Lágrimas De Cristal

Aunque Anya se había negado a decir que le gustaría para navidad pensó y decidió pedirle a Bastian, más que un regalo era un favor, como Bastian le preguntó de nuevo.

— olvida eso y dime, ¿qué quieres o qué te gustaría?

— ya que insistes, lo único que deseo es encontrar a mi familia materna, no sé de qué ciudad era exactamente mi madre, pero mi tía tiene en su poder una carta que mi abuelo me envió hace años a mi madre.

— bien, ¿tu madre nunca habló de su familia, no te mencionó nada de tus abuelos?

— nada, por lo que mi tía mencionó solo una vez, era que, supuestamente mi abuelo no tenía una buena relación con mi madre, por esa razón no lo conozco.

— ¿y que harás si das con él?

— no lo sé, preguntaré por qué se alejó de mi madre y porque no me buscó cuando supo que mi madre ya no estaba.

— bien, si es lo que quieres entonces, te voy a ayudar, ahora necesito que digas, que si encuentras a tu abuelo y nada es como lo imaginaste, no permitirás que te afecte, no quiero que sufras una desilusión por su parte.

— claro, después de todo, no lo conozco para decir que me importa su cariño, solo quiero saber, porque tengo tantas preguntas y dudas sobre el pasado de mi madre.

— bueno, llegará el momento en el cual podrás despejar dudas, contrataré un detective privado, pero si tienes una foto de tu madre será más fácil eso ayudará.

— sí, tengo una, luego te la doy, siempre me preguntaba por qué no me buscó, hubo un tiempo en el que mi tía me culpaba por lo que le pasó a mis padres, y yo me sentía mal, sabes, sentía que ella tenía razón, con el tiempo entendí que nada es eterno, y que solo estamos de paso por este mundo, algunos no duran tanto, otros ni siquiera logran llegar, y a otros solo se les alarga su estadía.

Ellos pasaron la tarde charlando hasta que Bastian tuvo que irse, cuando se iba cada vez que venía, Anya sentía un vacío en el corazón, no sabía que significaba o porque lo extraña incluso estando con ella, no podía distinguir lo que sentía por él porque ni siquiera lo pensaba o imaginaba, solo lo miraba como un amigo al que le tenía mucho cariño y respeto.

Los días pasaron y Anya fue a la oficina de Bastian, nunca había ido y fue porque él se lo pidió, porque ella tenía que prepararse para el evento donde asistirían, solo que Anya llegó media hora antes, preguntó en recepción por él pero no quisieron atenderla, por lo que ella misma subió al piso de presidencia y fue directo a la oficina de Bastian, nunca en su vida le había pasado, y tampoco supo ¿cómo fue que ella hizo semejante intromisión?

Como no encontró a la secretaria ni había nadie en el lugar, por lo que decidió entrar, tocó la puerta una sola vez, pero así como la tocó, del mismo modo ligeramente abrió la puerta, la escena que observo fue muy impactante y dolorosa para Anya, pues miró como Bastian tocaba con sus manos el cuerpo de una mujer y la besaba con deseo, Anya solo tuvo unos breves segundos, al recuperarse dijo.

— ¡perdón!, lo siento.

Las dos personas la miraron fijamente sin poder hablar, ella solo cerró de nuevo la puerta y caminó por el pasillo de vueltas al ascensor para luego adentrarse en él, sentía una extraña sensación en el cuerpo como ganas de llorar, y una pesadez en el pecho que no le permitía respirar, las lágrimas salían solas y ella no entendía por qué, mientras trataba de contener las lágrimas bajó al primer piso, le preguntó a alguien donde estaban los baños y está persona la guio, una vez que entró y se pudo ver en el espejo no pudo reprimir más las lágrimas y las dejó salir con todas sus fuerzas.

Se llevó sus pequeñas y pálidas manos a la cara y se la cubrió con ellas mientras tapaba su boca para no gritar, luego de unos minutos reaccionó y de nuevo se miró en el espejo y se dijo ella misma.

— ¿ qué estás haciendo? ¿qué te importa lo que él haga, es su vida?

En ese momento supo que estaba enamorada de Bastian por eso le dolía lo que acababa de presenciar, siguió hablando sola mientras miraba reflejado su rostro.

— tienes que controlarte, esto no te puede afectar, no puedes permitir que te haga daño, él solo es tu amigo y puede hacer lo quiera. Era la forma como lograba calmarse cada vez que algo le molestaba, inclinó la cabeza y se echó agua en su rostro, una vez que secó su rostro y aplicó un poco de maquillaje salió del baño, no quiso volver arriba, así que siguió hacia la salida, pero cuando estaba a punto de irse pudo oír la voz de Bastian pronunciando su nombre, ella volteó y sí, era él.

— ¿por qué te vas? Hablemos.

— no, yo lo siento mucho, de verdad discúlpame, no debí de haber entrado sin permiso, no sé qué me pasó. Respondió con una leve sonrisa por los nervios.

— no tienes por qué disculparte, soy yo quien debe hacerlo, vamos a mi oficina, te lo explicaré. Exclamó Bastian también nervioso y avergonzado.

— no, no te preocupes, tú no tienes por qué darme explicaciones a mí, yo no soy nadie para que tengas que hacerlo, tú sabrás lo que haces, y como te dije, fue solo un error mío.

Anya salió a la calle y se subió a un taxi, dejando a Bastian solo, quién de inmediato corrió a su oficina por su teléfono y las llaves de su auto, mientras en el taxi Anya seguía llorando sin parar, al llegar al apartamento llamó a su amiga Alice, aunque se encontraban en continentes diferentes siempre

— Anya, ¿como estás? Pregunta Alice al recibir la llamada

— no estoy bien, quiero que estés aquí, te extraño.

— oye, ¿qué te pasa? Yo también te extraño, ¿qué tienes, te ha pasado algo?

— me siento muy triste, no sé qué hacer, nunca me había sentido así, hoy vi a Bastian besando a una mujer, y eso me dolió mucho.

— está bien, lo primero que tienes que hacer es calmarte, ahora, ¿si te dolió lo que viste es porque estás enamorada de él, verdad?

— si, siento cosas que nunca había sentido, siento celos, me estoy muriendo de celos y no sé qué voy hacer.