Apuesta De Amor

Lunes por la mañana, me senté en mi pupitre de la clase de literatura junto a Nadia y Hanna.

Mientras la profesora comenzaba a hablar sobre Shakespeare, miré alrededor del salón y comenté:

—Hoy todas las chicas están más arregladas que de costumbre—

Nadia sonrió con picardía y se inclinó hacia nosotras:

—Es porque los 'Bombones del Instituto' volvieron hoy... después de tres meses en un internado en el extranjero.—

Hanna suspiró dramáticamente y agregó:

—Y todas las chicas se mueren por ellos... especialmente por Axel, el chico malo—

Me encogí de hombros con indiferencia y dije:

—Solo chicos guapos, me imagino... nada fuera de lugar.—

Nadia y Hanna se rieron y continuamos charlando hasta que sonó el timbre, señalando el cambio de clase.

En Matemáticas, nos sentamos en nuestros pupitres mientras el profesor distribuía las hojas del examen.

Justo cuando estábamos a punto de comenzar, la puerta se abrió y...

entró él.

El mismo chico castaño, engreído y guapo que había invadido mi cocina el fin de semana.

Todas las chicas del salón se quedaron con la boca abierta y comenzaron a babear descaradamente mientras él se acercaba al profesor con una sonrisa confiada.

El profesor lo miró por encima de sus gafas y dijo:

—Señor Scott, llegó tarde. Por favor, tome asiento.—

Mi corazón se aceleró mientras él recorría la sala con la mirada... y se detuvo en mí, con una ceja levantada en reconocimiento.

Las chicas a mi alrededor susurraban y se daban codazos, completamente hipnotizadas por él.

Yo, por otro lado, sentí una mezcla de irritación y atracción.

Sí que está bien bueno, mejor que Gabriel. Pero no le voy a demostrar a ese imbécil que me atrae.

Lo miré con indiferencia mientras caminaba hacia mí dirección en busca de su asiento.Se sentó en la última fila, justo detrás de mí, y no me quitó los ojos de encima durante todo el examen.

Mientras el profesor revisaba los exámenes, me incliné hacia adelante para hablar con Meredith, que estaba sentada al frente de mí...

—Sí que te encanta el profe Jaxon— susurré levemente sobre su oído, mientras ella se mordía la comisura de sus labios

—Mira esos brazos, definitivamente es perfecto — susurró Meredith sin quitarle la vista al profesor quién estaba concentrado calificando los exámenes

— La verdad sí. Imagínate tú debajo de él gimiendo. Ahh Jaxon, más duro— gemí levemente, sobre su oído

— Basta, no me hagas pensar en esas cosas. Y yo no gimo así — dijo poniendo sus manos sobre mi boca como muestra de que guardará silencio, estaba roja como un tomate

 La falda de mí uniforme se alzó ligeramente, y sentí una mirada intensa en mi espalda.

Me volví ligeramente, y mis ojos se encontraron con los del castaño, quien me tenía la vista clavada.

Me senté nuevamente en mi asiento, unos minutos después, sentí como su aliento rozaba mi oído.

—Me encanta como gimes, es una lástima que lo hagas en silencio — sentí una electricidad sobre mi espalda.

—Cierra la boca Scott, no me conoces — dije con desdén

—No hace falta conocerte, me ha tomado solo tres minutos verte las nalgas — susurró en mi oído, con una voz ronca y peligrosamente sexy— y pensar en lo bien que se escucharían esos gemidos en mis oídos, mientras te follo sobre este escritorio— Dios que excitante, que tentación. Pensé mientras tragaba saliva con dificultad.

—¿Qué te hace pensar que quisiera follar contigo?— dije con dificultad, mi voz apenas audible — cierto, se me olvidaba que tienes el ego por los cielos y crees que todas las chicas quieren estar a tus pies—

— Tu boca dice una cosa, pero tu cuerpo otra. Puedo ver como se te eriza la piel solo con escucharme susurrar

—En tus sueños Scott

— No me importaría tocarme en frente de toda la clase, ¿Quieres ver cómo la tengo a causa de tus gemidos?— preguntó con una leve risita

¿Qué? ¿Acaso ese imbécil piensa en...?

—No te atreverías— respondí de manera desafiante en un susurro

—¿Quieres ver?— Sentí como pasó una de sus manos por mi pierna, al sentir su tacto en mi piel, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.

Sentí su mano húmeda y pegajosa.

—Maldito— susurré con desdén

—No es mi culpa que tengas unas curvas que me vuelvan loco, y aún no se me quitan las ganas — sentí como mordió sutilmente el lóbulo de mi oreja.

Este imbécil no sabe con quién se está metiendo, ¿Seducirme a mí? ¿A la reina de la seducción? Jamás.

—Vaya, el chico lindo se muere de ganas por mí, ¿Dónde quedó tu ego Scott?

—La que se muere de ganas es otra, ¿No rojita?

Sí, me muero de ganas, más porque es un bombón. Debe follar delicioso

¿Por qué mi conciencia me traiciona de esta manera?

Porque eres jodidamente caliente y ese castaño te acaba de excitar

Cállate, definitivamente tendría que tener un botón para apagar mi conciencia

Estaba a punto de responderle, cuando de repente el profesor Jaxon me llamó

—¡Morano!—llamo el profesor desde su escritorio —Tu examen — me levanté lentamente, sentí como el profesor me miraba de una manera penetrante, ¿acaso sabía lo que estaba haciendo ese imbécil conmigo?

Tomé mi examen, y me volví hacia mi asiento.

— Aún no me respondes—

En ese momento, la campana sonó anunciando el cambio de clases nuevamente.

Tome mis cosas rápidamente, él se levantó y me susurró un:

—Salvada por la campana, la próxima no te me escapas —

¿Escapar yo de un bombón? Jamás

Me dirigía a mi próxima clase por el pasillo cuando de repente me encontré acorralada contra la pared por Dan, un chico popular del instituto.

En todo este tiempo no ha hecho nadamás que coquetearme y perseguirme, aunque es guapo, no es mi tipo.

—¿Por qué tan sola, Astrid?—, preguntó con una sonrisa arrogante, su aliento cerca del mío.

Intenté empujarlo, pero era demasiado fuerte y no se movía.

—Déjame en paz imbécil — dije con desdén.

Me he contenido durante todo este tiempo para no llamar la atención, no me quedará de otra que matarlo para que me deje en paz.

Justo cuando pensaba que iba a tener que golpearlo, un puño voló hacia la cara de Dan y lo golpeó con fuerza, enviándolo al suelo.

Me quedé con la boca abierta mientras un chico SUMAMENTE guapo, con ojos verdes brillantes y cabello pelirrojo, realmente alto, se erguía frente a mí.

Mi corazón se detuvo, bloqueada por su belleza, Dios mío, es un bombón. Pero mi voz salió sarcástica:

—No te metas en mis problemas. ¿Quién eres, mi ángel guardián o algo así?—

Él sonrió ligeramente, como si mi grosería lo divirtiera.

Me dirigí al gimnasio para mi próxima hora, la de educación física.

Al entrar, vi que estaban jugando un partido de baloncesto en la cancha y me senté en las gradas para observar.

De repente, un jugador lanzó el balón con fuerza...

y me golpeó FUERTE en la cara.

Me tambaleé hacia atrás, cubriéndome la nariz con las manos, sintiendo un dolor agudo y lágrimas en los ojos.

Mientras me recuperaba del impacto, mis ojos se encontraron con los del jugador que había lanzado el balón...

Era él. El mismo chico pelirrojo y guapo que había golpeado a Dan por mí en el pasillo hace un momento, y...

mi memoria hizo clic: también era el chico que había besado en casa, el amigo de mi hermano Erick.

Maldición, realmente hice un show infantil, ¿qué demonios bebi esa noche? Y lo peor, desperdicié un beso con ese bombón, Dios.