Arata, un omega italiano, es el hijo menor de uno de los mafiosos más poderosos de Italia. Su familia lo ha protegido toda su vida, manteniéndolo al margen de los peligros del mundo criminal, pero cuando su padre cae en desgracia y su imperio se tambalea, Arata es utilizado como moneda de cambio en una negociación desesperada. Es vendido al mafioso ruso más temido, un alfa dominante, conocido por su crueldad, inteligencia implacable y dominio absoluto sobre su territorio.
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Capítulo 13: Visita
Al día siguiente, el sol apenas había comenzado a filtrarse por las cortinas gruesas de la mansión cuando Arata abrió los ojos, sintiéndose aún más inquieto que la noche anterior. Mikhail no había dicho nada después de su confesión. Absolutamente nada. Ni una palabra que le indicara si había sido un error abrirse o si todo aquello había quedado en el aire. Esa indiferencia lo irritaba más de lo que quería admitir.
Arata se levantó de la cama y se estiró, tratando de deshacerse de la sensación de pesadez en sus músculos. No era momento de pensar en lo idiota que podía ser Mikhail, no cuando su cumpleaños número 19 estaba a la vuelta de la esquina y, lo que era aún más importante, sus hermanos iban a llegar a la mansión ese mismo día. Los nervios por su visita empezaban a apretar su estómago.
Arata no había visto a sus hermanos en meses, y aunque les tenía mucho cariño, la idea de enfrentarse a su familia en el contexto de su vida actual, bajo el techo de Mikhail, lo tenía un poco ansioso. Además, Alexander, uno de los hombres de confianza de Mikhail, había asumido la responsabilidad de que todo estuviera perfectamente organizado para el día.
“Vamos a hacer que este cumpleaños sea inolvidable,” le había dicho Alexander en su tono seco habitual. Arata no estaba seguro de si lo decía con buenas intenciones o si simplemente lo veía como una tarea más que cumplir.
De cualquier forma, mientras caminaba por los pasillos de la mansión, el bullicio de los preparativos ya se hacía evidente. Alexander lo esperaba en la sala principal, junto a un par de miembros del personal, quienes ajustaban la decoración. Se escuchaban pasos apresurados por los corredores y murmullos de voces que trataban de coordinar cada detalle.
—Ah, por fin despierto —dijo Alexander con una leve sonrisa, algo raro en él—. Hoy es un día importante, ¿eh? Tus hermanos están en camino y todo debería estar listo en un par de horas.
—¿Todo esto es realmente necesario? —preguntó Arata, mirando a su alrededor. Aunque la mansión siempre estaba impecable, se notaba que ese día habían hecho un esfuerzo adicional.
Alexander arqueó una ceja—. Por supuesto. No todos los días cumples 19 años, ¿no? Además, es la primera vez que recibimos a tu familia. Hay que hacer una buena impresión.
Arata asintió, aunque la emoción que normalmente debería sentir por su cumpleaños estaba apagada. La falta de respuesta de Mikhail aún lo carcomía por dentro. Aunque se dijera a sí mismo que no le importaba, que tenía cosas más importantes en qué concentrarse, no podía evitar sentir una punzada de decepción.
—No te preocupes, todo saldrá bien. —Alexander le dio una palmada en la espalda—. Ve a cambiarte, los preparativos continuarán sin ti por ahora.
Arata asintió, fingiendo una sonrisa. Sabía que Alexander trataba de ser amable, pero la tensión seguía en el aire. Con un suspiro, se dirigió a su habitación para cambiarse, tratando de apartar a Mikhail de su mente. No era el momento de pensar en el alfa ni en lo complicado que era.
Hoy sería diferente, o al menos eso esperaba. Y aunque no estaba seguro de cómo se sentiría al ver a sus hermanos después de tanto tiempo, sabía que no podía dejar que la frustración con Mikhail arruinara ese momento.