De la novela "Los hijos que me dio la vida", de la cual surgieron tantas historias con cada uno de sus personajes más relevantes, llega ahora la historia de Emma e Isabella: dos hermosas niñas que fueron la cereza del pastel y la cura para un par de almas rotas. Dos personas que fueron víctimas de la vida y de las circunstancias, pero que, juntos, sanaron y dieron vida a sus dos princesas.
Ahora, esas pequeñas han crecido. Las gemelas maravilla tienen 27 años y han vivido una vida cargada de locuras, ingenio, travesuras y momentos llenos de risa. Comparadas con sus hermanos —en especial con Duván, el más revoltoso—, ellas siempre llevaron todo al extremo. Nunca hubo tranquilidad en ese hogar, pero heredaron el corazón noble de sus padres. Aunque son mujeres alocadas, poseen muchas virtudes y una lealtad inquebrantable.
A sus vidas llegarán dos personas que les robarán la razón y harán palpitar sus alocados corazones. Acompáñenme en esta nueva aventura.
NovelToon tiene autorización de Lida Marín para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
CAPITULO DIECISIETE
Giré mi cuerpo, por poco mis piernas se doblan. Frente a mí estaba Agustín, su barba perfectamente cortada, su cabello prolijo, y un hermoso atuendo que lo hacían ver más guapo de lo que recuerdo que era.
Pero la realidad me hizo activar mi cerebro, ¿cómo es que él está aquí?, ¿cómo me encontró?, o simplemente fue casualidad.
- Si no me hablas jamás sabré lo que estás pensando _ comentó, lo único que atiné a hacer, fue correr a sus brazos y permitirme sentir su calidez, él me abrazó con fuerza.
Estuvimos así un largo rato, como si ambos compartiéramos en silencio, el miedo a que esto fuera un sueño, despertar abruptamente, y esto que está pasando se esfumara y se volviera parte de un deseo imposible de cumplir.
- Te extrañé _ habló después de un rato.
- Yo igual, te he buscado, no pude encontrarte_ levanté mi cabeza para verlo a los ojos _ ¿cómo pudiste encontrarme?_ la intriga me estaba matando.
- ¿Te acuerdas que te conté que quería emigrar, y mis padres también? _ asentí al recordarlo _ pues los convencí de que nos viniéramos para Miami, ellos enviaron solicitudes a varios hospitales, y afortunadamente los aceptaron, solo les piden hacer una homologación de sus certificados y diplomas para asegurarse que puedan ejercer su profesión _ me dio un beso en los labios _ ¿que como te encontré? Pues no fue sencillo, llevo aproximadamente dos semanas buscándote, recordé todo lo que me contaste sobre tu familia, fui a buscar a tu mamá al centro comercial, allí me dieron un poco de información, ya con eso logré llegar al hospital, allí una señora..._ hizo una breve pausa _ Matilde, creo que así recuerdo que se llama, me dijo que ustedes habían estado allá, me quedé un rato por si regresabas, pero lo único que pasó, fue el tiempo, como ella me vio ahí sentado esperando, me dio el número de tu hermana, su celular se había descargado y solo se sabía ese número de memoria y el de tu mamá, pero preferí llamarla a ella _ contó.
- ¿o sea que mi hermana ya sabía de ti desde hace dos semanas?_ el negó.
- No, ella supo de mí, hace apenas dos horas, anoté su número en un papel, y al llegar a casa, no lo encontré, lo busqué por todos lados y no lo hallaba, y justamente hoy organizando el cuarto, lo encontré debajo de mi cama, así que fui a prepararme, quise verme presentable para ti_ toda su narración me parecía increíble, entonces recordé el día de la cita.
- Ese día en el hospital, me pareció reconocer a alguien, pero cuando logré enfocar mi vista, ya no estaba la persona que ví, quizás eras tú, pero estaba tan cansada, con tantas cosas en la cabeza, que preferí no investigar más _ me tomó la cara entre sus manos y de nuevo me besó.
- No te preocupes, cómo sea yo te iba a encontrar, me lo prometí a mi mismo, y fuiste tu quien me motivó a venir aquí, ahora estamos juntos _ el besó mi frente y nos abrazamos de nuevo.
- ¿Y dónde estás viviendo? _ le pregunté.
- cerca al centro comercial de tu mamá, en toda la bahía, por si te interesa, vivo solo _ guiño un ojo, me hizo sonreír.
- ¿y tus papás?_ pregunté.
- ellos rentaron su propia casa, yo necesito mi espacio personal_ dijo y asentí.
- Eso es algo que yo nunca he contemplado, aún vivo con mis padres, me encanta estar con ellos, en especial con mi hermana_ le dije.
- Si, me di cuenta, aparte de que son gemelas, pero ustedes son muy unidas, hoy en la llamada, corroboré esa unión, casi me deja sin oídos _ comentó _ se puso muy feliz, dijo que sería una gran sorpresa para ti, eso me hizo feliz a mi también, saber que estoy en tu mente, hace dos meses no sabíamos el uno del otro _ comentó.
- Así es, también te habia estado buscando, ahora lo importante es que estás aquí, pero... _ hice una breve pausa _ tenemos que hablar _ dije, se había llegado el momento de hablar lo más importante.
- que pasó, ¿eres casada?_ yo negué, pero no pude aguantar la risa.
- ¡por Dios! Que tipo de persona crees que soy, eso no, es algo más, mucho más grande _ agaché mi cabeza, pero el detuvo está acción con su dedo y levantó mi cara .
- si quieres te ayudo a cerrar y vamos a comer algo cerca, lo que tú quieras _
- Está bien, fui una pésima anfitriona, ni siquiera te invite a sentarte, lo siento _ dije.
- No te preocupes, ven te ayudo _ los documentos los organizó en una carpeta, luego apagó las luces restantes, y al salir, puse la alarma y el me cerró la puerta con todos los seguros, me entregó las llaves, y al guardarlas, me tomó de la mano, caminamos así durante el trayecto restaurante, aproximadamente 15 minutos.
Cuando llegamos, fuimos a un restaurante japonés, nos sentamos en la mesa que nos ofrecieron e hicimos nuestro pedido, noté que Agustín estaba algo quisquilloso para elegir lo que iba a comer, señalaba algo, y después negaba con la cabeza y se retractaba, hasta que por fin se decidió por una sopa miso, la chica que nos estaba atendiendo, apuntó el pedido y se fué.
- ¿no te gusta la comida japonesa?_ le pregunté.
- Si, me encanta, pero últimamente no soporto ciertos alimentos, a veces de solo pensar en algunos ingredientes, me da asco, y no necesito probarlos para saber que no me apetece comerlos _ su explicación me hizo pensar en los dichosos malestares que en la mayoría, las mujeres son las que sufrimos, analizandolo bien, no he sentido repulsión por ningún alimento, solo he presentado cambios de humor, y antojos leves _ pero no te preocupes, no estoy enfermo, mi mamá me dijo que parecía que había embarazado a alguien _ el se rió y yo lo miré muy seria.
- Pues tu mamá tiene razón y no se equivocó, ese alguien... Soy yo_ me tapé el rostro con mis manos, no fui capaz de seguir viendo su expresión, había confusión, sus ojos brillaron, no logré identificar si de felicidad o por las ganas de llorar.
- ¿Estás... Estás embarazada?_ preguntó y aún sin mirarlo, asentí.
- yo...yo_ no sabía que decir.