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PERTENECES A MI

PERTENECES A MI

Status: Terminada
Genre:Completas / Mi novio es un famoso
Popularitas:3.2k
Nilai: 5
nombre de autor: Deanis Arias

Perteneces a Mí

Una novela de Deanis Arias

No todos los ricos quieren ser vistos.
No todos los que parecen frágiles lo son.
Y no todos los encuentros son casualidad…

Eiden oculta su fortuna tras una apariencia descuidada y un carácter sumiso. Enamorado de una chica que solo lo utiliza y lo humilla, gasta su dinero en regalos… que ella entrega a otro. Hasta que el olvido de un cumpleaños lo rompe por dentro y lo obliga a dejar atrás al chico débil que fingía ser.

Pero en la misma noche que decide cambiar su vida, Eiden salva —sin saberlo— a Ayleen, la hija de uno de los mafiosos más poderosos del país, justo cuando ella intentaba saltar al vacío. Fuerte, peligrosa y marcada por la pérdida, Ayleen no cree en el amor… pero desde ese momento, lo decide sin dudar: ese chico le pertenece.

Ahora, en un mundo de poder oculto, heridas abiertas, deseo posesivo y una pasión incontrolable, Eiden y Ayleen iniciarán un camino sin marcha atrás.

Porque a veces el amor no se elige…
Se toma.

NovelToon tiene autorización de Deanis Arias para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 13 – La Sombra de un Nombre

Eiden no había pensado en su tío en años. En realidad, no era su tío biológico, pero así le habían dicho que lo llamara. Su madre siempre se refería a él con un tono cortante, como si mencionarlo trajera consigo recuerdos que prefería sepultar. El hombre en cuestión se llamaba Agustín León Duarte, y durante mucho tiempo, Eiden creyó que era solo una figura lejana de su niñez, alguien que venía en navidades con una sonrisa forzada y una corbata demasiado apretada.

Pero esa tarde, sentado en una cafetería elegante del centro, Agustín reapareció como un eco del pasado con voz propia.

—Estás más alto —fue lo primero que dijo.

Eiden se limitó a asentir. Su estómago estaba enredado. No por nerviosismo, sino por intuición. Algo se avecinaba.

—Y más parecido a tu padre de lo que imaginas.

Eiden apretó la mandíbula.

—No vine para escuchar comparaciones.

—No. Viniste porque sabes que hay algo que nadie te dijo. Y estás empezando a sentir que tu historia está incompleta.

Agustín pidió un espresso. Sin azúcar. Lo bebió en silencio antes de continuar.

—¿Ayleen sabe quién eres?

Eiden lo miró con desconfianza.

—¿Quién soy?

—No me refiero a tu nombre. Me refiero a lo que te corre por las venas.

Eiden frunció el ceño.

—Mi madre me crió sola. Mi padre murió cuando yo era niño. Eso es todo.

Agustín sonrió de lado, como si acabara de escuchar una inocentada.

—Tu madre fue una gran mujer. Valiente. Silenciosa. Pero también fue… una fugitiva.

El silencio se volvió denso.

—¿De qué estás hablando?

—Tu padre no murió en un accidente como te dijeron. Fue asesinado. Por traición. Por meterse donde no debía. Y lo que encontró... fue suficiente para que quisieran borrar su apellido del mapa.

Eiden no dijo nada. Pero sus manos estaban cerradas en puños sobre la mesa.

—Tu apellido original no es D’Silvan —continuó Agustín—. Es De Loryn. Una familia antigua, ligada al comercio ilegal de datos y tecnología. Tu padre descubrió que estaban traficando identidades digitales. Miles de vidas falsificadas, robadas, vendidas.

Eiden apenas podía respirar.

—Mi madre nunca me habló de eso.

—Porque juró protegerte. Y para eso, debía alejarte de todo. Incluso de tu historia.

Mientras tanto, en el apartamento, Ayleen repasaba informes frente a tres pantallas. Su mente trabajaba como un enjambre: información, correlaciones, nombres, patrones. Pero algo la sacó de su concentración. Una alerta en su sistema privado. Una mención digital encriptada: “Proyecto E. Loryn.”

No sabía qué significaba… pero el apellido le sonó.

Demasiado.

¿Por qué me cuentas esto ahora? —preguntó Eiden, sintiendo que el aire se volvía más denso a su alrededor.

—Porque no puedes seguir jugando a ser un simple chico enamorado —respondió Agustín con tono grave—. Estás en medio de fuerzas que ni siquiera entiendes. Y el hecho de que estés con Ayleen no es casualidad. Hay gente observando. Y no todos quieren que ustedes dos estén juntos.

—¿Estás diciendo que alguien quiere separarnos?

—Estoy diciendo que alguien quiere eliminarte, Eiden. Y si no sabes quién eres, no podrás defenderte.

Agustín sacó un pen drive y lo deslizó por la mesa.

—Aquí hay información sobre tu padre. Su trabajo, su desaparición, y el motivo por el cual tu madre huyó. También hay archivos con tu nombre real… y con el proyecto que alguna vez te incluyó.

—¿Qué proyecto?

—“E. Loryn.” Era el nombre clave para la iniciativa de reconstrucción genética que buscaba crear perfiles humanos con la capacidad de resistir algoritmos de control emocional. Tu padre se ofreció como voluntario para llevarlo a cabo… pero los que financiaban la investigación querían usarla para manipular a las masas. Cuando él intentó detenerlo, lo silenciaron.

Eiden sentía que todo su mundo giraba en espiral.

—¿Y yo?

—Eras parte de ese experimento. Modificado, observado… protegido. Hasta que tu madre escapó.

Esa noche, Ayleen entró sin hacer ruido. Encontró a Eiden sentado en el suelo de la sala, con papeles y documentos desplegados frente a él.

—¿Qué es todo esto?

Él la miró. No había enojo. Solo una tristeza que nunca antes había mostrado.

—Mi padre… no murió como creía. No soy quien pensaba. Ni siquiera sé si este nombre es mío.

Ayleen se acercó y se arrodilló frente a él.

—¿Quién te dijo eso?

—Mi “tío”. El que me protegió todo este tiempo sin que yo lo supiera.

Le entregó el pen drive.

—Hay un proyecto con mi nombre. Un experimento. Algo que me conecta con un mundo que parece más parecido al tuyo que al mío.

Ayleen no lo tocó. Lo miró a los ojos.

—No necesito saber tu sangre para elegirte, Eiden. Te amo por lo que haces, por lo que resistes, por lo que no dejas que te destruya. Pero si hay más en ti… lo enfrentaremos juntos.

Eiden no respondió. Solo la abrazó.

Fuerte. Como si por fin aceptara que su historia no empezaba en la herida… sino en la verdad

Pero en otra esquina de la ciudad, Samantha recibía un sobre en un café oscuro. Dentro, imágenes. Registros. El mismo linaje que Agustín le mostró a Eiden, pero filtrado por alguien más.

Ella sonrió.

—Así que ni siquiera es quien dice ser.

Miró a la persona frente a ella, un hombre vestido con ropa simple, mirada afilada.

—¿Qué quieres a cambio?

—Solo una cosa —respondió él—. Separarlos.

Samantha cerró el sobre. Se puso de pie.

—Entonces es hora de destruir no solo su amor…

Levantó la mirada.

—Sino su origen.

Y así, mientras Eiden abrazaba su verdad y Ayleen reafirmaba su lealtad, una nueva tormenta se alzaba en silencio.

Una que no se alimentaba de odio…

Sino de venganza genética.

1
Yesenia Pacheco
Excelente
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