Santino al fin encontró a quién amar, pero todos ya habían decidido lo que él debía sentir por aquella mujer, al final él era el hombre del corazón de hielo, en el que solamente había amor para la familia.
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Trece
Denisse llegó a su casa y le contó a su tía y a su hermano las últimas cosas que habían pasado en su vida incluido su embarazo, omitiendo los gritos y amenazas de Óscar, al final no iba a resolver nada con que Lucas quisiera pedir cuentas al hombre, y al terminar, les dijo que en cuatro horas tomarían un vuelo a Inglaterra, ella se había encargado de separar los billetes mientras regresaba de la empresa.
La vuelta de la chica a su país natal fue más triste que alegre, su madre se deterioraba día por día aunque siempre tuvo una sonrisa para su familia, hasta que al cuarto día de la llegada de las mujeres, la mayor de las Taylor cayó en un coma para después dar paso a la muerte.
Mientras, ocho días después de irse a su viaje, regresaba Óscar, que hubiera podido hacerlo antes, pero quería aplacar su enfado lo más que pudiera y dejar un tiempo prudente para que Denisse se recuperara de lo que él le había ordenado que hiciera antes de partir.
- Buenos días señor- escuchó a otra mujer hablarle desde el puesto de su secretaria.
- ¿Quién es usted?- le preguntó sin responder el saludo de la chica.
- Soy la secretaria suplente, hasta que usted decida quién va a ocupar el puesto.- le aclaró ella.
- No la comprendo, por qué tendría yo una secretaria suplente, donde está Denisse. - el hombre ya estaba perdiendo la paciencia.
- Señor, la señorita Denisse presentó su renuncia hace alrededor de una semana.- le informó la chica que no se movía del lugar.
- ¿Renuncia ?¿ Por qué, quién autorizó eso?- ya el hombre no podía controlar su enfado y comenzó a gritar.
- No lo sé señor- dijo la chica temblorosa- Yo ni siquiera la conozco, nunca la vi, a mi solamente me contrataron para hacer una suplencia y es lo que he estado haciendo estos días.- y cuando el hombre iba a volver a gritar apareció su padre.
- Óscar ¿ Cuando llegaste?¿ Qué sucede, por qué estabas gritando? Tu voz se escucha en todo el lugar.- el padre no comprendía la exaltación de su hijo.
- Quiero saber quién autorizó la renuncia de Denisse- siguió gritando.
- Óscar, me parece que debemos entrar a tu oficina, ya te explico yo.- el joven obedeció- Bien ahora dime que sucede- le dijo el padre nada más estuvieron dentro.
- No sucede nada, solamente quiero saber quién autorizó la renuncia de Denisse y si se fue sin autorización te juro que estará pagando una multa por muchos años.
- Entonces tú fuiste quién la amenazó con lo de la multa.- le reclamó a su hijo, cuando la chica le habló de aquello no podía creerlo, eso era una mera formalidad del contrato.
- ¿Qué, vino a llorar a tus brazos, estás seguro que ella era sólo tu secretaria?- le dijo con despecho al hombre mayor sin detenerse a medir sus palabras.
Paf, sintió Óscar la mano de su padre en su mejilla y su cara se volteó con el golpe del hombre que le había dado la vida y que en todo ese tiempo nunca le había puesto un dedo encima si no era para acariciarlo.
- La próxima vez que quieras ofender a una mujer como Denisse, piénsatelo muy bien, y fui yo quién firmó su renuncia, y ahora ya no me da la gana de decirte el por qué se fue de esta empresa.- el joven todavía tenía su mano puesta en la parte golpeada de la cara cuando vio a su padre salir de su oficina dando un gran portazo.
Óscar no podía creer aquello que le estaba pasando, ella se había ido, había aprovechado su ausencia y había escapado como la vil mentirosa que era, pero él la iría a buscar y la haría volver, ella no podía irse de su lado, ella le pertenecía.
Calmó su coraje tirando todo lo que encontró a su paso, la oficina había quedado como un campo de batalla pero ya él estaba preparado para ir a buscarla, más de una vez la había llevado hasta su casa, así que no se le escaparía tan fácil.
Llegó hasta la casa de la chica que no era para nada lujosa, más bien pobre y fue hasta su puerta y comenzó a tocar, pero nadie le abrió.
- ¿Busca a la señorita Taylor?- le preguntó una mujer mayor.
- Sí ¿Puede decirme si estarán por aquí más tarde?- le dijo a la mujer lo más calmado posible, necesitaba información, y si no lograba inspirarle confianza a la señora, ella no le diría nada.
- Se fueron hace unos días. - le contestó la anciana.
- ¿A dónde se fueron?- quiso saber Óscar.
- No lo se, me pidieron que les regara las plantas porque tenían que viajar con urgencia, y hace tres días me llamó Letty y me dijo que una amiga vendría a buscar sus cosas personales por que iban a vender la casa y ayer vino una chica que se llevo algunas cajas y puso ese cartel de se vende- la mujer le señaló con un dedo y en ese momento Óscar reparo en el cartel que tenía a un lado y ese fue su baño de realidad, ella lo había dejado.
- Gracias. - le dijo a la mujer y salió andando hacia su auto, entró en él y puso la cabeza sobre el volante y se dejó llevar por la pena y lloró.
Él la amaba, lo sabía, sabía que la amaba, tanto así que no le hubiera importado seguir a su lado aún después de verla con otro hombre, y pensó en el embarazo, estaba seguro que ella se había ido por eso, pero él no podía aceptar aquello, no podía arriesgarse a que ella tuviera un hijo y menos si era de otro, entonces si la habría perdido para siempre, eso era mucho para él, un niño no, a los niños les suceden cosas y es mejor no tenerlos, él juró que nunca tendría niños cerca, que nunca más aceptaría esa responsabilidad en su vida.
Y allí estaba, al final la había perdido igual, tanto le importaba aquel tipo que no quería perder un hijo suyo, y recordó aquella vez que se habían dormido en el crucero viendo las estrella y ella en sus sueños mencionó un Damián, ese debía ser el Damián, el hombre al que quería tanto que hasta aparecía en sus sueños.
Levantó la cabeza del volante del auto y la recostó en el asiento para reponerse de el dolor que estaba sintiendo en su pecho, y con los ojos cerrados estabilizó sus nervios calmando su respiración, tenía que centrarse y pensar con calma, él tenía que encontrarla.
Restregó su pelo como si quisiera despertar de un mal sueño y suspiró pensando en los últimos minutos que estuvo junto a Denisse, el odio y la inseguridad le habían ganado y no había hecho las cosas como debía, pero si la encontraba eso se podría arreglar y sabía que ella lo perdonaría y todo seguiría como antes, y si ella quería tener ese niño, ya vería él que hacer más adelante para separarlo de ellos.
Y con ese pensamiento condujo hasta la empresa para ver que pasos seguiría.