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EL LEGADO DE HELENA

EL LEGADO DE HELENA

Status: En proceso
Genre:Traiciones y engaños / Secretos de la alta sociedad / Policial / Escena del crimen / Casos sin resolver
Popularitas:1.2k
Nilai: 5
nombre de autor: maite lucía

En una ciudad donde las apariencias son engañosas, Helena era la mujer perfecta: empresaria y una fiscal exitosa, amiga leal y esposa ejemplar. Pero su trágica muerte despierta un torbellino de secretos ocultos y traiciones. Cuando la policía inicia la investigación, se revela que Helena no era quien decía ser. Bajo su sonrisa impecable, ocultaba amores prohibidos, enemistades en cada esquina y un oscuro plan para desmantelar la empresa familiar de su esposo,o eso parecía.

A medida que el círculo de sospechosos y los investigadores comienzan a armar piezas clave en un juego de intrigas donde las lealtades son puestas a prueba

En un mundo donde nadie dice toda la verdad y todos tienen algo que ocultar, todo lo que parecía una investigación de un asesinato termina desatando una ola de secretos bien guardado que va descubriendo poco a poco.Descubrir quién mató a Helena podría ser más difícil de lo que pensaban.

NovelToon tiene autorización de maite lucía para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 13: Revelaciones

El hospital bullía con actividad cuando Montero llegó. Un cordón policial rodeaba la entrada principal mientras varios agentes custodiaban estratégicamente cada acceso. Velasco lo esperaba en el vestíbulo, su rostro una mezcla de preocupación y determinación.

—El atacante está en custodia —informó la comisaria mientras lo guiaba por los pasillos—. Se identificó como técnico de mantenimiento, pero llevaba una jeringuilla con un compuesto que estamos analizando. Probablemente letal.

—¿Clara está bien?

—Asustada, pero ilesa. Una enfermera entró justo cuando el sujeto se disponía a inyectarle el contenido. Gritó, y mis agentes actuaron de inmediato.

Montero sintió una oleada de alivio seguida inmediatamente por inquietud. La Hidra estaba decidida a silenciar a cualquiera relacionado con el Protocolo Alejandría.

En la habitación, Clara parecía más pequeña que nunca entre las sábanas hospitalarias. Su rostro había perdido color, pero sus ojos mantenían aquella determinación que tanto recordaba a Helena.

—Sabía que vendrían por mí tarde o temprano —dijo cuando Montero entró—. Han descubierto que te entregué la llave.

—¿Cómo podían saberlo?

—Porque nos vigilan constantemente —respondió ella, bajando la voz—. Helena me lo advirtió. "Tienen ojos en todas partes", me decía. Incluso sospechaba de algunos compañeros en la fiscalía.

La mención de posibles infiltrados en su propio entorno laboral envió una corriente de frío por la espalda de Montero. ¿Quién podría ser? Su mente repasó rostros, conversaciones, comportamientos sospechosos.

—Conseguí la contraseña —informó él, acercándose a la cama—. Pronto sabremos exactamente qué contiene el Protocolo.

—Pero no aquí —Clara negó enfáticamente—. No es seguro. Necesitas un lugar donde nadie pueda rastrearte.

Velasco, que había permanecido en silencio junto a la puerta, intervino:

—Tengo una casa de seguridad que ni siquiera aparece en los registros oficiales. Solo yo conozco su ubicación. Podemos llevarte allí, Montero.

—Antes necesito hablar con el atacante —respondió él, su voz firme.

—Está en la comisaría central, aislado. No ha dicho una palabra desde su detención.

—Lo hará —afirmó Montero con una convicción que no sentía realmente.

Tras asegurarse de que Clara tendría protección constante, Montero y Velasco se dirigieron a la comisaría. En el trayecto, decidió compartir con ella lo que había descubierto.

—Helena mantuvo una relación con Miguel Ángel Durán, un profesor universitario. Él me dio la contraseña y mencionó algo sobre "Minerva". ¿Te suena?

Velasco frunció el ceño, concentrada.

—"Minerva"... No como nombre en clave, pero... —dudó un instante—. Hace unos meses hubo rumores sobre una operación con ese nombre. Algo relacionado con contratos gubernamentales de alto nivel y seguridad nacional. Se manejó con extrema discreción, incluso para los estándares habituales.

—¿Quién estaba a cargo?

—No lo sé con certeza. Los rumores señalaban a alguien cercano al Ministro de Interior, pero nunca se confirmó. La operación simplemente... desapareció de la conversación.

La información encajaba con lo que Durán había mencionado: "alguien en lo más alto".

En la comisaría, el atacante resultó ser un profesional: rostro inexpresivo, físico inexpresivo, la clase de persona que pasa desapercibida en cualquier multitud. Se había identificado como Ernesto Cruz, pero tanto Montero como Velasco sabían que sería un alias.

—No hablará —comentó Velasco mientras lo observaban a través del cristal—. Es un profesional entrenado para resistir interrogatorios.

—Todo el mundo tiene un punto débil —respondió Montero—. Déjame intentarlo.

En la sala de interrogatorios, Montero adoptó una estrategia diferente. En lugar de presionar con preguntas, extendió sobre la mesa fotografías de las víctimas de La Hidra que había ido recopilando: Helena, funcionarios "suicidados", testigos "accidentados", todos con una conexión invisible que ahora comenzaba a tomar forma.

—No me interesa tu nombre real ni quién te contrató directamente —comenzó Montero con voz pausada—. Solo quiero confirmar una cosa: ¿Trabajas para "Minerva"?

Un ligero tic en la comisura del ojo del sospechoso fue la única indicación de que había tocado un punto sensible.

—No sé de qué me habla —respondió mecánicamente.

—Es curioso —continuó Montero, señalando las fotografías—. Todas estas personas descubrieron algo sobre "Minerva" y terminaron muertas. Tú serás el siguiente. La Hidra no deja cabos sueltos, y ahora mismo, tú eres uno muy evidente.

El hombre mantuvo su mirada impasible, pero Montero notó un sutil cambio en su postura, una tensión nueva en los hombros.

—Estás atrapado. Si hablas, La Hidra te buscará. Si no lo haces, pasarás el resto de tu vida en prisión... si tienes suerte y no te eliminan primero para silenciarte.

Tras un largo silencio, el hombre habló, su voz apenas audible:

—No sé quién es "Minerva". Recibo órdenes a través de intermediarios. Nunca nombres, solo objetivos.

—¿Quién es tu contacto directo?

El hombre dudó, su fachada comenzando a resquebrajarse.

—Un hombre conocido como "El Ingeniero". Nunca uso su verdadero nombre, nunca en persona. Solo llamadas con voz distorsionada.

El interrogatorio continuó otra hora sin resultados adicionales significativos. El atacante conocía solo fragmentos del sistema, protegido por capas de aislamiento informativo. Al salir, Velasco esperaba a Montero con noticias urgentes.

—La toxicología de la jeringuilla ha llegado —informó, su rostro sombrío—. Contenía una neurotoxina militar experimental. No es algo que pueda conseguirse en el mercado negro común.

—Lo que confirma conexiones en altas esferas —concluyó Montero—. Necesito acceder al Protocolo inmediatamente.

La casa de seguridad resultó ser una modesta cabaña a las afueras de la ciudad, rodeada de árboles y sin vecinos cercanos. El lugar ideal para desaparecer temporalmente.

—Nadie sabe de este lugar —aseguró Velasco—. Era de mi abuelo, pero nunca lo registré a mi nombre. Estarás seguro aquí.

Una vez solo, Montero preparó cuidadosamente su equipo. Desconectó todos los dispositivos de internet, verificó que no hubiera señales de vigilancia y finalmente insertó el disco duro de Helena. La contraseña "VenusBotticelli1485" funcionó al primer intento.

El Protocolo Alejandría se desplegó ante sus ojos: una vasta base de datos meticulosamente organizada. Documentos clasificados, transcripciones de conversaciones, fotografías tomadas con teleobjetivo, registros bancarios... Helena había construido metódicamente un caso irrefutable contra La Hidra y sus operadores.

Entre los archivos, Montero encontró una carpeta etiquetada "Personal" que llamó su atención. Al abrirla, descubrió una serie de entradas de diario digital, más extensas y detalladas que las del cuaderno físico. En ellas, Helena revelaba aspectos de su vida que había mantenido celosamente privados.

Una entrada en particular captó su interés:

"Septiembre 12. Cena con Lorenzo en 'Il Giardino'. Parece increíble que en medio de esta oscuridad haya encontrado a alguien que ilumina mis días.

Después de Miguel Ángel, pensé que había cerrado esa puerta para siempre, pero Lorenzo ha conseguido abrirla nuevamente. Como diplomático, entiende la naturaleza de mi trabajo y sus peligros. Me ha ofrecido un refugio en Viena cuando todo esto termine. Un sueño hermoso al que aferrarme durante los días difíciles."

Montero se detuvo, sorprendido. ¿Lorenzo? ¿Un diplomático? Helena había tenido otra relación que ni siquiera Roberto conocía. Continuó leyendo:

"Octubre 8. Lorenzo me presentó hoy a varios colegas de la embajada. Entre ellos, una mujer llamada Diana Krüger, agregada cultural alemana. Hay algo en ella que me inquieta, una familiaridad con ciertos temas que no corresponde a su posición. Debo investigarla discretamente."

"Octubre 15. Confirmado. Krüger tiene vínculos con uno de los bancos utilizados por La Hidra para sus transferencias internacionales. No es coincidencia. La pregunta es: ¿Lorenzo está involucrado? El pensamiento me destroza, pero debo considerar todas las posibilidades."

"Octubre 20. He seguido a Lorenzo después de nuestro almuerzo. Se reunió con un hombre que reconocí de mis investigaciones: Ernesto Saldivar, el supuesto 'asesor' del Ministerio que aparece en documentos relacionados con 'Minerva'. Mi corazón se rompe, pero ahora lo veo claro.

Lorenzo fue enviado para vigilarme, quizás para neutralizarme. La única pregunta es cuándo decidirán que soy demasiado peligrosa para seguir con vida."

La revelación golpeó a Montero con fuerza. Helena había sido traicionada por alguien en quien confiaba íntimamente. Aun así, había continuado su investigación, sabiendo que cada paso la acercaba más al peligro.

Siguió explorando los archivos y encontró una carpeta cifrada adicional titulada "Minerva - Acceso Restringido". Requería una segunda contraseña que no poseía. Las piezas del rompecabezas estaban allí, pero aún le faltaba la clave final.

Su teléfono vibró con un mensaje de Velasco: "Urgente. El atacante ha sido encontrado muerto en su celda. Aparente suicidio, pero sabemos la verdad. La Hidra está limpiando evidencia."

Montero sintió el peso de la amenaza creciendo. Si habían podido alcanzar a un detenido dentro de una comisaría vigilada, nadie estaba realmente a salvo.

Regresó a las entradas del diario, buscando cualquier indicio sobre la segunda contraseña. En la última entrada, fechada tres días antes de su muerte, Helena había escrito:

"He completado el Protocolo. Toda la verdad sobre Minerva está ahora documentada y protegida. Si algo me sucede, la clave final está donde comenzó todo: en la primera obra que admiramos juntos, Miguel Ángel. El nacimiento que precedió a la muerte."

"El nacimiento que precedió a la muerte." Una referencia artística, sin duda. Montero recordó la fotografía de Helena y Durán en Florencia. ¿Qué obra habrían admirado primero?

Necesitaba hablar nuevamente con Miguel Ángel Durán. Pero antes, debía hacer una copia de seguridad de todo el contenido. La información que Helena había recopilado era demasiado valiosa y peligrosa como para arriesgarse a perderla.

Mientras el sistema copiaba los archivos, Montero repasó mentalmente los nombres y conexiones: Lorenzo, el diplomático; Diane Krüger, la agregada cultural con vínculos bancarios sospechosos; Ernesto Saldivar, el asesor ministerial relacionado con "Minerva"; y ahora "El Ingeniero", mencionado por el atacante fallecido.

La red era inmensa, con ramificaciones que alcanzaban las más altas esferas del poder. Y en algún lugar de esa telaraña, se ocultaba la identidad de quien había ordenado la muerte de Helena.

La copia de seguridad se completó justo cuando escuchó un ruido en el exterior de la cabaña. Montero apagó todas las luces y desenfundó su arma. A través de la ventana, distinguió una figura moviéndose sigilosamente entre los árboles.

La Hidra lo había encontrado.

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Michica Omegavers
espero que le guste
Silvia Barreto
hermosa istoria
Fina
actualiza mija que esto es un enrredo total , elena amo a todo 🤣🤣🤣🤣
Michica Omegavers: Helena es casi inmortal más a delante lo vas a dar cuentas tal vez no hemos llegado allí todavía mi querida Helena era bisexual.espero que sea de su agrado Helena es una cajita de sorpresas 😃
Michica Omegavers: falta más jajaja
total 2 replies
Fina
no puedo con tanto , 🤣🤣🤣🤣
Michica Omegavers
muchas gracias 😊 voy a seguir subiendo más capítulos
Hector Figueroa
Está bien interesante esta historia del asesinato de Helena
Michica Omegavers
No lo puedo encontrar
Lee la mia/Smile/
Michica Omegavers: esta bien
total 1 replies
Es interesante
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