Orien reencarnó en un mundo desconocido, luego de haber habitado por mucho tiempo en Goren y ahora siendo un mago de alto rango decide aventurarse por el inmenso continente Venus.
¿Qué nuevas aventuras descubrirá Orien Nadali?
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Emperador Gorian
El viento frío golpeaba fuertemente a Atan y Orien, quienes a pesar de la fuerte ventisca seguían avanzando hacia el castillo a penas visible por la espesa neblina.
—Me estoy muriendo de frío. —Orien volvió a frotar sus manos para producir algo de calor.
—Sería emocionante quedarse congelado, yo haría una pose elegante. —Orien se giró a ver a Atan con una mirada incrédula, no podía creer lo que acababa de decir el chico.
—El frío te está congelando las neuronas. —Orien soltó para luego seguir. Todos ingresaron al castillo, las puertas se cerraron detrás de ellos con un sonido inquietante y después reinó un silencio mortal en todo el pasillo principal. Dicho pasillo estaba decorado con varios cuadros, la mayoría de paisajes otoñales. —Guau, este sitio es hermoso. —Orien avanzó mirando a su alrededor con curiosidad.
—Me provoca ansiedad esas armaduras de hierro. —Atan señaló a los objetos que parecían estatuas de acero. Orien asintió luego de observar por un momento.
En el momento que Orien cruzaba frente a uno, la armadura se movió agitando su espada y Orien tuvo que retroceder para no ser alcanzado por el objeto filoso oxidado.
—Mierda, que susto. —Orien se puso una mano en la frente y antes de disparar una flecha de energía suspiró. —Vamos a durar un buen rato en este pasillo.
Tres días después.
Orien caminaba molesto por los pasillos del castillo, Atan le seguía con el rostro decaído (seguramente hambriento), todos se habían perdido debido a las estructuras complicadas del castillo, las cuales parecían cambiar de posición en cada momento.
Orien al ver otra puerta de color caoba, se acercó y pateó con fuerza; sin embargo en ese instante fue atacado por una lanza que casi le arrancaba la cabeza si no fuera por su velocidad de reacción.
—¡Dejen de lanzar cosas!
La habitación era una grande, con un candelabro en el techo, un cuadro en el fondo y un trono en donde se hallaba un elfo de hielo sentado, vestido con unas túnicas azules con blanco. En su cabeza llevaba una coronilla y su mirada era gélida, brillante pero sin transmitir mucho.
—Intrusos.
—Ajá, ya no los dijo como cincuenta veces tus súbditos. —Orien se quejó molesto, estaba harto de la mazmorra. Sin importar lo mucho que le encantaban las aventuras no podía aguantar tanto frío, estaba muriéndose; ya ni siquiera podía sentir los dedos.
El elfo de hielo se levantó molesto y vociferó algunas palabras en un idioma desconocido.
—¿Eso es élfico?
—No, y se llama Inri, no élfico. —Atan corrigió a Orien, quien se sorprendió por el conocimiento del joven. El elfo volvió a decir algo, luego atacó lanzando varias cuchillas de hielo. Orien y Atan esquivaron de manera elegante.
Pronto un patrón enorme se formó en toda la habitación en un color turquesa. Orien miró el suelo brilloso e intentó borrar las líneas con los pies, haciendo que el elfo de hielo se burlara por la acción.
—Ese estúpido, —Orien dijo mientras respondía lanzando una técnica de fuego. —A ver, ríete ahora.
Atan decidió atacar con sus cristales, y aunque el elfo las rompía fácilmente, fue la distracción perfecta para que Orien se acercara y de un salto le clavara la espada en de pecho al jefe de la mazmorra.
Luego comenzaron a explorar para conseguir algún objeto de valor, Orien se llevó un arco mientras que Atan trajo consigo un orbe extraño de color rojo.
Imperio Goren, capital Gales.
Dentro del palacio se hallaba el emperador Darién sentado en el otro, había una larga fila de personas esperando ser atendidas. El rostro del emperador demostraba lo cansado que estaba, su mirada perdida fija en el suelo y su mano apoyada debajo de su barbilla mientras reposaba en el apoyabrazos del trono.
Jonathan se encontraba parado a su lado, en su mano estaba un pergamino con el horario del emperador.
Las puertas del salón del trono se abrieron llamando la atención de ambos y los demás gorenses. Era la emperatriz, entraba con pasos firmes y delicados mientras portaba su vestido reluciente de un rojo vino, adornada con un hermoso collar de esmeraldas en su cuello, resaltando de esa manera el verdoso de sus ojos. Ella hizo una reverencia estando a unos metros cerca del emperador.
—Emperatriz, —Luego de que Darién dijera eso, asintió levemente dándole la oportunidad de hablar a su madre.
—He escuchado sobre la reciente noticia de la sitúa en Alfreimr, y si es verdad que los demonios intentan atacar a los elfos, el emperador de Goren debería ir en persona y mostrar su apoyo. Además, también el rey Mirzen acaba de salir de su entrenamiento; sería importante entablar una buena relación con el rey de los elfos.
Darién asintió con cansancio, sin embargo, uno de los consejeros se acercó rápidamente y luego de hacer una reverencia dijo.
—Si su majestad me permite, me gustaría dar un consejo.
—Habla. —La voz de Darién era firme y autoritaria, mezclado con algo de calma y pereza. Si seguía de esa manera se haría viejo antes de tiempo, pensaba el secretario a su lado.
—No me parece la mejor idea confiar en los elfos, los que vinieron a apoyar en el conflicto con el archiduque se notaban reacios con nosotros, inclusive se creían superiores a nosotros. Su majestad, hace poco usted fue coronado como emperador y créame que los demás reinos piensan que usted es inexperto, me temo que podrían aliarse para ir en su contra.
Darién miró al hombre reflexionando sobre sus palabras, razón no le hacía falta; pero no podía ignorar las palabras de la emperatriz. Ambos consejos eran buenos, y conociendo a Elios era seguro que la amistad entre Goren y Alfreimr seguiría por algunas décadas más.
—Gracias por el consejo, lo tendré en cuenta.
Luego de una hora más Darién al fin podía irse a descansar, se acostó boca abajo en la cama suspirando debido a la fatiga que sentía. Viendo en su escritorio el libro de magia recordó la mirada burlona de Orien y dio una vuelta intentando sacarlo de sus pensamientos.
—Justo ahora lo que necesito es una emperatriz…
Darién cerró los ojos con pesadez, esa idea no le agrada tanto a no ser que Orien tomara ese puesto.