Intentos desesperados para recibir amor fue lo que condenó a la joven señorita Vertron y un intento de asesinato fue el motivo de su ruina, de su muerte y del dolor más profundo que pudo recibir; la realidad de que no fue amada por nadie. Pero... ¿La muerte fue el final para la que era Villana para todos?
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Resentimientos...
—Buenos días, Archiduquesa.—
Saludó Anya haciendo reverencia mientras sonría fingidamente pues no sentía el gusto de saludar a quien cerró las puertas cuando pidió socorro. —"Hipócrita y Cobarde"— Protestó en su mente. No mantuvo la responsabilidad de sus palabras hasta el final y ese fue el motivo por el que Anya albergaba fragmentos de rencor hacia ella.
La Archiduquesa sonrió felizmente ante su saludo, pensando: —"¡Qué hermosa!"— Por desgracia para ella que deseó tener una niña, no pudo, por esa razón miraba a Anya como a su hija.
—Oh, aquí estabas también Kenai. Me imagino que deben estar ocupados, así que nosotras nos retiramos.—
Dijo la Archiduquesa tomando de la pequeña mano de la niña y arrastrándola con ella. La sirvienta las siguió y Anya siguió a la Archiduquesa sin opción. Todos se quedaron con un deja vu y el mayordomo no sabía cómo irse pues parecía que estos tres formidables hombres los habían dejado con palabras en la boca. A excepción del Archiduque Kenai, los otros dos se sintieron extrañamente molestos por haberse llevado de esa manera a Anya.
Por otro lado. La mano de Anya se quemaba, no soportaba ser tocada por esa persona. Suplicaba que llegarán pronto a cualquier que fuera el lugar que tenía en mente la Archiduquesa.
—Oh, regresó Archiduquesa.—
Escuchó Anya decir. Dejó de ver su mano y volteó a mirar a la persona que habló con entusiasmo. Una mujer bella de cabello café y ojos celestes claro, yacía sentada en el sofá de la sala de estar mientras tomaba un sorbo de té.
—"Debí suponer que iba a ir con la Duquesa."— Pensó Anya al observarla. Sin duda alguna, esos ojos fueron los que heredó Alice de ella, y el bello cabello rubio platino lo heredó del Duque Edgar. Entonces, ¿Por qué la niña de cabellos plateados no heredó ninguna característica de ellos? tal vez sufría alguna enfermedad o quizás, ella había heredado las características de sus antepasados, quién sabe...
—Buenos días, Duquesa.—
Como costumbre, Anya saludó haciendo reverencia.
—¡Que adorable! Pero Anya, no hay necesidad de ser tan formal con tu madre. ¿O sí?—
Cuestionó la Archiduquesa mientras tomaba asiento. Tomó su taza de té y observó a la Duquesa.
—No, claro que no jeje.— Contestó nerviosa la Duquesa.
—Señorita Anya, no hay necesidad de hacer reverencia con tu madre. Así que toma asiento.— Exclamó la Archiduquesa. Anya solo asintió y obedeció.
La madre de Anya es una mujer bella y brillante, amable en lo superficial y agradable. Por su apariencia y estatus que no era bajo, hacía que tuviera muchas amistades contundentes. Pero lo que más le daba relaciones sociales era la estrecha amistad con la Archiduquesa pues esta tenía una posición muy alta en la sociedad. Es la más alta después del Rey, y hasta se podía decir que llegaban a respetar más al Archiduque que a su majestad el Rey, eso gracias a sus triunfos, victorias y por sus grandes aportes al reino. Además de que originalmente, Kenai iba a ser el rey del país, pero le otorgó el puesto a su primo para ser feliz con su amada.
—Su majestad, Anya es una niña muy formal por eso es extraño que no siga las etiquetas de modales. Hasta las aplica hacia nosotros que somos sus padres ja, jaja.—
Insistió la Duquesa con desespero como si tratara de desaparecer malentendidos. —"Mientes... madre."— Afirmó Anya en su mente.
—¿En serio? Pero aún así, la señorita Anya es una niña muy hermosa. ¡Como quisiera tener una niña así!—
Exclamó casi suspirando. La Archiduquesa estaba encantada con la pequeña niña y aunque Anya lo sabía desde siempre por las incontables veces que ella en ¿el futuro? la ayudó en sus celos por Arian, claro, ese amor al parecer no fue tan grande como para creer en Anya cuando sucedió ese horroroso suceso.
—Jeje— Rió la Duquesa apenas audible.
Unas sirvientas llegaron, y rápidamente sirvieron el té a las tres. Anya forzadamente agarró la taza de té y tomó un sorbo. Las demás la siguieron también, pero la Archiduquesa no apartaba los ojos de Anya, por ningún momento.
—Linda, ven aquí. Siéntate a la par mía.— Pidió la Archiduquesa sin poder contenerse.
Anya mordió su lengua para evitar hablar —"Maldita sea."— Pensó. Se levantó con esfuerzo, caminó y se sentó en donde le había indicado. Pero siempre manteniendo distancia de ella.
—¿Te sientes mal querida? Es que te veo muy pálida.—
Preguntó preocupada la Archiduquesa al verla de cerca. Anya aún estaba débil, no se había recuperado por completo de eso extraño que le había pasado.
—Todo lo contrario Archiduquesa, me siento perfectamente.— Respondió nerviosa.
Dijo sonriendo fingidamente y la Archiduqesa sonrió felizmente aliviada.
—Y cuéntame ¿Qué te pareció Arian?— Interrogó repentinamente la Archiduquesa.
...PUNTO DE VISTA DE ANYA...
¿Pero qué?... ¿A qué se debe esa pregunta?
Bueno, a ver... mmmm —"¿Qué me parece el joven Arian?"— Ese niño... Me parece un niño atrevido, grosero y sobre todo un idiota. Jaja, como si tuviera el valor de decir eso.
—Mmm, el joven Arian me parece que es un niño inteligente.—
Respondí rotundamente fingiendo, pero obviamente no mostré ningún sentimiento que lo describiera como si estuviera fingiendo.
La Archiduquesa se quedó analizando mi rostro y golpeaba levemente su palma de la mano con el abanico cerrado. Lo repetía constantemente como si eso le ayudara a concentrarse.
—Oh si si si. Arian es muy inteligente, lo heredó de su madre je, je. Pero... ¿Te agradó? ¿Te gustó Arian?—
¿...Qué? Ahora que insinúa la Archiduquesa con preguntarle eso a una niña. ¿Quiere que le conteste que sí, que me gustó muchísimo? Ja, es una broma. Pero si debería responder sinceramente esa pregunta, respondería que no... nunca me han gustado los niños.
Y lo más tonto, es de que aún de niño es infiel... Jaja ¡¿Para que negarlo?! Él es totalmente un infiel que se enamoró de la hermana menor de su prometida y que para colmo en la otra vida se enamoró nuevamente de ella. Hasta se atrevió a desafiarme a mí nuevamente solo por consentir un capricho de Alice.
Pero esta bien, responderé. Le responderé con la más sincera respuesta que tengo.
—Sí, el joven Arian me agrada bastante y espero que en un futuro sea mi amigo.—
Le respondí con una gran sonrisa en mi rostro, pero extrañamente eso la sorprendió, pues...
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...PUNTO DE VISTA DE LA TERCERA PERSONA...
La Archiduquesa tomaba felizmente una deliciosa taza de té, esperando ansiosamente la respuesta de Anya.
Cuando Anya le respondió, no pudo evitar escupir un poco de té. Se había sorprendido de tal manera que hizo que su cuerpo reaccionara de ese modo.
La Duquesa, la madre de Anya rápidamente buscó servilletas para limpiarla. Estaba tan nerviosa por lo que sucedió, hasta se le había cruzado un pensamiento por su mente de que a la Archiduquesa le había disgustado el té. Pero la realidad era todo lo contrario.
Y por otro lado, Anya se veía tan tranquila sentada a la par de ella. No se inmutó ante el suceso anterior, era como si ya lo hubiese esperado o previsto de alguna forma.
La Archiduquesa había detenido las manos torpes de la madre de Anya, y señaló que parará, que ella se encontraba bien. La Duquesa con el rostro apenado se detuvo.
La Archiduquesa se recompuso sobre el asiento y tosió levemente para recomponerse.
—He, he, he si, sí, sí. Todavía eres una niña para tener ese pensamiento, pero de seguro conforme pase el tiempo cambiarás de opinión ja, ja, ja (se rió levemente). Además, hay muchos casos de los cuales así es como empieza el amor entre una hermosa joven y un caballeroso joven ¿verdad?— Preguntó, mirando a la Duquesa.
—Si, si sí. Es como usted dice Archiduquesa. De seguro serán unos pequeños amantes cuando crezcan he, he, he.— Respondió nerviosamente.
—Jaja, me gusta como piensa duquesa.— Exclamó la Archiduquesa.
Extrañamente el ambiente entre ellas mejoró notoriamente. Había un ambiente de leves risas y opiniones compartidas entre ellas. Pero desgraciadamente, como en todo momento feliz había algo o alguien que intervenía y estropeaba esa bonita alegría y ese alguien no era nadie más que Anya.
—Disculpen por intervenir en su alegre y divertida platica. Pero aunque soy una niña, sé muy bien lo que es amar profundamente a alguien. No un amor cualquiera (Se acerca el té a sus labios sin tomar, solo disfrutandolo con el sentido del olfato) sino un amor que se da entre un hombre y una mujer. Y les aseguro que no habrá ese tipo de relación con el joven Arian, (las mira con su expresión seria) nunca. Y creo saber que el Joven Arian también comparte esa idea.—
Ambas quedaron sin poder decir algo por la sorpresa, y no solamente ellas habían quedado sorprendidos sino que también los elegantes intrusos que se escondía atrás de la puerta de la habitación escuchando a escondidas.
Por desgracia para ellos . Por su sorpresa, cargaron de mucho peso a la pobre puerta y esta sin poder resistir más se abrió; dejando a la vista a los tres padres sorprendidos.
Las dos damas que se encontraban sorprendidas hace un rato, quedaron más sorprendidas y con los ojos bien abiertos al voltear la vista hacia la puerta que hace un momento había hecho un ruido y mirararon a tres hombres parados adentro de la sala. Ambos con posiciones que los delataban.
aburrida
Alguien que me responda porfa