En un reino de poder y pasión, donde la lealtad se compra y se vende, y el amor es un lujo peligroso...
Zared, un joven alfa valiente y astuto, emerge como el salvador de Astrum después de una batalla épica contra el enemigo.
Su victoria lo convierte en el general de la Brigada de Caballeros Negros y lo pone en el centro de una compleja red de intrigas y alianzas en la corte real.
Con un corazón lleno de dolor por la pérdida de su amigo y hermano de armas, Lyrien, Zared se ve obligado a navegar las aguas turbulentas de la política y sus propios deseos.
En la fiesta de mayoría de edad de los príncipes del reino, Zared se encuentra face a face con sus futuros rivales y posibles amantes: los príncipes Cassian y Ryker, lobos con piel de oveja que esconden secretos y pasiones detrás de sus sonrisas encantadoras.
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Capitulo 12
El alfa se paró derecho y abrió la puerta lentamente.
La anciana se encontraba sentada en su cama, tranquila. Zared caminó hasta su abuela y tomó sus manos para luego besarlas.
—Me alegra tanto que estés bien— habló Zared entre lágrimas.
Camelia, al ver el estado de su nieto, dejó caer unas cuantas lágrimas.
—Estoy bien— dijo Camelia, sonriendo y luego tomó entre sus brazos a su nieto.
Los omegas se miraron el uno al otro al ver a su esposo llorar.
El alfa se encontraba en el regazo de la anciana, llorando con anhelo, y no se detenía aunque Camelia le pidiera que se detuviera.
—Está bien—dijo Camelia, tomando el rostro de su nieto y limpiándole las lágrimas.
—Estoy bien— repitió la mujer.
Zared, al escuchar aquello, retuvo algunas de sus lágrimas.
Un pequeño aroma a tierra húmeda se esparció por la habitación.
Al sentir el aroma del alfa, los omegas sintieron su corazón latir con desesperación y celos, pero no sabían por qué.
¿Sería por lo unidos que eran Zared y su abuela, a pesar de que no compartían lazos de sangre, o por que la anciana estaba abrazando a su alfa?
Zared recordó que no estaban solos en la habitación y se levantó de su lugar para secar las lágrimas que restaban.
Con vergüenza, se giró para mirar a sus esposos; Cassian estaba despeinado y Alaric tenía su rostro rojo a causa de la bebida que le lanzó su madre.
Zared se acercó a Alaric y dejó un pequeño beso en su rostro lastimado.
—Te ves hermoso— dijo Zared.
Alaric solo bajó la cabeza con vergüenza.
—Gracias—dijo el omega.
—No se preocupen por la mucama, me hice cargo de ella—dijo el alfa.
—¿Cómo?— preguntó Cassian.
—Le di el dinero que necesitaba para volver a su hogar—dijo el alfa.
—¿Qué mucama?— preguntó la anciana desconcertada.
—La reina mandó una mucama para que se ocupara de sus hijos— explicó Zared.
—Desde cuándo se preocupa tanto por traer mucamas; la casa Kied cuenta con los mejores sirvientes—dijo la anciana enojada.
—Lo sé, abuela, no te alteres, el problema ya se resolvió, así que no te preocupes más—le dijo su nieto.
Camelia sonrió, pero la sonrisa no duró nada al ver el rostro de Alaric lastimado.
—¿Qué demonios le pasó a Alaric?!—gritó la anciana.—¿Quién demonios lo lastimó? ¡Dime!!— la anciana metió la mano debajo de la cama y sacó una pequeña espada, dejando sorprendidos a todos.
_Abuela, baja eso—Zared caminó tratando de quitarle la espada a Camelia, pero la mujer no cedía.
—No, Alaric, dime quién te lastimó—el omega miró a la anciana y sonrió tranquilo, se acercó a la mujer y le quitó la espada, entregándosela a su esposo.
—No pasa nada, abuela, es solo una quemadura leve—dijo Alaric.
La mujer levantó su mano y tocó la herida de su yerno, era claro que tardaría en sanar.
—Pero tu rostro está todo lastimado— dijo la mujer con lastima.
—Zared...— comenzó a decir Camelia.
—¿Sí, abuela?—preguntó Zared.
—Sabes muy bien que quien lastimó a tu pareja debe ser castigado— Camelia miró a su nieto con una expresión seria.
—Lo sé, abuela, pero no te preocupes, esa persona tendrá una herida mayor que la de mi esposo—dijo Zared.
—Me parece bien— dijo la mujer contenta.
Cassian tomó la mano de Zared y lo guió afuera de la habitación de Camelia.
—¿Qué haremos con la sirvienta?— preguntó Cassian.
—No debes preocuparte, ya me hice cargo— dijo Zared.
—Sí, pero...— dijo el omega preocupado.
—Cassian, no debes preocuparte por las situaciones que suceden a futuro, solo por las del presente—dijo el alfa.
Zared tomó el cuerpo del omega y lo unió al suyo en un abrazo.
—No deben tener miedo, mientras que estén a mi lado estarán protegidos— Zared colocó su mentón en la cabeza de Cassian, mientras que el omega solo abrazaba el cuerpo de su esposo.
—Pudiste encontrar las respuestas que estabas buscando— preguntó el omega.
—Sí, ya sé quién fue el culpable del incidente de mi abuela—dijo Zared.
—¿Quién?— preguntó Cassian.
—Un beta... cuando lo encontremos, se lo entregaremos a la policí— mintió el alfa.
—Me alegra que hayas hecho lo correcto— dijo el omega.
El omega abrazó el cuerpo del alfa con mayor fuerza, Zared solo respiró el aroma de su esposo y su corazón comenzó a latir más rápido.
El omega soltó una pequeña risa al sentir la nariz de su esposo en su cuello.
—Zared, eso hace cosquillas— Cassian levantó su cabeza para mirar a su esposo, pero los ojos del alfa no eran del mismo color, ahora solo eran de un tono verde muy intenso
Asustado, Cassian retrocedió y Zared, antes de perder la razón, se tapó la nariz y salió corriendo a su habitación para encerrarse dentro de ella y no salir.
Cassian había quedado perplejo por lo rápido que habían pasado las cosas.
