De la novela "Los hijos que me dio la vida", de la cual surgieron tantas historias con cada uno de sus personajes más relevantes, llega ahora la historia de Emma e Isabella: dos hermosas niñas que fueron la cereza del pastel y la cura para un par de almas rotas. Dos personas que fueron víctimas de la vida y de las circunstancias, pero que, juntos, sanaron y dieron vida a sus dos princesas.
Ahora, esas pequeñas han crecido. Las gemelas maravilla tienen 27 años y han vivido una vida cargada de locuras, ingenio, travesuras y momentos llenos de risa. Comparadas con sus hermanos —en especial con Duván, el más revoltoso—, ellas siempre llevaron todo al extremo. Nunca hubo tranquilidad en ese hogar, pero heredaron el corazón noble de sus padres. Aunque son mujeres alocadas, poseen muchas virtudes y una lealtad inquebrantable.
A sus vidas llegarán dos personas que les robarán la razón y harán palpitar sus alocados corazones. Acompáñenme en esta nueva aventura.
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CAPITULO DOS
A las 8 de la mañana, llegó Don Arnulfo a recoger a Emma e Isabella, las chicas ya se encontraban listas, incluso se había levantado temprano para llamar a sus padres, luego bajaron al restaurante del hotel y desayunaron algo rápido.
- Buenos días, señoritas, ¿preparadas para el viaje?_ preguntó el amable señor.
- Buenos días, Don Arnulfo, más que listas, ¿cuántas horas son de viaje?_ preguntó Emma.
- aproximadamente 5 horas y media, Pero depende del tráfico saliendo de Bogotá, aquí es caótico muchacha, pero el auto es cómodo, podrán dormir sin ningún problema _ les aseguró.
Las gemelas se subieron al auto, mientras Don Arnulfo subió sus maletas a la cajuela, luego él se subió y comenzó a conducir. Dos horas después, lograron salir de Bogotá, luego el auto avanzó a buena velocidad, mientras escuchaban su música favorita, que el señor se encargó de ponerles para que se sintieran más cómodas.
Poco a poco, se quedaron dormidas, y cuando abrieron los ojos, se dieron cuenta de que ya no había casas alrededor, solo una larga autopista, que entre curvas y naturaleza, se lograba avanzar, cada cierto tiempo, llegaban a pequeños caseríos, pasando por Fusagasugá, Melgar, El Espinal, entre otros pueblitos, hasta llegar a Murillo, allí, con el aire más fresco, un pueblo pequeño, pero acogedor, Don Arnulfo condujo hasta un hostal, lindo y temático, allí habían hecho la reserva.
Les ayudó con sus equipajes, una vez adentro, los encargados del hotel, las guiaron a su habitación, ellas los siguieron, no sin antes despedirse del amable señor y agradecerle por haberlas llevado. Cuando entraron a la habitación, habían dos camas muy cómodas, también tenían una pequeña cocina, un televisor pequeño y un ventilador de techo. El encargado les pasó cobijas y algunas sabanas extra, les explicó que últimamente el frío estaba intenso en las noches.
Luego se retiró y ellas quedaron solas en la habitación, se turnaron para darse un baño, y cuando se cambiaron, salieron a buscar algo para almorzar, Cuando por fin encontraron algo, almorzaron y disfrutaron del panorama, caminaron un poco por el parque y luego regresaron al hotel, ya casi eran las 6 de la tarde, compraron algo para cenar de camino y subieron a su habitación, al estar en su habitación, revisaron su correo y allí estaba el cronograma para mañana comenzar la excursión hacia el parque de los nevados.
Cenaron y se dispusieron a dormir, debían estar descansadas, en el correo decía que a las 4 de la madrugada pasarían a recogerlas al hotel.... La alarma sonó a las 3, Emma fue la primera en levantarse, asustada despertó a Isabella, quien estaba un poco desubicada.
- ¡que, que, que pasó!_ dijo tratando de entender lo que estaba pasando.
- en una hora pasarán por nosotros _ le explicó su hermana.
- quien, por qué, a quiénes _ aún seguía confundida, Emma no pudo aguantar la risa.
- Vamos, ya, reacciona_ Isabella logró estabilizarse, se sobó los ojos antes de ponerse de pie.
- Me bañaré después de ti _ le dijo Isabella.
Emma entró al baño y al poco tiempo ya estaba afuera, se dispuso a vestirse mientras Isabella se metió a la ducha.
Faltando un cuarto para las 4, ya se encontraban en la recepción, un hombre de aproximadamente 45 años se acercó a ellas, traía unas botas de senderismo, y ropa gruesa, con un gran bolso.
- ¿Isabella?, ¿Emma?_ las chicas asintieron _ mucho gusto, soy Daniel, seré su guía, ¿están listas? allí afuera están los demas_ explicó.
- Si, muchas gracias - dijeron y se dispusieron a salir del hotel, siguiendo los pasos de aquel hombre, quien mientras caminaba, les iba explicando cómo sería la dinámica.
Cuando se dieron cuenta, ya estaban reunidos con un grupo de 15 personas más o menos, entre ellos, hubo una conexión por medio de miradas de Emma y un chico guapo de aproximadamente 30 años, aunque fue algo esporádico y casual, no pudo evitar sentir una fuerte atracción, algo extraño, teniendo en cuenta que apenas se habían visto, ni siquiera sabían sus nombres.
- Bueno, chicos, nos repartiremos en dos camperos que nos llevarán hasta el inicio del sendero, desde allí ya corre por cuenta de nosotros llegar al punto máximo_ les dijo el guía.
- ¿cuánto tiempo tardaremos en llegar?_ dijo uno de los excursionistas.
- El recorrido es muy variable, hay partes platanas, como grandes inclinaciones, y descensos, así que tardaremos alrededor de dos horas en llegar hasta el punto máximo, dónde podrán apreciar la belleza que nos ofrece el parque nacional de los nevados, allí también veremos muchos frailejones_ comentó el guía.
- ¿Frailejones? ¿cómo la canción?, ¿la recuerdas? Nosotras la cantamos_ decía Isabella emocionada, Emma trataba de callarla pero ella de verdad estaba emocionada.
- Si, como la canción _ respondió el guía con una sonrisa en sus labios al notar el entusiasmo de la chica.
-🎶 ¡Hola!🎶
Mi nombre es Frailejón Ernesto Pérez
Te quiero saludar
No me conoces
Pero yo a ti sí sí
Yo soy tu amigo,
tu amigo Frailejón Ernesto Pérez🎶_ los demás se unieron al entusiasmo de Isabella y la acompañaron en la canción _
🎶Te quiero saludar
Soy una planta
Sin mucho color
Cuidar el agua es mi profesión
Yo soy tu amigo
Tu amigo Frailejón Ernesto Pérez
Y te vengo a enseñar
que apagues luces antes de dormir
No gastes agua si no es de consumir
Que cierres llaves si te has de cepillar
Y las basuras aprendas a reciclar🎶
Yo soy tu amigo
Tu amigo Frailejón Ernesto Pérez
Pérez por mi papá que es muy grande
Un gran frailejón que cuida el agua
Como la cuido yo
Te digo niño
Te digo yo a ti
Que seas un héroe
Uno de profesión
Que apagues luces antes de dormir
No gastes agua si no es de consumir
Que cierres llaves si te has de cepillar
Y las basuras aprendas a reciclar🎶
Que siembres plantas para tu hogar
No olvides nunca que yo te cuidaré
Yo soy tu amigo
Tu amigo Frailejón
Ernesto Pérez y te traigo una lección.🎶
Cuidar el agua como lo hago yo
La la la la la la la la la la🎶
Terminaron la canción en medio de risas, luego se subieron a los camperos y se pusieron en marcha. Después de estar 40 minutos en carretera, llegaron, se bajaron del auto, y se acomodaron en una cabaña que había a un costado, allí organizaron el equipaje y comenzaron la travesía.