Isabell Janssen es una hermosa mujer de 24 años, hija de una importante familia en Nashville y esposa del director de Multinational Bank DN, ha preparado todo para celebrar su aniversario de bodas y darle a su esposo el mejor regalo. Pero su esposo tenía otros planes, dos cuerpos semidesnudos en el sofá, es lo que Isabell encontró cuando se apresuró a buscarlo en su oficina. ‘A veces el amor dura y otras veces en cambio, duele mucho’, ella creyó tenerlo todo, pero esa misma noche lo perdió; se enfrentó a los recuerdos que la aprisionaban en la tristeza y frustración para poder levantarse y darse una nueva oportunidad.
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Capítulo 13. El pañuelo.
Capítulo 13. El pañuelo.
Aventurarse a explorar el mundo puede ser una experiencia inolvidable que te ayude a redescubrirte a ti misma, a abrir tu mente y hacerte crecer. Viajar sola no es fácil, caminar por las calles o cualquier otro lugar de una ciudad que no es la tuya te hace sentir un enorme temor que se apodera de hasta la mujer más valiente, es abrumador sentirse tan inseguro y vulnerable, al principio eres una persona introvertida que solo disfruta del hermoso paisaje a través de la ventana de la habitación de un hotel. Pero, conforme pasa el tiempo y te das cuenta de que, si eliges el lugar correcto puede resultar reconfortante.
Lejos de los encantos de la vida nocturna, del bullicio y de la presión social, Isabell se dejó llevar por el encanto singular de una pequeña ciudad con cierta influencia alemana donde la naturaleza en su estado más puro, la calidez de las personas, la vida tranquila y sin prisas le permitieron encontrar esa paz emocional que tanto necesitaba.
Al principio no fue fácil, una mezcla de sentimientos se apoderaba de su corazón, se encontraba desesperada por alejar todos los recuerdos que se aferraban con fuerza a su mente, deseaba olvidar, dejar de llorar, ser la misma mujer de antes, pero, algunas cosas se toman su tiempo, más de lo que uno quisiera. Daba igual qué día de la semana era, si se quedaba dormida en el sofá o en la habitación, si permanecía en pijama o se duchaba. El cansancio la hacía cerrar los ojos inconscientemente, después de mantenerse observando por horas el lugar vacío a un lado de ella. Al principio se negó a responder las llamadas de sus padres, sabía que intentarían salvarla, decirle que todo estaría bien, y, de cierta forma sus palabras la aliviaban, pero ella solo quería estar sola, llorar su pena, aún no estaba lista para dejar de llorar. Pasó mucho tiempo para sentirse lista, pero logró reponerse, poco a poco levantó las alas.
Disfrutó por tres meses de la paz que le trasmitían las montañas de Grindelwald, un pueblo suizo, fue ahí donde se llenó de vitalidad, esa que la estimulaba a mantenerse de pie todos los días. Después de ese tiempo, se estableció en Berna, una pequeña ciudad situada en la meseta suiza. Ha permanecido lejos de su familia, de amigos y de su ciudad natal por más de dos años. Ahora, su hermana mayor, Khloe, está en espera de su primer hijo, anhela que su hermana esté junto a ella compartiendo con ella su dicha, Isabell es consciente de que debe regresar, pero por ahora, debe atender otros asuntos.
Con una taza de té en la mano, observa desde la ventana trasera de su lujoso departamento con arquitectura medieval el puente Nydeggbrücke que atraviesa el río Aar. Afuera, hay poco tráfico, la nieve en la ciudad es mucho más húmeda y esponjosa; de repente, el sonido de una alarma de auto llamo su atención, camina descalza hasta la ventana frontal, hay una multitud en la calle, se coloca las botas de nieve que están cerca del sofá y sale con curiosidad al balcón abrazando sus propios brazos a causa del frío. Una mujer ha llamado la atención de las personas que están a su alrededor, arremete con furia hacia un ostentoso auto negro estacionado en el edificio de enfrente. Usa su bolsa para golpear el parabrisas una y otra vez, un hombre mayor se acerca para intentar detenerla, pero ella lo evade y continúa con su ataque, hay personas grabando la escena, tremendo espectáculo está dando por la mañana. Se detiene un momento, busca desesperada en el interior de su bolso, ha encontrado algo, desde el piso en que está su departamento no logra diferenciar qué es, lo que la mujer hace sorprende a muchos, logra ver a algunos curiosos cubriendo sus bocas con una mano por las acciones de la mujer, parece estar rayando la perfecta pintura que cubre el lujoso auto.
Isabell sonríe lastimosamente, le da pena esa extraña mujer porque, está segura de que algo debió pasarle para que ella reaccionara de esa forma. Regresa al interior del departamento tras escuchar el tono de llamada de su celular.
- ¡Hola! – Saluda emocionada.
- Hola\, amiga. – Responde Elaine al otro lado de la línea. - ¡Felicidades!
- Gracias\, amiga. – Responde Isabell\, es su cumpleaños número 27 y por tercera vez lo pasará alejada de su familia.
- Bell\, ¿cuándo… no has considerado volver? Han pasado tres años desde que te fuiste. – Comenta sentimentalmente Elaine.
- Prometo hacerlo pronto. – Responde Isabell\, durante los últimos meses ha pensado en volver a Nashville\, extraña a su familia y amigos. – Te hablo luego\, ¿sí? – Tras despedirse de Elaine\, cuelga la llamada y regresa a su habitación para tomar una ducha y arreglarse.
En el tercer departamento del edificio de enfrente, un hombre abre la ventana de su habitación que da hacia el balcón, el bullicio del exterior también ha llamado su atención. Al asomarse, observa con furia lo que la mujer le ha hecho a su lujoso Cadillac CT5 en color negro, regresa al interior de su habitación y toma su celular para hacer una llamada, después de un par de minutos cuelga y avienta el celular sobre la cama. La mujer baja la cabeza avergonzada, con lágrimas en los ojos se aleja del vehículo antes de que la policía llegue. La multitud intenta impedírselo, pero el dueño del vehículo baja para arreglar el problema.
- Está bien\, yo me haré cargo de todo\, gracias. – Dice bajando la cabeza en agradecimiento a dos hombres que sostienen a Helena.
Después de despedir a la curiosa gente y los elementos de la policía que atendieron el llamado de uno de los hombres que presenciaron todo, Thomas entra de nuevo al edificio y toma el ascensor para subir a su departamento. Mientras abre la puerta, el sonido de su celular sonando en el interior del bolsillo de su pantalón lo detiene un momento, desliza la mano derecha sobre su cabello al ver el número en la pantalla del celular.
- ¡Hola\, tía! – Saluda casualmente intentando sonar despreocupado.
- ¿Quieres explicarme por qué debo prescindir de los servicios de Helena? No hace más de seis meses que firmamos un contrato con su agencia\, tú… por Dios Thomas\, ¿quieres mantenerte alejado de mis modelos? – Dice furiosa la señora Lisa. – Además\, por qué no piensas un poco en Débora\, ¿sabes en la situación que me pones con sus padres?
- Thomas la interrumpió abruptamente. – Primero\, fue Helena quien me siguió hasta aquí. – Thomas masajea su ceño impacientemente. – Segundo\, fuiste tú quien alentó a Débora\, sabes de sobra que no estoy interesado en el matrimonio y mucho menos en una chica caprichosa e inmadura como tu linda ahijada. – Thomas dejó escapar un fuerte suspiro. - Lo siento tía\, no tengo tiempo para esto\, ahora debo conseguir un auto para poder moverme en la ciudad. Te veo en unas semanas.
La señora Lisa cuelga furiosa la llamada, harta de los infantiles juegos de su único sobrino, si cancela el contrato con la agencia de Helena, no solo perderá dinero, también todo el tiempo y esfuerzo que ha dedicado para el desfile de moda donde su casa de moda Luniak KY presentará la nueva línea de ropa en Nueva York.
Después de tomar una ducha, Thomas se arregla y toma las llaves del nuevo auto que la agencia le ha mandado, un Bugatti Veyron Grand Sport en color rojo. Conduce su lujoso auto por las calles de esa pequeña ciudad llamando la atención de muchos locatarios, sobre todo de aquellos que se sientan en la plaza a disfrutar de una taza de café caliente debido al frío clima de la ciudad. Él solo está de visita, tomándose un pequeño descanso del trabajo, tan solo lleva un par de días en la ciudad, no esperaba que Helena lo siguiera hasta ahí y terminara haciéndole un escándalo afuera del edificio en que se estaba quedando.
Por otro lado, Isabell sale de su departamento y sube a su Golf platino T54 poniéndose en marcha hacia la escuela de lenguas en la que ha logrado dominar el idioma oficial de la ciudad. Han sido tres años en los que no solo se ha enfocado a prepararse en el ámbito petrolero de acuerdo con su trabajo, también se interesó en los idiomas, alemán e italiano son dos de los idiomas que ahora habla con fluidez. Además de estudiar el sector manufacturero, especialmente el trabajo minero de la ciudad con el fin de transformar los materiales de dicho sector en nuevos productos dirigidos al área de energía donde JS Enterprises está involucrado.
Por la noche, aunque no tenías muchos ánimos de salir, se vio obligada debido a la insistencia de sus compañeros de la escuela de lenguas internacionales. Detuvo su auto en el estacionamiento del Casa Brasserie, un restaurante especializado en cortes finos. Lucía hermosa con un vestido blanco de mangas largas que acentuaba su figura, combinó con accesorios en color dorado y una gabardina larga en color hueso. Dejó su cabello suelto y solo aplicó una ligera capa de maquillaje resaltando el color de sus ojos.
- Buenas noches. – Saludó al host del restaurante. – Hay una mesa reservada a nombre de Steve Campbell.
El host sonríe cortésmente y la guía hasta la mesa donde algunos de sus amigos ya están conversando animadamente, tan pronto la ven acercarse, se ponen de pie para saludarla.
- ¡Felicidades\, Isabell! – Steve se acerca a abrazarla y la ayuda con su gabardina.
- Gracias\, Steve. – Dice sonrojada. – Gracias a todos por este lindo detalle. – Toma asiento después de saludar a sus demás compañeros.
Cenaban amenamente, ella sonreía con las ocurrencias de sus compañeros, gracias a ellos se sentía más relajada, mientras Ronald, uno de sus compañeros contaba una de sus anécdotas de cuando viajó por primera vez a Londres, el teléfono de Isabell comenzó a sonar en el interior de su bolso. Ella sonríe con los labios apretados y se excusa con sus compañeros, se pone de pie tras verificar que era su padre quien llamaba. Camina hacia el sanitario para tomar la llamada.
- ¡Hola\, papá! – Dice sonriente.
- ¡Hola\, cariño! – Responde su padre con voz ronca\, al fondo hay una suave voz quebrada\, Isabell cierra los ojos entristecida\, sabe que su madre está llorando. – Mamá y yo hablamos para desearte un feliz cumpleaños. Esperamos que te la estés pasando bien.
- Gracias\, papá. – Dijo Isabell intentando contener sus ganas de llorar. – No tenía muchas ganas de celebrar\, pero mis compañeros insistieron tanto\, ahora estoy cenando con ellos.
- Me da gusto escuchar eso mi niña\, cómo nos gustaría estar contigo ahora. – Ahora fue su madre quien habló.
- Lo sé mamá – guardó silencio un momento – los chicos me hablaron por la tarde para felicitarme – dijo intentando cambiar de tema\, podía escuchar los sollozos de su madre al otro lado de la línea. - Yo… debo volver con mis amigos\, prometo hablarles mañana.
Isabell limpió sus lágrimas, le dolía escuchar a su madre, sabía que al alejarse por tanto tiempo los estaba lastimando. Ese tiempo que ella necesitó para sanar también sirvió para entristecer sus corazones.
- ¿Está bien? – Escuchó una voz tras ella.
- Sí\, yo… estoy bien. – Dijo mientras limpiaba de prisa sus mejillas.
- Tome – el hombre le extendió la mano con un pañuelo de cuadros sobre ella. - ¿Segura que está bien? – Insistió.
Isabell levantó la cabeza lentamente, fijó sus bellos ojos sobre el rostro del hombre que estaba frente a ella, finos rasgos que lo hacían destacar, su porte atlético, su corte prolijo y barba incipiente lo hacían lucir atractivo. Sacudió la cabeza intentando alejar esos pensamientos.
- Sí\, estoy bien. Muchas gracias. – Observó el pañuelo en su mano\, indecisa por si debía devolverlo. – Yo\, esto… dijo agitando el pañuelo.
- Está bien\, puede conservarlo. Si algún día nos volvemos a ver\, deberá reponerlo. – Dijo sonriendo y esa simple acción la hizo sonreír apenada. – Soy Thomas Luniak.
- Isabell asintió con la cabeza y extendió su mano correspondiendo a su saludo. – Isabell Janssen\, un gusto.
Los dos permanecieron tomados de la mano por breves segundos, ella bajó la mirada tímidamente y sonrió mostrando un toque de ingenuidad que lo dejó encantado, Thomas no apartó la mirada de ella, esas pequeñas expresiones y su belleza natural lo dejaron impresionado, no se molestó en soltar su suave y delicada mano, no sabía si la volvería a ver, es como si quisiera memorizar cada una de sus finas facciones, solo quería asegurarse de no olvidar ese bello rostro.
te agradezco no poner fotos de referencia, cada le da forma a los protagonistas y eso es valorable