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Lo Que Debía Permanecer Oculto

Lo Que Debía Permanecer Oculto

Status: Terminada
Genre:Romance / Época / Fantasía épica / Edad media / Completas
Popularitas:699
Nilai: 5
nombre de autor: MIS HISTORIAS

Kaela Norwyn nunca buscó la verdad. Pero la verdad la encontró a ella.
Tras la muerte de su madre, Kaela inicia un viaje hacia lo desconocido, acompañada por un joven soldado llamado Lioran, comprometido a protegerla… y a proteger lo poco que queda de un apellido que muchos creían extinto. Lo que comienza como un viaje de descubrimiento personal, pronto se transforma en una carrera por la supervivencia: antiguos enemigos han regresado, y no todos respiran.
Perseguidos por seres que alguna vez estuvieron muertos —y no por decisión propia—, Kaela y Lioran desentrañan un legado marcado por pactos silenciosos, invocaciones prohibidas y una familia que hizo lo impensable para mantener a salvo aquello que debía permanecer oculto.
Entre la lealtad feroz de un abuelo que nunca se rindió, el instinto protector de un perro que gruñe antes de que el peligro se acerque, y el amor contenido de un joven

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Capitulo 13

El pasadizo subterráneo los había llevado lejos de Velkaris antes del amanecer. Ahora, bajo un cielo pálido, Kaela, Lioran, Darel y Niebla se encontraban resguardados en una vieja estructura de piedra, oculta entre colinas boscosas. Un refugio para pastores abandonado desde hacía años.

El fuego chisporroteaba débilmente en la pequeña chimenea, y el silencio del bosque los rodeaba como un susurro antiguo.

Kaela estaba sentada sobre una manta, arropada con una capa doble. Lioran estaba a su lado, con el cuerpo tenso, como si aún esperara una emboscada entre los árboles. Darel se había apartado un poco, fingiendo dormir con un ojo abierto. Y Niebla… vigilaba desde la entrada, pero lanzaba miradas cada tanto. Miradas que decían: No intenten nada que me obligue a intervenir.

Kaela giró el rostro hacia Lioran.

—Llevamos días huyendo —dijo en voz baja—. Y sin embargo, este momento... se siente más aterrador que todo lo anterior.

Lioran la miró, sus ojos brillando a la luz tenue del fuego.

—¿Por qué?

—Porque no hay flechas ni muertos. Solo silencio. Y tú. —Lo dijo con una pequeña sonrisa.

Lioran la sostuvo con la mirada, y algo en su expresión cambió. Más suave. Más humano. Más vulnerable.

—Kaela… —empezó, bajando la voz—. Yo he sentido muchas cosas desde que te conocí. Protección, deber, respeto… Pero con el tiempo, eso se volvió otra cosa.

Kaela no respondió. Solo lo escuchaba.

—Nunca tuve a nadie. Ni espacio para sentir algo por alguien. Pero contigo… me encontré deseando que el viaje no termine. Que las noches duren más. Que Niebla se duerma al menos cinco minutos.

Ella rió suavemente, bajando la mirada.

Lioran estiró la mano, con lentitud, y tomó la suya.

—No quiero faltarte el respeto —continuó—. No quiero apresurar lo que eres, ni lo que podrías elegir ser. Tú aún tienes un mundo por delante… y yo…

—Y tú eres parte de ese mundo —interrumpió Kaela, mirándolo directamente.

Lioran la miró con ternura. Se inclinó despacio y besó su frente. Luego, sin pensarlo mucho, rozó su cuello con los labios, un gesto suave, apenas un suspiro. Una caricia sin prisa, sin intención de más. Solo devoción callada.

Grrrr…

El gruñido de Niebla fue bajo, pero lo suficientemente claro.

Kaela se echó a reír en voz baja, sin apartarse.

Lioran se giró, levantando una ceja.

—¿De verdad?

Niebla no parpadeó. Solo gruñó una vez más, como si dijera: La frente, está bien. El cuello… estás rozando los límites.

Desde el otro rincón del refugio, Darel murmuró:

—Esto sería más cómodo si yo no estuviera aquí presenciando una telenovela entre susurros.

Kaela se tapó la boca para no reír fuerte. Lioran solo negó con la cabeza, resignado.

—No planeaba nada más —murmuró él.

—Claro que no —respondió Darel con ironía—. Solo el cuello. ¿Quién necesita labios cuando hay yugular?

Kaela no dijo nada. Solo recostó su cabeza en el hombro de Lioran, y él la abrazó suavemente.

Y en medio del frío, del peligro, del viaje aún incierto, por un momento…

no fueron perseguidores ni secretos lo que llenaron el aire.

Solo un cariño que nacía a pesar de todo.

Incluso con Niebla gruñendo…

Y Darel refunfuñando desde su rincón.

**

El refugio de piedra, escondido entre las colinas, ofrecía un respiro breve en el largo camino hacia la Torre de Arkenhill. Afuera, el bosque dormía en penumbra. Adentro, el fuego mantenía el calor justo para que la noche no se sintiera tan hostil.

Kaela y Lioran compartían una manta cerca del hogar. Él permanecía serio, como siempre, pero su tensión era distinta esta vez. Más… emocional. Más contenida. Niebla, por supuesto, vigilaba a pocos pasos, acostado de costado, pero con un ojo siempre abierto.

Darel, desde el rincón donde había desplegado sus cosas, los observaba con una sonrisa torcida.

—No es por ser indiscreto, muchacho —dijo, rompiendo el silencio—, pero anoche parecías querer besar el sol sin que el perro se diera cuenta.

Lioran alzó la vista sin moverse.

—¿Estás hablando de Niebla?

—¿De quién más? —rió Darel—. Nunca había visto a un animal tan comprometido con la causa del decoro. En cuanto acercaste los labios al cuello de su ama, parecía listo para arrancarte la garganta.

Kaela se cubrió la boca con una mano para no reír.

—Fue un momento tierno —intentó defender Lioran—. Respetuoso.

—¡Respetuoso! —repitió Darel, teatral—. El guardián de los Norwyn te gruñó como si hubieras intentado pedir su hueso favorito.

Niebla, que al parecer sabía perfectamente que estaban hablando de él, resopló con dignidad.

—No ayuda que me mire como si estuviera robando una reliquia familiar —añadió Lioran.

—Oh, hijo —intervino Darel, cruzando las piernas—, tú estás en una familia donde incluso las reliquias tienen opinión. Y dientes.

Kaela no pudo contenerse más. Estalló en una risa baja, sincera. Niebla movió una oreja como si aprobara su reacción… y luego volvió a cerrar los ojos.

—Y dime —siguió Darel con picardía—, ¿así ha sido siempre? ¿El perro es un reemplazo del abuelo, o solo un guardián temporal?

—No lo sé —dijo Lioran, resignado—. Pero con Eldran, al menos podía razonar. Con Niebla… ni hablar.

—Ah, entonces Eldran sigue vivo. ¿Y también es del tipo protector que te llama por apodos poco cariñosos?

Lioran asintió.

—Él me llama ladrón.

—¡Perfecto! —Darel se rió aún más—. Entonces ya fuiste juzgado por el abuelo, por el perro, y por mí. Solo falta que un cuervo te siga a todos lados.

—Mientras Kaela no me juzgue, puedo soportarlo.

Al oír eso, ella giró el rostro hacia él con una sonrisa suave.

—No te juzgo —dijo en voz baja—. Agradezco que te quedes, incluso con todos los gruñidos que tienes que soportar.

Darel hizo un gesto exagerado de taparse los ojos.

—Y ahora empieza la parte dulce. Voy por agua antes de atragantarme con tanto afecto contenido.

Se levantó, dejando a Kaela y Lioran por un momento en la intimidad de las brasas y el crujido de la leña.

—¿Te molesta lo que dice? —preguntó ella.

—No. Me molesta que tenga razón —bromeó él.

Niebla gruñó… por reflejo.

Kaela rió de nuevo y se acomodó sobre su hombro.

Y así, entre bromas, miradas cuidadosas y la constante compañía del perro más celoso del mundo, el vínculo entre ellos se fortalecía.

No por lo que decían.

Sino por lo que ya no necesitaban decir.

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