Después de una larga y feliz amistad llega un penoso y accidentado matrimonio para terminar en un frío y amargo divorcio
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Renuncia
Massimiliano fue a su oficina, tenía varias citas canceladas y tambien documentos importantes por revisar, reportes por leer, el trabajo de un día estaba acumulado.
Salir con Eloísa y Emiliano fue una gran perdida de tiempo, había leído el mismo documento varias veces, pero no lograba entender nada, su mente divagaba, estaba pensando en Isabella, su expresión de dolor, sorpresa y decepción que tenía en su mirada cuando se encontraron horas atrás.
Aún así no fue a su casa a buscarla, tampoco la llamo por teléfono. Esperaba que como siempre que pasaba algo desagradable entre los dos, ella hicieras como si nada hubiera pasado y todo siguiera como siempre, ella volvería a si oficina a trabajar diligentemente como lo había hecho por años.
Él miraba por los amplios cristales que hacían la función de pared, por lo regular los tenía opacados para guardar su privacidad, solo cuando deseaba ver a Isabella ir y venir con documentos permanecia claros, de alguna manera, ella era como el sol que estaba presente cada día.
La vio por la mañana feliz preparando su desayuno, era una expresión tan diferente a la que vio en el parque de diversiones, su mente le daba vueltas, quería verla, saber que estaba bien, tener la seguridad de que pasará lo que pasará ella seguiría siendo como el sol, aún cuando sientes demasiado calor, no puedes vivir son el y cuando tienes frío solo basta con ponerte frente a él para que caliente tu corazón
Massimiliano miro por mucho tiempo el agetreo del exterior, buscaba una figura bien conocida por él, pero ella no apareció.
Siempre que había documentos para firmar por presidencia la misma Isabella los llevaba, aún cuando podía enviar a cualquier secretaría.
— Está vez si está molesta – dijo entre dientes al ver que las horas laborales se terminaban y no la vio nuevamente.
La tarde se acabó, todos los empleados estabas checando su tarjeta de salida.
Massimiliano estaba reclinado en su asiento de piel color marrón, mantenía los ojos cerrados, quería descansar su mente y espíritu, estaba formulando un amplio discurso en su mente, tenía que hablar con Isabella, no había vuelta atrás, a su matrimonio le había caído una avalancha de nieve y tenía que salir victorioso, sabía que siempre que hablara con un tono suave y pausado sin duda alguna Isabella cedería.
Mientras pensaba en las palabras que diría alguien tocó a la puerta, era imposible que fuera la mujer en la que estaba pensando así que no abrió los ojos, solo respondió a la insistencia de la persona detrás de la puerta de cristal.
— Adelante – dijo con voz peresoza.
— Señor, sé que es tarde pero hay un asunto que no puede esperar demasiado tiempo, los próximos días estaré de viaje y es necesario que lo hablé hoy con usted.
Massimiliano abrió los ojos mientras se enderezaba.
— Dime, qué sea rápido, no tengo mucho tiempo disponible.
— Es con el puesto de director del área contable, ¿ascendemos a alguien o que los empleados de área hagan una prueba?
Massimiliano no entendía a qué se refería, Isabella era la directora del área contable.
— ¿Qué pasa con ese puesto? tiene un director, ¿para qué buscar otro?
— Señor, disculpe, no sabía que había nombrado a alguien más, si me dice quién es pronto haré su contrato y pondré a la orden la oficina para su entrega.
El Director de RRHH pensó tontamente que Isabella había entregado su puesto por qué Massimiliano ya tenía a alguien más para el puesto.
— El puesto es de mi esposa, creo que su broma no es graciosa, al contrario es demasiado estúpida.
— Señor, no, no sé que debo decir, pero su esposa renunció por la mañana, el puesto está vacante – dijo el hombre mientras sudor frío recorría su espalda.
Massimiliano Rinaldi era un hombre temido, no era de buen carácter y tenía poca tolerancia a los demás.
El hombre frente a Massimiliano no tenía más por decir, esperaba ancioso la repuesta del Presidente de la empresa.
— ¿De dónde sacaste la tontería de que renunció?
El hombre dio un par de pasos hasta quedar frente al escritorio, extendió la mano y entrego a Massimiliano la carta de renuncia de Isabella.
Massimiliano la tomo en sus manos.
— ¿Qué es esto? – dijo frunciendo el ceño
— La renuncia irrevocable de la señora Rinaldi.
Massimiliano la leyó, al final del documento aparecía a quien había enviado copias, estaba el consejo de accionistas.
Rápidamente encendió su computadora, reviso los correos electrónicos dirigidos al consejo, ahí estaba, el mismo documento que tenía en las manos plasmado en un correo electrónico.
La diferencia radicaba en el título con el que se mencionaba, el documento físico estaba dirigido al Director Ejecutivo de la compañía, el correo electrónico estaba dirigido al Presidente General de MW Co. el título que ostentaba al ser el Accionista mayoritario y presidente de la junta directiva.
Massimiliano arrugó la hoja entre sus manos y lanzo una mirada asesina a la persona que tenía enfrente.
— ¿Cuándo paso esto...?– Dijo para si mismo, era una pregunta retórica pero el interlocutor interpreto como una pregunta dirigida a él.
— Hoy por la mañana señor.
Varias cosas pasaban por la cabeza de Massimiliano, ataba cabos, por eso la encontró en el parque de diversiones, ella había renunciado y fue a despejar su mente a ese lugar, si ella renunció a su puesto en la compañía por la aparición de Eloísa y Emiliano, ¿qué hizo después de que lo vio en el Parque?.
La voz temblorosa del hombre lo despertó de sus pensamientos.
— Puedes irte, mañana pensaré en eso, Isabella debe regresar a su puesto, así que no hay que buscar reemplazo – Dijo con voz fría y arrogante.
Las palabras eran dirigidas al Director de RRHH pero eran para el mismo, confiaba en que solo era una rabieta de Isabella, era un comportamiento infantil pero bajo las circunstancias lo entendía y lo perdonaba, después de años de ser una empleada ejemplar no dejaría su trabajo u esfuerzo de años solo por Eloísa y su hijo, ante sus ojos Isabella era una mujer de acero, con un corazón fuerte.
En cuanto volvió a estar solo en su oficina pensó en llamarla a su celular, pero pensó que no sería adecuado, lo mejor sería ir directo a casa y hablar con ella, tomo su saco y salió de su oficina, dio un rápido vistazo a los documentos que estaban en el escritorio, ese día había sido tan improductivo que al día siguiente tendría que trabajar horas extra.