Una Historia De Amor Inmortal

Elena se despertó con la luz del amanecer filtrándose por su ventana. Había pasado otra noche soñando con Adrian y la intensidad de sus emociones seguía reverberando en su pecho. Se levantó, se vistió rápidamente y bajó a desayunar, intentando dejar sus pensamientos en el pasado reciente. Su rutina escolar la llamaba, y debía concentrarse.

En la cocina, su padre la recibió con una sonrisa cálida. "Buenos días, Elena. ¿Lista para otro día en el colegio?"

"Sí, papá," respondió ella, esforzándose por sonar entusiasmada. "¿Tú cómo estás?"

"Bien, trabajando en algunos proyectos para la galería," dijo él. "Parece que vamos a tener algunas exposiciones interesantes pronto."

"Eso suena genial," dijo Elena, tratando de mantener la conversación ligera. Sabía que su padre estaba emocionado con su trabajo en la galería de Adrian, y no quería preocuparlo con sus propios dilemas internos.

Después de desayunar, Elena tomó su mochila y se dirigió al colegio. El aire fresco de la mañana la despejó un poco, aunque sus pensamientos seguían volviendo a Adrian y a la propuesta que le había hecho. ¿Cómo iba a explicarle esto a sus amigos sin revelar demasiado?

Cuando llegó al colegio, sus amigos Sarah, Tom y Emily la estaban esperando en la entrada. "¡Elena!" exclamó Sarah, corriendo hacia ella. "Estás más pálida de lo habitual. ¿Todo bien?"

"Sí, solo un poco cansada," mintió Elena. "¿Listos para otro día?"

"Claro," respondió Tom, sonriendo. "Tenemos matemáticas primero, así que más vale que te despiertes."

Elena rió, agradecida por la normalidad de la situación. Mientras caminaban hacia sus clases, Emily la miró con curiosidad. "¿Estás segura de que estás bien, Elena? Has estado un poco distante últimamente."

Elena dudó por un momento, pero decidió que era mejor compartir algo, aunque fuera vago. "Sí, estoy bien. Solo tengo muchas cosas en la cabeza. Mi papá está trabajando mucho y yo estoy tratando de adaptarme a todo."

Sus amigos asintieron comprensivos. "Te entendemos," dijo Sarah. "Si necesitas hablar, estamos aquí."

Elena sonrió, sintiéndose un poco mejor. "Gracias, chicos. De verdad lo aprecio."

Las clases pasaron en un borrón de lecciones y tareas, pero Elena no podía dejar de pensar en Adrian y en la nueva dimensión de su relación. ¿Cómo podía vivir una vida normal cuando estaba conectada a alguien tan extraordinario?

Durante el almuerzo, se sentaron juntos en su lugar habitual en el patio. El sol brillaba, y el ambiente era relajado. Elena decidió que era el momento adecuado para hablar con sus amigos sin revelar demasiado.

"Chicos," comenzó, tomando un sorbo de su bebida. "Quiero contarles algo, pero necesito que prometan que no van a hacer demasiadas preguntas."

Sarah, Tom y Emily intercambiaron miradas curiosas pero asintieron. "Claro," dijo Tom. "Prometido."

"Es sobre alguien que he conocido," continuó Elena, eligiendo cuidadosamente sus palabras. "Es... complicado. No puedo dar muchos detalles, pero esta persona es muy importante para mí. Ha estado en mi vida de formas que ni siquiera puedo explicar."

Sarah frunció el ceño, obviamente intrigada. "¿Alguien nuevo en Ravenwood?"

Elena asintió lentamente. "Sí, y no es como cualquier persona que haya conocido antes. Es... especial. Y eso me ha hecho pensar mucho sobre mi vida y lo que quiero."

Emily la miró con preocupación. "¿Estás segura de que es alguien de confianza, Elena? A veces las personas pueden parecer una cosa y ser otra."

"Lo sé," respondió Elena, sintiendo una punzada de inquietud. "Pero creo en él. Y sé que esto suena extraño, pero siento que lo he conocido toda mi vida."

"¿Y cómo te hace sentir?" preguntó Tom, serio por primera vez.

Elena suspiró, tratando de encontrar las palabras adecuadas. "Me hace sentir... completa. Como si todo en mi vida estuviera destinado a llevarme a este punto. Es una conexión que no puedo ignorar."

Sus amigos la miraron en silencio por un momento antes de que Sarah hablara. "Bueno, mientras estés segura y feliz, eso es lo que importa. Solo ten cuidado, ¿sí?"

"Lo seré," prometió Elena, sintiéndose aliviada de haber compartido al menos una parte de su dilema.

El resto del día pasó sin incidentes, pero Elena no podía evitar sentir un peso menos en su pecho. Hablar con sus amigos, aunque sin revelar todo, la había ayudado a procesar un poco más sus sentimientos y su situación.

Al salir del colegio, Sarah la detuvo. "Oye, Elena, ¿te gustaría venir a mi casa este fin de semana? Podríamos ver algunas películas y relajarnos un poco. Creo que te vendría bien."

Elena sonrió, agradecida por la oferta. "Me encantaría, Sarah. Gracias por ser siempre tan buena amiga."

Sarah la abrazó rápidamente. "Para eso están los amigos. Nos vemos mañana."

Mientras caminaba de regreso a casa, Elena se sintió más ligera. Sabía que sus amigos no entendían completamente su situación, pero su apoyo incondicional le daba fuerzas. Llegó a casa y encontró a su padre trabajando en su estudio, concentrado en una nueva pieza de arte.

"Hola, papá," saludó Elena, entrando al cuarto.

"Hola, cariño," respondió él, levantando la vista y sonriendo. "¿Cómo te fue hoy?"

"Bien," dijo Elena, dejando su mochila en el suelo. "Hablé con mis amigos sobre algunas cosas, y fue útil. Me siento un poco más clara sobre todo."

"Me alegra oír eso," dijo su padre, acercándose para abrazarla. "Es importante tener personas con las que puedas hablar."

Elena asintió, sintiendo el calor y el amor en el abrazo de su padre. "Sí, lo es."

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Elena miró el anillo en su dedo y pensó en Adrian. Sabía que sus vidas estaban entrelazadas de formas que aún estaba descubriendo, y aunque el futuro era incierto, estaba segura de una cosa: enfrentaría cualquier desafío con el amor y el apoyo de sus amigos y su familia.

Se deslizó bajo las sábanas y cerró los ojos, dejándose llevar por la tranquilidad del momento. Aunque su vida estaba llena de misterios y emociones intensas, también estaba llena de amor y amistad. Y eso, pensó Elena mientras se dejaba llevar por el sueño, era suficiente para darle fuerzas para enfrentar cualquier cosa que viniera.