SEXTO libro de la serie ENTREGANDO MI CORAZON.
Desde que puedo recordar, todos buscan abrazarme, tomarme las manos o simplemente acercarse a mi. No soy alta, por lo que siempre me dicen que parezco una pequeña muñeca. Salvo mi familia, rehúyo de cualquiera... excepto él. Si está cerca mío, me alejo, pero por lo rápido que hace latir mi corazón.
Desde que puedo recordar, solo he sentido dolor, solo he escuchado gritos. Siempre estuve en un entorno frío y miserable, siempre me he mantenido distante... hasta ella. Siempre me he sentido cálido a su alrededor y me aterra que esa calidez se extinga, en manos de mi propia sangre.
La historia de Lily y Sebastian.
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LILY (CAP. 13)
Mi pa se escucha tan triste y tiene razón. Layla debe saber qué pasó y ya no hay nadie que la detenga de hacer lo que quiera, así signifique enterrar a la familia entera. A pesar de todo, no tenemos miedo. Ella nunca lastimaría a quienes no se lo merecen.
- Y tendrá ayuda si lo requiriera.
También, una verdad. Desde que tengo uso de razón, ella es la cabeza de familia de la tercera generación. No importa lo que diga la segunda generación. No importan los rumores que, en cada reunión, a tío Julian le encanta mencionar: que es una vaga con vida alocada. Lo más seguro es que quiera hacer mucho y para eso no hay forma que se haya quedado de brazos cruzados. Sobretodo si le era tan fácil ayudarnos con los bullyings, notas y horarios.
Lo escucho suspirar y nos despedimos. Empiezo a buscar vuelos. Lo más seguro es que Garreth esté en camino y los demás aún están en el colegio internado tratando de regresar antes de tiempo.
Llego a la casa y todo es un torbellino de actividad. Mi abuela está de un lado para otro, seguro para no colapsar. Mi abuelo está en su cama hospitalaria en su cuarto, sin hacer o decir nada. El alzheimer le avanzó demasiado rápido.
Ya terminaron las clases, y al día siguiente tenemos las puertas abiertas para recibir a todos quienes se quieran despedir: su urna ya está con nosotros. Todos los primos estamos en la parte de atrás, viendo a mis papás y tíos recibiendo los pésame de las amistades de tía Adriana. Me siento muy triste, pero desde que llegué siento la calidez rodeándome. Sebastian estaba cuando llegué y, aunque no habla mucho y mantiene su distancia, nunca me dejó sola. Espero hacer lo mismo para él, ya que siempre le decía mamá Adriana, a mi tía.
De un momento a otro, escuchamos el jadeo de mi abuela. Nos giramos a verla y vemos sus ojos bien abiertos. Volteamos a la dirección que está viendo y nos congelamos.
Ahí está.
Sabía que vendría. Siempre tenía la esperanza de volver a verla. Siento como esa base fuerte, inamovible, regresa a la familia. Layla está de vuelta, tan grande e imponente como siempre. Antes de poder ir a su encuentro, tía Leti y tía Rach ya la están abrazando. Vuelven a caer lágrimas de mis ojos al ver el dolor en los ojos dorados de mi prima mayor. Vernos a todos debe ser muy difícil, ya que se nota que somos familia; nos parecemos mucho. Seguro le hacemos recordad a tía Adri. Rápidamente enmascara su dolor, se separa de mis tías y va hacia mi abuela para abrazarla. Después nos deja helados cuando le habla a mi abuelo, quien está con la mirada perdida sentado en su silla de ruedas.
× El que debió morir, eras tú.
Es lógico que habla con todo el resentimiento. Para Layla, y para todos, el abuelo no debió enviar a tía Adri lejos. Mis tíos y mi pa arman una pésima escena, poniéndose como una barrera entre ellos, cuando es sabido que Layla no querrá acercarse más.
** ¿Cómo te atreves a decir eso? Todos extrañamos a tu mamá. Nosotros la conocimos mas tiempo que tú. No es momento de señalar culpables.
Cierro los ojos al escuchar al ridículo de tío Julian.