¿Que sucede cuando quieres algo con todas tus fuerzas? ¿Lo tomas por las buenas o por las malas? Mi vecina me vuelve loco y haré lo que sea con tal de tenerla, aunque ahora solo puedo conformarme con espiarla algún día será mía. Eso es un hecho.
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CAPÍTULO XII
Han pasado dos meses sin salir prácticamente de mi casa. Me parece que esto se me está saliendo de control. Hoy recibí un nuevo mensaje de Amanda.
📱Chris, me preocupas, hace meses que no te veo ni sé nada de ti. Por favor, merecemos una charla para aclarar las cosas.
Me quedo mirando la pantalla de mi teléfono como un bobo, muero por verla en persona, por decirle que no soy un niño y que daría lo que sea por demostrárselo.
Si no tuviera las cámaras habría sucumbido mucho antes a sus pedidos, pero me refugio en las pantallas. Si ella supiera todo esto no volvería a hablarme jamás y seguramente iría preso por acoso.
Mientras pienso en todo esto mi teléfono vuelve a sonar, esta vez es Fernando.
📱Bro!, estoy de vuelta en la ciudad, es urgente que nos veamos, tengo excelentes noticias 😊 que merecen una celebración. Sin excusas te espero en el club Scandal, no me falles!
¿Salir? No tengo ganas, es como si un ancla me retuviera en mi departamento y no me permitiera moverme más allá de los límites de este. Sin embargo, una negativa haría que Fernando viniera a buscarme y ahí sí quedaría al descubierto. Mejor contestar.
📱Hermano! Que alegría que hayas vuelto. Si hay buenas noticias ahí estaré. A qué hora te parece?
📱💪🏻 a las 22 nos vemos ahí, no puedo esperar para contarte todo!
Suelto una risa meneando la cabeza, viniendo de mi amigo puedo esperar cualquier cosa, seguramente pudo abrir el gimnasio pero me intriga saber que pasó con la mujer que lo trae loco. Aunque, a juzgar por lo que leí, algo bueno debe haber pasado entre ellos.
El día recién comienza, por lo que tengo tiempo de sobra para prepararme y hacer mi rutina diaria. Me miro en el espejo después de la ducha y pienso que, definitivamente, necesito ir a la barbería. Mi cabello ha crecido considerablemente al igual que mi barba, me veo descuidado.
Reviso las cámaras viendo a Amanda salir para su trabajo, hoy está bellísima, su cabello trenzado, un traje de dos piezas que se ajusta a su cuerpo, haciéndola lucir muy profesional pero sexy a la vez.
Me preparo para salir también, necesito comprar algunas cosas y de paso ir a arreglar mi aspecto. Paseo por la ciudad un rato, compro algunas prendas de vestir para la noche, el club Scandal es un poco exclusivo y no cualquiera entra ahí. Una vez que tengo lo necesario voy a la barbería de siempre donde me realizan un corte de cabello, decido sacar la barba por completo, eso me hace lucir aún más joven, pero me siento más prolijo.
Cuando termino ya es la hora del almuerzo, voy al bar de siempre, al que hace meses que no vengo, por cierto, me ubico en una mesa, la camarera se insinúa agachándose cerca de mí, mostrando su prominente escote, realmente no estoy interesado, pero definitivamente pasaría un buen momento con ella. Luego de tomar mi orden se retira meneando sus caderas y es inevitable mirarla.
Al terminar mi comida pido la cuenta y recibo un número de teléfono y una guiñada de parte de la bella mujer. Sonrío con timidez, si ella supiera como soy no sería tan coqueta conmigo. De todas maneras lo guardo, por las dudas.
Llegando a las torres me encuentro de frente con Amanda, la sorpresa es tanta que me paralizo en mi lugar. Ella también me ve y se acerca a mí con una sonrisa tímida.
— Hola Chris — solo está a dos pasos de mí y puedo sentir su exquisito perfume, todos mis sentidos se alteran. — Te ves muy bien.
— Amanda — mi tono es frío, seco y distante. No pretendía que saliera así, pero bueno, es lo que hay.
— Llevo tiempo queriendo contactarte. Hasta pensé que te habías mudado ¿cambiaste tu número de teléfono? — está intentando descubrir si la he ignorado deliberadamente o no.
— Vivo en el mismo lugar y tengo el mismo número —al parecer el chiquillo tímido que tartamudeaba en su presencia se ha esfumado. Tal parece que perfeccioné actuar como un imbécil arrogante.
—¡Oh! —es lo único que sale de su boca al darse cuenta de que la he estado evitando a propósito, su mirada se vuelve triste — De acuerdo, entiendo que actúes así conmigo. Simplemente, quería disculparme en persona por lo sucedido aquella vez. — su voz tiembla un poco, pero se recompone rápidamente.— Que sigas bien. — da un paso hacia atrás con la intención de marcharse, pero mis palabras la detienen.
— No necesito ninguna disculpa, bien lo dijiste eres una mujer adulta que sabe defenderse y entendí que no era mi lugar, ni siquiera como amigo —no puedo evitar que mis palabras sean filosas, sigo dolido con ella.
Amanda frunce el ceño por un momento y aparta la mirada, puedo ver sus emociones latiendo en su piel, la he puesto incómoda. Se coloca un mechón de pelo detrás de su oreja y acomoda su trenza a un lado.
— Yo... No quise... — ahora es ella quien balbucea y algo en mí se oprime pero lo reprimo. Quiero dejar en claro que aunque sea un niño para ella no podrá jugar conmigo ni manipularme a su antojo.
— Amanda, no necesito ninguna explicación o disculpa, tú y yo no somos nada. Ni siquiera llegamos a conocernos bien. — aunque yo sí la conozco, quizás mejor que nadie — Puedes estar en paz porque no me debes nada.
— ¿Desde cuándo te volviste un idiota? — ahora habla con molestia y puedo ver la furia brillar en sus ojos — Realmente pensé que éramos amigos.
— Quizás desde el momento en el que tú me trataste como basura solo por preocuparme por ti — ahí está otra vez, una cuchilla en mi lengua que quiere herirla. Al parecer lo he conseguido porque agacha la mirada, sabiendo que tengo razón.
— Si así te sientes... Lo único que puedo decir es que lo lamento, mucho, de verdad.
Sin decir nada más gira sobre sus talones y camina hacia su Torre. Yo me quedo parado ahí sintiéndome un completo patán. No era necesario ser tan duro, pero de cierta manera me siento más liviano. Jamás había experimentado esta sensación liberadora de decir lo que siento sin tropezar con mis palabras y me gusta. Quizás no era la manera, pero tengo que hacerme valer.
Sigo mi camino al departamento y mientras subo en el ascensor tomo una decisión. Es hora de olvidarme de ella.