Amor a domicilio, es una historia de romance que se centra en Lya, una chica pobre, pero trabajadora que tiene el sueño de superarse a sí misma. Para esto, ella toma cualquier trabajo para ahorrar dinero para la matrícula de la universidad donde ella quiere estudiar. También, está William un joven millonario egocéntrico que cree que todas las personas tienen un precio cuando están necesitadas. Accidentalmente, las vidas de estos dos se cruzan y viven una encrucijada hasta descubrir que son el uno para el otro.
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XIII.
LYA CAMPOS
William me había dado un celular para mantenerse comunicado ante cualquier cosa. Sabía que tendría un almuerzo con un señor de una agencia de modelaje.
Me tocó servir una mesa donde estaba un chico que era cliente fijo del cafetín. Siempre estaba leyendo un libro. Le llevé su café y una repostería.
— Aquí tiene su servicio de café— el chico me puso una mirada rara.
— Hola. ¿Tienes un rato trabajando aquí? — el chico preguntó.
— No tengo mucho. Me retiro joven. Tengo prohibido hablar con la clientela.
— Espera. Me llamo Erick. — Me extendió un papelito enrollado.
Tomé el papelito y lo guardé en el bolsillo de mi pantalón.
Mi turno terminó y como era una rutina, William me esperaba afuera.
—¿Cómo te fue amor? — le pregunté.
— Bien— él me tomó de la mano y empezamos a caminar— Firmé el contrato por un año. Creo que está bien. Mañana inicio. Pienso que ya no podré ir a dejarte a la cafetería.
Me detuve.
— Felicidades— lo abracé— entonces es hora de celebrarlo con una comida rica.
— Tú serás mi cena— puso esa risita que me excitaba.
— Caminemos. Creo que esa mirada tuya me ha dejado inquieta.
Llegamos al apartamento. Cerrando la puerta, empezamos a besarnos a lo loco, a desvestirnos, en eso cayó el papel que me había dado el chico del cafetín. William lo recogió y lo abrió. Su cara cambió por completo.
—¿Quién es Erick? — Preguntó teniendo el entrecejo fruncido.
— Es un chico que me dio ese papel en el cafetín, no es nadie importante. Apenas lo conozco.
Me tomó de la cintura.
— Tú eres mía, no se te olvide— rompió el papel en varios pedacitos.
— ¿Estás celoso?
— Un poco, Pero eso ya no importa.
Me tomó de la mano y me jaló hacia la cama. Terminamos lo que habíamos empezado.
— Te amo Lya. Espero que siempre seamos solo los dos.
— Yo también te amo.
— Cuando me paguen el primer salario, quiero que dejes de trabajar y te pongas a estudiar Medicina.
Estaba algo sorprendida. No podía creer lo que estaba escuchando.
— ¿Estás seguro? ¿Podrás pagar la universidad?
— Sí. La paga como modelo es buena, trataré de ahorrar un poco y comprar a futuro una casa bonita para ambos.
Abracé a William. Me sentía conmovida. Se me salieron unas lágrimas. ¿Estudiar medicina? Para mí eso es solo un sueño, algo que quería, pero que era difícil cumplirlo.
—No llores mi niña. Puedes ir viendo que universidad es la indicada.
Me levanté de la cama y me puse ropa.
— Voy a preparar algo de comer. Siento que muero de hambre.
Me sentía feliz.
William entró a la ducha y yo preparé la cena.
Cenamos y nos acostamos.
A la mañana siguiente. William se levantó un poco más temprano, se alistó y se fue a su primer día de trabajo como modelo. Yo quedé en la casa esperando mi hora para ir a mi trabajo.
Caminé hasta la cafetería. Erick estaba ahí afuera con un ramo de rosas. Hice como si no lo vi.
— Espera. Esto es para ti— le sonreí.
— No puedo aceptarlas. Yo tengo novio.
— Tómalas. Yo sabía que siendo una chica bonita, tendrías novio. A veces correr riesgos es bueno— Tomé el ramo y entré al cafetín.
Erick se retiró. Le regalé el ramo a una de mis compañeras de trabajo.
Estuve pensando un poco el asunto de renunciar y puse la renuncia. Haré mis quince días laborales según regla.
Mi hora en el cafetín terminó.
Al salir del trabajo, estaba William afuera. Quedé con la boca abierta al verlo. Me había acostumbrado a verlo con su camisa y jeans sencillos.
Traía un traje puesto que lo hacía ver sexi. Las chicas que pasaban cerca lo quedaban viendo.
— ¿Y eso?
— Es del trabajo. El fotógrafo dijo que podía tenerlo puesto un rato más. Así que quise venir así.
Él me tomó de la mano y caminamos hasta llegar al apartamento.
— Eres guapo y sexi, lo sabes.
— Si lo sé.
Los quince días pasaron rápido y dejé de trabajar en el cafetín. Me puse a buscar una universidad para estudiar medicina.
Mientras tanto William iba a su trabajo cada día.
Pasaron los otros quince días. William recibió su primer salario. Me acompañó a la universidad A, me matriculé en la facultad de medicina.
— A esforzarse para ser la mejor doctora.
— Lo haré.
— Mañana tengo una cena de bienvenida, no estaré un rato por la noche contigo.
— Está bien. Es tu cena de bienvenida, debes ir.