Patricia Silva una abogada intachable, decide llevar un caso que le puede traer problema en su vida, ¿qué pasará con esta abogada? les invito a leer la historia.
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Capitulo 13
Ella suspiró, pero siguió adelante, por un momento su corazón se detuvo al escuchar sus palabras. Fue a despedirse de Loli.
— Lic. La voy a extrañar mucho.
— Yo también, Loli.
— Aquí están sus pertenencias, su teléfono y la llave de su auto.
— No quiero nada de eso, solo necesito mis documentos y las llaves.
Ambas mujeres se dieron un abrazo.
— Gracias, Loli.
— ¿Sientes algo por él?— él?—preguntó la señora, aún abrazada.
Patricia se separó de ella, la miró confundida, no sabía cómo responder a esa pregunta.
— Espero verte de nuevo, adiós.— dijo con tristeza, y se fue.
Al salir, pudo ver a Víctor aún en la misma posición. Ella se montó en su auto y empezó a conducir. Debería estar feliz, estaba viva y al fin era libre, pero sentía una nostalgia, unas ganas de llorar y un dolor oprimiéndole el pecho. — Maldición, ¿qué dominio me pasa? —se presentó ella misma, golpeando el volante.
Llegó a su casa, subió rápidamente a la habitación y se tiró en la cama a llorar. Lloró por un buen rato, una extraña sensación la hacía flaquear cuando su estado de ánimo debió ser otro.
Estaba decidida a denunciar a Víctor, pero necesitaba contarle a alguien lo que le había pasado.
Llamando a Gloria
“Hola, Paty”
“Hola, Gloria, ¿puedes venir a mi casa?”
“¡Sí, claro!, no sabía que había regresado de tus vacaciones.”
“Acabo de llegar, entonces te espero.”
Fin de llamada
Ella abrió las ventanas de su habitación, cerró los ojos y respiro profundo, sentía un alivio, pero también sentía un enorme vacío.
Media hora después llegó Gloria, su amiga y esposa de su hermano. Se sentaron en la enorme sala, las dos en el mismo sofá, pidieron jugo de naranja y empezaron su conversación.
— Party, amiga, ¿cómo estás?
— Estoy bien, supongo, ¿y tú?
— Bien, ¿y por qué esa cara, qué te pasa?
— Amiga, júrame que lo que te voy a decir quedará entre nosotras.
— Sabes que puedes contar conmigo.
— No quiero que nadie se entere por el momento, ni siquiera Freddy. Júramelo.
— ¡Oye! No traicionaría nuestra amistad ni por tu hermano, habla, ¿qué pasó?
Patricia le contó todo con lujos y detalles, su amiga estaba muy sorprendida y apenada.
— ¿Cuándo vas a poner la denuncia?
— Mañana lo voy a denunciar por secuestro, quiero que pague por lo que me hizo._— expresó decidida.
— ¿Solamente por secuestro, qué hay de lo demás?
— Sí, sabes bien que esto se va a convertir en un escándalo, no quiero que nos involucren sexualmente.
— ¿Es eso, oh, hay algo más? —preguntó intrigada.
— ¿A qué viene esa pregunta? Él pasará muchos años en prisión, con eso es suficiente.
— Paty, tengo una pregunta en la mente desde que me empezaste a contar lo que había pasado: ¿todas esas veces que tuvieron sexo fueron con protección?
Patricia abrió los ojos, jamás hubo protección entre ellos, y todas esas veces él había acabado dentro de ella. Su preocupación era notable, se levantó del sofá y caminaba de un lado a otro, pasando una mano por la cabeza y la otra en su vientre.
— Nunca hubo protección. —dijo exaltada.
— Cálmate, Paty, eso no significa que estás embarazada.
— Caray, hay un porcentaje muy alto de que sí. ¿Qué hago?
— Puedes realizarte una prueba de embarazo mañana, o para mejor resultado, puedes esperar unos días más.
— No, no quiero esperar, necesito saber si estoy embarazada antes de mandar a Víctor a la cárcel.
— ¿Y eso porque?
— Si estoy embarazada, voy a hundir al padre de mi hijo en la cárcel, eso sería un trauma psicológico para mi hijo.
— En parte tiene razón, pero ¿qué está pasando, te gusta, Víctor Torres?
— No, claro que no. Lo odio.
— ¡Ok! Mañana te espero en el hospital para hacerte los análisis correspondientes.
— ¿Qué voy a hacer si estoy embarazada?— expresó preocupada.
— Insisto que debería esperar unos días más para obtener un resultado confiable.
— No, si no sale nada en una semana, me vuelvo a realizar los análisis.
— Te espero mañana, ahora me voy, te quiero mucho, amiga.— ambas se despidieron.
Las horas pasaron, Víctor seguía en la cabaña, esperando que las autoridades fueran por él.
Patricia se encontraba sentada en el jardín de su casa, muy pensativa, era imposible para ella imaginar que podía estar embarazada, la sola idea la atormentaba.
Por otro lado.
Carla estaba preocupada por Víctor, la actitud de los últimos días no era normal. Desde la noche anterior no había sabido nada de él y decidió llamarlo.
“Hola”
“Víctor, ¿dónde estás? Estoy angustiada.”
“Estoy en miedo de un negocio.”
“¿Qué está pasando? Ya no llegas a dormir, todos los días tienes un bendito cargamento.”
“Perdóname, te prometo que eso va a cambiar, mañana nos vemos.”
“¿Mañana? ¿Eso significa que tampoco vas a venir hoy?”
“Carla, estoy muy lejos de la casa y, está por llover.”
“Está bien, cuídate mucho, te amo.”
Siguiente día
Patricia no pudo dormir, no solo porque pensaba en un embarazo, sino también porque extrañaba el silencio de la cabaña, y quizás algo más, pero no era capaz de reconocerlo.
Se levantó temprano, quería ir al hospital lo más pronto posible. Fue al centro de salud en donde trabaja su amiga Gloria.
— Paty, tienes que relajarte, estás muy tensa. —dijo su amiga.
— No pude dormir pensando en la posibilidad de un embarazo.— expresó con ansia.
— Vamos, no es fin del mundo.
Se dirigieron al laboratorio, le tomaron las muestras, después de unos minutos salieron a la sala de espera.
—Te puedes ir, yo te llamo para que vengas a buscar los resultados, eso demora por lo menos una hora.
— No, prefiero esperar, voy a la cafetería.
Ella aprovechó para hablar con sus padres, con su clienta, Daisy, y con otros clientes. Necesitaba ponerse al día con todos los casos que tenía pendientes.
No soportaba la angustia, faltaban unos minutos para cumplirse el lapso de una hora, y fue a buscar a su amiga.
—Gloria, ¿ya están listos?—preguntó con nervios.
—Te iba a ir a buscar, le pedí ayuda a uno de mis colegas y aquí están los resultados.
— Ábrelo, yo no puedo.
— Hazlo tú. Es el momento más emocionante de una mujer.
Ella agarró el sobre blanco y no lo podía sostener por los nervios. Exhaló y se dispuso a abrirlo. Como si de magia se tratara, la primera palabra que vio fue "positivo". Se dejó caer a la silla, en ese momento su mundo dio un giro de 180° grados.