Las verdades de su primer amor distorcionaron su mente por un engañó y ella lo mató. Su hermano menor busca justicia sin saber que después de un tiempo empieza a enamorarse de la asesina de su hermano.
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Recuerdos
Había muchas cosas que aprender por mi misma, mis padres ya no estaban para protegerme como cuando era una niña, tomar el control de mi vida, me resultaba difícil, pero ya nadie lo haría por mi.
Enzo se arrimó hacia la cama, se notaba en su rostro celos por el médico, eso tenía que usarlo a mi favor, después de todo no tenía otra alternativa, cuando estaba muy cerca le agarré de la mano.
—De ahora en adelanté, ¿Cómo seguiremos?, ¿me vas a secuestrar?, ¿me vas a castigar?, ¿que quieres hacer exactamente conmigo?— le pregunté algo muy seria.
—Por ahora iremos a casa, volveré a abrir el caso de mi hermano, y voy a enviarte a la cárcel, porque te mereces estar ahí.
—Perfecto, por lo que entendí, me tendrás a tu lado para que no escape, supongo.
—Correcto.
—Sabiendo cuál es la situación, ahora puedes irte, no voy a escapar de aquí, puedes enviar a alguien quien me vigile, porque no soporto verte.
—¿Me odias?
—No, no siento ningún sentimiento por vos.
—Antes de que perdieras los últimos días de tus recuerdos, me amabas.
— Espero no volver a recordar nada, así mi castigo será menos penoso.
— Según los médicos mañana te darán el alta.
—Si, lo sé.
—Mañana vendré a buscarte.
—No vengas, hazlo más fácil, manda a alguien más.
—Acostúmbrate a verme, ¿no quieres verme porque te recuerdo a Darío?...
—No voy a negar que tienes algo parecido a él, pero ahora estudiando la situación, es mejor que este donde está ahora.
Enzo se enfureció, y me dio una cachetada, amaba tanto a su hermano que no sabía quién era realmente.
No recordaba como lo había matado, pero si recordaba el hombre cruel que era, estaba tan cegada por su amor y su atención que cualquier cosa mala que hacía le perdonaba y pasaba de alto.
—Tu hermano era un maldito psicópata enfermó, y así quieres hacer justicia por él?. Te deseo suerte en eso Enzo.— le grité del alma.
Él me juzgaba por lo que había hecho, pero no sabía quién era realmente su hermano, Darío con su poder de docente, se acercaba a las estudiantes más jóvenes acosándolas y prometiéndoles la materia aprobada siempre y cuando se acostaran con él. Muchas veces lo vi y escuché, me vende los ojos para no ver esa parte de la realidad, porque tenía miedo de peder su amor. Era mi primer amor en todos los sentidos, y sin él creía que no podía vivir en soledad.
—No te permito que hables así de Darío. Que sea la última vez Aurora.
—Te voy a dar un consejo, averigua por tu propio medio, quien era realmente Darío.
Enzo ya no quería escúchame más, antes de irse tiro la puerta con toda la bronca.
Intentaba que los recuerdos vuelvan a mi cabeza, pero era difícil, por más que me esforzaba, nada recordaba.
Enzo llegó a la casa de su madre desestabilizado, tomó una copa y se sirvió whisky, intentaba calmar sus nervios.
—¿Por qué estás tan alterado?— su madre le preguntó.
—Mamá, perdón por llegar a casa así. Pero Aurora me está volviendo loco.
—Te dije que no era buena idea meterse con esa pendeja.
—¿Mamá?
—Qué mi amor.
—¿Tú crees que Darío hacía mal uso de su poder en la facultad como docente?
—¿Qué estupidez estás diciendo?
—Aurora era una estudiante muy joven, y sé fue vivir con ella. Darío sabía que estaba mal eso, por eso no nos dijo nada.
—Aurora seguro lo engatusó para que él rompiera las normas.
—Cualquiera que haya sido la situación Darío era el adulto, a pesar de que Aurora ya fuera mayor de edad, no tenía la madurez sólida.
—Esa mujer me quito a mi hijo, quiero verla destruida.¿o cambiaste de opinión al respecto?
—Mamá, esa mujer llevaba un hijo mío, y por mi estupidez lo perdimos, ¿acaso me preguntaste como me siento a respecto a eso?
—Fue lo mejor que pudo pasar, no te sientas culpable por la pérdida, sos joven y tendrás muchos hijos con una buena mujer.
La cabeza de Ezno iba a estallar si seguía escuchando a su madre, se fue la casa y entró directamente a la habitación, vio mis cosas y recordó los buenos momentos que habíamos tenido, recordó el día que me conoció y sonrió cuando vio mi rostro bien plasmada en su memoria.
Al final había logrado meterme un poco en su mente, pero no estaba segura si ocupaba un pequeño espacio en su corazón. Yo estaba completamente enamorada de él, ahora estábamos distanciados y no sabía por cuanto tiempo.
Al día siguiente muy temprano me cambié de ropa para volver a casa, me pasaba el cepillo por mis finos cabellos frente a un espejo en el baño, cuando sentí el perfume de mi esposo asomarse por mi espalda. No quería verlo. Enzo al verme sintió un cosquilleo en su corazón, me veía hermosa, sus ganas de querer quitarme la ropa para sentir mi cuerpo junto al suyo era notable. Di dos pasos para estar frente a él, sus ojos se penetraban en los míos, no sé dé donde saqué valor y me atreví a darle un beso. Tome sus labios con toda mi fuerza para que no logre separarse, aun principio lucho para apartarme, pero después de un tiempo cedió y disfruto de ese momento. Me tomó de la cintura con sus manos grandes, tenía curiosidad de saber si ya habíamos hecho el amor, porque mi mente no recordaba nada de ese pasado corto.
—¿Qué crees que haces?— Enzo me empujo soltando mis labios.
—Cumpliendo con mi rol de esposa— le respondí y salí del baño.
—Nuestro matrimonio es una farsa, no quiero que te vuelvas a acercar.
Tome mis cosas y salí de esa habitación, en el pasillo me cruce con el médico joven que me trataba con mucho cariño.
—¿Ya te vas?— me preguntó.
—Si, lo que voy a extrañar del hospital es verte— le dije sinceramente.
—En la semana volveremos a vernos, no faltes a las consultas.
—Te premote que estaré aquí.
El médico me abrazo antes de que me fuera, Enzo nos observaba a unos pasos.