Solo Un Deseo

Cuando mi tía Blanca vio a hacia Sky, sentí que el tiempo se detenía. Él estaba mirándola con la cabeza ligeramente inclinada, como si intentara descifrar quién era esa mujer que irrumpía en nuestra tranquilidad a primeras horas de la mañana. Pero yo sabía lo que venía. Podía ver la tormenta formándose en su expresión.

—¡¿QUÉ HACE UN PERRO AQUÍ?! —gritó, furiosa.

—Es... Sky —respondí en voz baja, como si decir su nombre pudiera calmarla—. Es mi perro.

Mi respuesta pareció encender aún más su enojo.

—¡¿UN PERRO?! ¿EN ESTE EDIFICIO? ¿EN QUÉ ESTABAS PENSANDO, MOCOSA? SABES QUE AQUÍ NO SE PERMITEN MASCOTAS. ¿QUIERES QUE TODOS LOS INQUILINOS SE NOS VAYAN ENCIMA? ¡ESTO ES UNA FALTA DE RESPETO!

Tragué saliva y traté de explicarle, pero ella no me dio oportunidad.

—Eres igual de irresponsable que tu madre, siempre haciendo lo que se te da la gana. Esto no es un refugio de animales, niña. Es un edificio respetable. —su tono se hizo más cortante y severo.

De repente, levantó la mano como si fuera a darme una bofetada. Cerré los ojos instintivamente, pero el golpe nunca llegó. Lo siguiente que escuché fue un ladrido fuerte y el sonido de Sky saltando entre nosotras. Cuando abrí los ojos, vi cómo mi tía retrocedía, asustada, mientras Sky le ladraba con una intensidad que nunca le había visto.

—¡¿QUÉ CARAJOS?! —gritó mi tía— ¡CÁLMALO, BROOKE! ¡HAZ QUE SE DETENGA!

Me apresuré a acercarme a Sky, tratando de tranquilizarlo, pero él seguía ladrándole con fiereza, como si supiera que quería hacerme daño. Su postura era clara como el agua y aunque intenté de todo para calmarlo, no me hizo caso, no parecía dispuesto a dejar que ella se acercara a mí.

Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, mi tía dio un paso hacia la puerta, murmurando algo sobre "ese maldito animal". Sky no dejó de ladrar hasta que ella cruzó el umbral y cerró la puerta con fuerza. Desde el otro lado, todavía escuché su voz llena de enojo.

—¡MÁS TE VALE DESHACERTE DE ESE PERRO O LA VAS A PAGAR CARO, BROOKE!

El eco de sus palabras me dejó paralizada. Sky, por su parte, dejó de ladrar en cuanto ella se fue. Me miró, moviendo la cola como si nada hubiera pasado, pero yo no podía dejar de sentirme angustiada. Me dejé caer sobre la cama, con las manos temblorosas.

—Sky... ¿Qué voy a hacer? —susurré, acariciándole la cabeza mientras él se sentaba a mi lado, mirándome con esos ojos que parecían entender más de lo que debía.

No podía deshacerme de él. No quería. Desde que Sky llegó a mi vida, todo parecía menos complicado, menos solitario. Pero ahora, las palabras de mi tía resonaban en mi mente. Me sentí culpable. Si tan solo hubiera escuchado la alarma y limpiado el patio antes de que ella llegara… nada de esto habría pasado.

Una sensación de impotencia se apoderó de mí. ¿Qué iba a hacer si realmente me obligaban a dejarlo ir? Las lágrimas amenazaban con salir, pero las contuve. Sky no se merecía verme así.

Él, como si entendiera mi angustia, apoyó su cabeza en mi regazo. Sus ojos brillaban con esa calidez que me hacía sentir que, pase lo que pase, no estaba sola.

—No te preocupes, Sky... —dije en voz baja, más para convencerme a mí misma que a él—. Encontraré la manera de protegerte...

Aunque mi corazón estaba lleno de dudas, en ese momento, mientras acariciaba a Sky, hice un juramento silencioso: haría lo que fuera necesario para mantenerlo a mi lado. Porque él no era solo un perro… ya era parte de mi familia.

Luego en la clase de taller, mientras el profesor explicaba las instrucciones del último proyecto del semestre, sentí cómo el aire en el aula se volvía más denso con cada palabra que pronunciaba.

—El proyecto será una escultura con temática de fantasía libre. Ustedes elegirán el material, pero debe tener el mayor nivel de detalle posible y un tamaño regular. Recuerden que esto representará una parte importante de su calificación final.

Un murmullo de descontento recorrió el salón. Algunos compañeros empezaron a alzar la voz, quejándose de lo apretado del tiempo. Yo misma conté mentalmente los días que teníamos: menos de tres semanas. Eso incluía las festividades de la Feria Navideña y los otros compromisos que venían con la temporada.

—¡Profesor! Esto es demasiado trabajo para tan poco tiempo —se quejó alguien desde la última fila.

Pero el profesor, con su habitual tono firme e implacable, les cortó de inmediato.

—Ustedes son artistas. ¿Qué clase de escultores serán si no pueden trabajar bajo presión? Este es un desafío para que se exijan. Además, depende de ustedes su calificación. No me vengan luego con excusas.

Un silencio incómodo se apoderó del aula. Vi a Shannon sentada a mi derecha, su expresión completamente abatida. Su cuerpo permanecía rígido, pero su mirada estaba perdida, como si su alma hubiera abandonado el salón. Cuando nuestras miradas se cruzaron, ella hizo una mueca que me hizo pensar que estaba a punto de romper en llanto.

Unos segundos después, sentí la vibración de mi celular en el bolsillo. Lo saqué disimuladamente y vi un mensaje suyo:

"¿Cómo rayos voy a hacer esto? ¡Tengo el evento de caridad que mi familia organiza! ¡Entre eso, mi desfile, la feria y ahora esta tarea, no voy a sobrevivir!"

Suspiré y le respondí:

"Lo resolveremos. Solo tenemos que organizarnos bien. No te preocupes tanto ahora."

Pero, siendo sincera, ni siquiera yo sabía cómo íbamos a resolverlo.

Mientras los demás volvían a sus quejas en voz baja, comencé a pensar en mi propia situación. Mi carga de trabajo no era tan abrumadora como la de Shannon. Aparte de la feria, tenía algo de tiempo libre y podría organizar mi tiempo luego del trabajo. Pero, a pesar de eso, la temática del proyecto me generaba una presión distinta. Fantasía libre...

¿Qué podría crear que estuviera a la altura de las expectativas? No podía darme el lujo de improvisar algo a última hora. Mi mente comenzó a divagar, buscando ideas entre mis recuerdos y sueños. Pensé en los libros que había leído, en las esculturas que había admirado, pero nada parecía encajar del todo. ¿Qué debería hacer? ¿Un dragón estará bien? ¿O un grifo?

Sentí que mi pecho se apretaba. Era frustrante no tener una idea clara. No quería decepcionar al profesor ni a mí misma. A la vez, deseaba que mi escultura pudiera transmitir algo especial, algo que fuera más allá de una simple tarea.

Volví a mirar a Shannon. Ella seguía tecleando frenéticamente en su celular, seguramente tratando de reorganizar su vida. Pensé en cómo siempre encontraba la manera de cumplir con todo, a pesar de sus múltiples responsabilidades.

Quizá… debería empezar por ahí, por encontrar un poco de inspiración en quienes me rodeaban. Miré mis manos, recordando que ellas, a través del material que eligiera, podrían darle forma a cualquier cosa que imaginara.