir con su promesa. La bendita poción de Jared había despertado al lobo lujurioso en su interior, sin embargo su conciencia seguía funcionando, gritándole que estaría mal tomar a esa inocente criatura en tales circunstancias.
Carrie se soltó de su agarre, adelantándose unos metros para comprar una paleta helada y un globo con la figura de un osito. Aidan se preguntaba si el violento palpitar de su corazón ante esa imagen, era producto del hechizo de Jared o de la magia encantadora de Carrie.
Carrie subió a la orilla de una fuente en medio del parque que atravesaban y llamó a Aidan desde la distancia. Él se acercó levantando la mirada para tener un mejor ángulo de ella, ya que desde esa posición era unos centímetros más alta que él.
—Carrie, ¿de verdad quieres hacer el amor conmigo?
Carrie rió por lo bajo chupando su paleta, sin algún indicio de duda en su respuesta.
—Sabes, yo terminé con Paul porque no quería tener relaciones con él. Aunque también le atribuyo parte de la culpa por presionarme demasiado —se encogió de hombros—, nunca deseé estar con él de esa manera. A ti no conozco y tampoco puedo darme el lujo de conocerte a la perfección porque el tiempo transcurre para separarnos, sin embargo mi fugaz romance contigo perdurará en mis recuerdos a través de los años…, vivirás en mí después de haberte marchado, dejarás una hermosa huella imborrable en mi cuerpo, haciéndome recordarte siempre como aquel hombre que fue creado por la magia de mi ingenuidad para ser únicamente mío.
Carrie lo abrazó del cuello dejando caer su paleta al piso, y con ella se derritieron las pocas neuronas que lo conectaban a la realidad. A partir de ese instante se dejaría arrastrar por su propia mentira, olvidándose de quién era en realidad: un maldito oportunista, que dentro de tres días sería el mismo estudiante de leyes corrupto e infeliz que engañaba a todo mundo incluyendo a su familia.
—Está bien, ya no preguntaré más. Cuando estemos en tu casa, en tu cama, te haré mía.
La cruda advertencia de Aidan, hacía eco en sus oídos estremeciendo cada célula de su cuerpo. No sabía si daría la talla con ese hombre, pero estaba más que dispuesta a averiguarlo.