Una profesora de campo muere tras un accidente en su escuela-casa. Reencarna en Arlette, la protagonista de una historia donde la verdadera villana es ella. pero ella no seguirá la trama y creará a su propio villano para protegerla
NovelToon tiene autorización de Melany. v para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
capitulo 13: ¿Lo harías?
Arlette entró en la habitación con una sensación firme. Everest estaba a su frente, su postura era cerrada, los brazos cruzados sobre su pecho y la mirada perdida en un punto indefinido del suelo. Era evidente que estaba atrapado en un torbellino de pensamientos oscuros, un lugar del que Arlette quería sacarlo.
— ¿Qué no comes? —preguntó, rompiendo el silencio como si fuera un cristal.
La voz de Arlette era fuerte, como si tratará de regañar a un niño, pero había un tono de preocupación que no podía ocultar. Everest desvió la mirada, como si sus palabras fueran flechas que no deseaba recibir. Él sabía que la pregunta era válida, pero no quería enfrentar la realidad de su situación, ni siquiera a través de la comida.
Arlette se acercó un poco más, su expresión era de empatía, pero también de desafío.
— no puedes seguir hundiéndote de esta manera —dijo, tomando un respiro profundo para encontrar las palabras adecuadas. — no te conozco, no sé por lo qué has pasado, y no tengo derecho a reclamarte por tu estado de ánimo tan decaído. Pero al menos, podrías encontrar un propósito para seguir adelante.
La respuesta de Everest fue casi un susurro, un eco de resignación.
— No tengo nada.
Las palabras resonaron en el aire, pesadas y sombrías. Arlette sintió una punzada de tristeza por él, pero no iba a rendirse.
— puedes buscar uno en el presente —le dijo con firmeza— tal vez estás vivo por algo. Las cosas no suceden porque sí, suceden porque tienen un propósito grande que cumplir.
Everest levantó la mirada, sus ojos, de un rubí apagado, empezaron a brillar con una chispa de interés, aunque aún había un abismo de dolor en ellos. Arlette continuó, sintiendo que había un hilo de conexión entre ambos, un hilo que podría convertirse en un puente para que él pueda salir.
— no conozco tu dolor, ni cómo te convertiste en esclavo. Pero yo te liberé de ese destino para que formaras uno diferente.
Everest la observaba, su mirada era una mezcla de desconfianza y esperanza. Era como si Arlette hubiera encendido una pequeña luz en su interior que había permanecido apagada durante demasiado tiempo. La idea de un futuro, aunque nebuloso, empezaba a tomar forma.
— yo te puedo enseñar muchas cosas si no sabes —dijo Arlette, dándose cuenta de que había una gran oportunidad de ayudarlo—. Sé que sabes hablar y entiendes mis palabras. O si necesitas aprender a nivel básico para que puedas trabajar en un futuro, estoy aquí para ayudarte.
La pregunta que siguió de Everest fue casi un ruego.
— ¿Harías eso? Tomar tú tiempo... Solo para mí.
Las palabras de él fueron un alivio y un reto al mismo tiempo. Arlette sonrió, una sonrisa que iluminó su rostro.
— por supuesto —respondió con calidez— no lo sabes, pero mi vocación fue ayudar a los más jóvenes a entender un poco el mundo. Aunque tú no eres un niño, puedo enseñarte igual.
Mientras hablaba, Arlette reflexionaba sobre la falta de educación que probablemente había tenido Everest, eso podría explicar su manera de hablar, a veces hostil y otras veces distante. Pero había algo en su mirada que le decía que había más de lo que aparentaba.
\\\\
Al día siguiente, el ambiente había cambiado. Everest se había convertido en una sombra constante a su lado, como un fiel perro rescatado de la calle que seguía a su dueña a donde fuera. Durante el desayuno, la tía Leticia no dejaba de preguntar quién era ese hombre que estaba detrás del asiento de Arlette. Su tono era de curiosidad, pero también de preocupación.
— es el sirviente personal de Arlette. Padre se lo regaló—respondió Alejandra por ella, tratando de restarle importancia a la situación, pero con la certeza de que estaba lejos de ser solo eso.
Everest, con su mirada seria y su silencio habitual, observaba la escena. Las preguntas de la tía Leticia se sentían como un interrogatorio, y él no iba a responder ni una. Arlette le ofreció una sonrisa tranquilizadora, un gesto que le decía que todo estaba bien.
Durante el desayuno, Arlette decidió que era el momento perfecto para comenzar su plan.
— Everest, ¿Qué te parece si empezamos hoy? Te enseñaré algunas cosas básicas.
Él la miró, la confusión reflejada en sus ojos.
— ¿Hoy?
— Sí, hoy. — Arlette se inclinó hacia él, su voz suave y alentadora. — Te prometo que no será aburrido.
Everest asintió lentamente, aunque la duda aún flotaba en su mente. Sabía que su vida había estado marcada por el sufrimiento y la desesperanza, pero había algo en la forma en que Arlette hablaba que le hacía sentir que podía intentar algo nuevo.
— además... ¿Quieres seguir escuchando a la tía Leticia?... Es ahora que nos podemos ir mientras aturde a Alejandra.
Everest asintió y tan rápido como vieron la oportunidad se marcharon los dos.