Sara: La Última Esposa

Sólo lejos de la presencia de Anthony Sara pudo dar un suspiro de alivio, fue a la oficina, se sentó en un sillón de cuero negro en la esquina de la oficina, sacó su celular y comenzó a buscar algo interesante para ver.

En esta casa el tiempo parece pasar muy lento, tal vez por la pésima compañía, descubrió Sara.

Estando sola y sin tarea que hacer en ese momento, Sara se encontró pensando en cómo está su padre y cómo la extraña, cogió el teléfono y con las manos un poco temblorosas pensó en llamar a Rafael, él era cruel con ella. , pero eso no acabó con el amor que Sara siente por su padre.

El teléfono sonó varias veces y sólo cuando estaba a punto de darse por vencido, Rafael contestó diciendo:

—Qué pasa Sara, ¿no me vas a decir que no pudiste hacer el trabajo?—Habló con soberbia gratuita, ella se sentía incómoda por ser sometida a eso, pero se tragó todo lo que quería decir sobre ser una verdadera padre, sonrió y dijo:

—No es el trabajo de mis sueños, podría llevarme a prisión o algo peor, el problema es que estoy aquí por gente carente de buenos sentimientos... Usted está incluido en esa lista, el señor Alfredo está completamente loco, me dijo varias cosas que terminé dándome cuenta que me mintió, me metió en un sanatorio y ya no contesta el teléfono, tengo miedo y como eres mi padre pensé que podrías ayudarme, no No quiero quedarme aquí, no me dejes en paz...

Sara siguió hablando, siempre llorando y usando palabras melancólicas tratando de tocar el corazón de Rafael y tal vez por estar demasiado concentrada en hacer un buen drama, tardó un poco en darse cuenta de que Rafael ya había terminado la llamada.

No hace falta decir cuánto le dolió eso a Sara, lloró aún más y se juró a sí misma que nunca volvería a llamar a ese hombre, ¿verdad?

—Que Dios me perdone por desconectarme de mi familia para siempre… ellos me abandonaron primero—murmuró para sí misma y se quedó allí pensando en qué haría con su vida de ahora en adelante. Al principio, Sara pensó en pedirle ayuda. Lia, pero la chica es sólo una empleada de una floristería y ciertamente no tiene suficiente dinero para ayudar a Sara a escapar del país, así que decidió dejar las cosas como están.

Se sentó allí, pensando en cómo sería si no hubiera firmado ese maldito contrato, incluso se preguntó si realmente eran tan malos los castigos mencionados por Alfredo, llegó a la mansión familiar de Albuquerque prácticamente con las manos vacías, allí ya Pasó hambre y fue tratado como un animal por Anthony, nada de lo dicho por Alfredo era válido hasta ahora, entonces los castigos pueden no existir, ¿no?

La cabeza de Sara era un desastre, se acomodó en el sillón y se tumbó pensando en su vida y terminó quedándose dormida sin darse cuenta.

...

"Tos tos"

El sonido de alguien tos sacó a Sara de su tranquilo sueño, miró en la dirección del ruido y vio a Elias, empujando la silla de ruedas de Anthony hacia la oficina.

Al ver eso saltó del sillón, luego se puso de pie, con las manos detrás de ella y mostrando una sonrisa tímida y dijo:

—Me alegro de que volvamos al trabajo, estaba cansada de no hacer nada—dijo sonriendo, pero su risa se apagó al notar que Anthony hizo una mueca al escuchar su voz.

—Ya puedes irte Elías, si me necesitas te llamo—dijo Anthony para luego girar las ruedas de su silla hacia el escritorio de la computadora, esta vez no se equivocó, y eso lo hizo sonreír un poco, Sara quedó encantada con esa sonrisa y ella también sonrió, pero al minuto siguiente recordó que ese hombre es molesto y solo merece estar solo, por lo que dejó de sonreír, asumió una postura profesional y dijo:

-¿Qué quieres hacer ahora? Noté que trajiste algunos documentos, ¿los vamos a analizar o tienes algo en mente?

Anthony notó el cambio en su forma de hablar, solo había una empleada cumpliendo con sus funciones, ¿por qué se entristeció un poco al ver eso?

—Informes – respondió en tono seco y luego colocó varios papeles sobre la mesa, Sara no dijo nada más, solo colocó una silla un poco alejada de su jefe y comenzó a leer con normalidad, esta vez no hizo tantos. repeticiones, y además no dio opinión sobre nada, ya no intentará ayudar a aquellos que no quieren ser ayudados.

Después de leer dos informes, Sara tomó el tercero y esta vez se dio cuenta que era diferente, lo analizó brevemente y se dio cuenta que era un proyecto. Por las altas ganancias vio que era uno de los documentos que tenía que enviar Alfredo.

“Ese hombre todavía me va a volver loca, pendejo”, resopló mentalmente al recordar a Alfredo diciendo que solo enviaría proyectos la próxima semana.

Sara se sintió engañada nuevamente, pero trató de ocultar su enojo y continuó leyendo los otros documentos, los que le envió Alfredo, los colocó en un rincón aparte, no le va a robar a ese hombre.

¿Cómo será tu conciencia después de eso? Sara no está de humor para descubrirlo.

Estuvieron allí por mucho tiempo, cuando Sara terminó de leer, Anthony pidió un bolígrafo y también indicaciones de dónde debía firmar, Sara se acercó y le dijo:

—Está bien, no hagas ningún movimiento todavía... voy a poner tu mano en el lugar exacto—dijo para luego tomar su mano, su tacto era fuerte y a la vez tan delicado, su olor también es bastante agradable, Anthony sintió algo extraño recorrer su cuerpo y por un momento pensó en dejarlo todo y dejar que esa mujer hiciera una diferencia en su vida, pero al minuto siguiente dejó de pensar en eso y solo se centró en escribir lo más claro posible. posible.

Al final de la tarde, Anthony terminó el trabajo, Sara se despidió de él y luego caminó hacia la puerta y antes de girar la manija, Anthony de repente habló:

—Quédese a cenar, señorita Sara, tal vez le guste la comida de Ana—dijo casi automáticamente, su rostro estaba ligeramente rojo, tal vez era vergüenza.

Resulta que Alfredo le dijo a Anthony que le había enviado dos proyectos demasiado caros, en la mente de Anthony Sara es una ladrona y ya hizo el trabajo, y tal vez ella tendrá el mismo destino que las otras esposas, por lo que piensa que este podría ser el suyo. última comida decente de ese joven.