Cristell obtiene una pasantía en una empresa de renombre. ¡Una oportunidad única! Sobre todo porque el CEO le da un puesto demasiado cercano a su corazón y así, ella descubre que su jefe se encuentra enamorado de una secretaria dulce. ¿Quién es esa señorita afortunada?
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UNA CITA
—¿Y ese muchacho? —Dice una señora sentada en la grada inferior a mí—. ¡Es muy guapo!
—¿Quién lo habrá traído? No lo había visto. ¿De quién será hijo? —Pregunta otra señora.
Con su dedo señala a Massimo y no puedo evitar sonreír por lo que ellas hablan. ¡Sí se ve bien guapote! Lleva un short negro y una playera rayada en colores blanco y azul marino. ¡Juega muy bien!
—¿Crees que si le presento a mi hija quiera salir con ella? —Insiste ella a su grupo de amigas señoronas.
Me da risa lo que dicen y me muerdo los labios para contenerme. ¡Él es mío leonas! Yo soy su novia de apariencia, su amiga, su secretaria.
—¡Lo siento señoras! Pero ese muchacho es mi yerno —mi madre les hace saber, ellas se giran y alzan la vista para encararnos—. Es el novio de mi hija.
Las señoras me barren con la mirada y entonces me río sin contenerlo más.
—¿De verdad es tu novio? —Me pregunta una de ellas.
—Así es. ¡Es mi novio! —Mi voz está llena de seguridad.
Todos comienzan a gritar de emoción y celebran. ¡Nuestro equipo anotó un gol! Fue Massimo quien pateo el balón para darle la victoria al equipo.
—¡Tu novio es muy guapo! Tú también eres muy hermosa —dice una señora y me sonríe.
—¡Gracias! Que gentil es usted.
Sebastián y los demás miembros del equipo cargan a Massimo. La sonrisa que lleva en el rostro es la más bonita del mundo y me da mucho gusto por él, que se sienta tan contento me hace sentir feliz.
Tomo una botella de agua con electrolitos y salgo de las gradas. Pongo un pie en el campo, el sol del medio día está coronado y cuando bajan a Massimo, su mirada se clava en la mía.
Con todo y cansancio corre hacia mí, se detiene, en su frente hay sudor y su playera está súper húmeda.
—¡Excelente juego! Estuviste corriendo mucho, te traje esto para que te hidrates —le ofrezco la botella de agua.
La toma con rapidez, la abre y comienza a beber. ¿De dónde salió este hombre? ¿Por qué apareció en mi vida? Aleja la botella de sus labios y me mira con curiosidad. ¿Qué estará pensando?
—¡Gracias por el agua!
—¡Lo hiciste muy bien! Nunca imaginé ver a mi jefe en ropa deportiva derritiéndose en sudor —confieso con una sonrisa boba.
—¿Te gusta verme así?
—¡Me encanta verte así! —Me acerco para tomarlo de la mano—. Ven, siéntate.
Nos dirigimos a las gradas, quiero que él descanse un poco. La gente comienza a irse, los muchachos siguen festejando en el campo y eso es algo que nos causa felicidad.
—¿Puedo consentirte? —Se me ocurre preguntarle.
—¿Me quieres consentir?
—Sí, es lo menos que puedo hacer por mi jugador estrella.
Tomo una toalla de la mochila y la acerco a su rostro para secarle el sudor. Está sentado frente a mí, hago que la tela absorba la humedad de su cuerpo y cuando llego a la zona de su barba su mano comprime mi mano ahí. ¡Me mira a los ojos! Mi corazón se acelera.
—¿Me puedes dar un abrazo? —Pide él.
Su mirada tiene destellos sentimentales y tiernos. Me conmueve su petición.
—Sí.
Me acerco más a él, sus piernas están abiertas y yo me coloco en medio. Me inclino. Rodeo su espalda y recargo mi cabeza en su cabeza. ¡No importa el sudor de su cabello! Siento que sus brazos me rodean la espalda y mi corazón está excitado.
—¡Gracias por permitirme estar con tu familia! Ellos también me hacen sentir bien —confiesa.
—A ellos también les agradas mucho.
Me separo de él, sus manos me rozan las manos y se pone de pie.
—Tu hermano dijo que después del partido irían a comer.
—Sí. Sebastián nos invita al puesto de carnitas.
Toma mi mano y entrelaza nuestros dedos.
...🫦🫦🫦...
—¿Cómo te fue el fin de semana? —Alma me observa con picardía—. ¿Saliste de fiesta?
—No, casi no voy de fiesta en fin de semana.
—¡¿No sales de antro?!
—No es mi estilo. ¿Tú si saliste de fiesta?
—¿De qué hablan? —Daniel se acerca a nuestra mesa.
—Le preguntaba a Cris sobre su fin de semana —dice Alma.
Es la hora de la comida, tengo un plato de ensalada y un vaso de limonada.
—¿Qué tal te fue en tu fin de semana? —Daniel está interesado en mí.
—Estuve con mi familia, disfrutando de buena comida y riendo.
—¿Y si este viernes vamos de antro? —Sugiere Alma.
—¡Es una buena idea! —Daniel apoya la sugerencia.
Entonces lo veo caminar con ese porte tan varonil y elegante. ¡Se ve tan guapo! Su mirada se encuentra con la mía y a la distancia percibo su sonrisa. ¿Vendrá para acá?
—Yo no podré acompañarlos —digo con determinación—. No soy de ir a esos lugares.
—¿Y por qué no? Te divertirás mucho y hasta quizá conozcas a tu futuro novio —dice Alma.
Massimo se acerca a nuestra mesa, su corbata es de color vino.
—¡Buen provecho! Perdonen la interrupción —entonces se dirige a mí, sus pupilas me pertenecen—. Saldré a una reunión, te he mandado un correo con algunas instrucciones.
—Está bien. ¡Gracias por decirme!
Massimo se va de allí. Su sonrisa se queda grabada en mi mente por algunos segundos.
—¡Él jefe es muy guapo! —Alma dice—. Siempre me ha gustado su porte y su voz. ¡Sí tan solo me atreviera a seducirlo!
—¿Y por qué no lo intentas? —Le pregunto.
—Somos de mundos diferentes. Yo soy una empleada y él es mi jefe.
—¿Y eso que tiene? Una cosa es el ámbito laboral y otra el ámbito personal. Yo no creo que sean diferentes —soy segura de mi opinión.
—¿Él ha intentado seducirte? —Daniel me pregunta.
—No.
—¿Yo puedo seducirte?
—¿Quieres seducirme?
—¡Me gustas! —Su mirada me observa con filo, intenta aparentar seguridad.
—Gracias por gustar de mí, pero tengo novio —le digo con una sonrisa en el rostro.
—¡¿Tienes novio?! —Alma parece desmayarse de la impresión—. Ya ni yo que soy más vieja que tú.
Daniel me mira con ojos incrédulos y a mi mente viene la primera vez que nos conocimos. Me topé con él en el baño, su café me ensució y su mirada era lejana a mí.
—Sí, tengo novio.
Mi celular comienza a timbrar, las letras que escriben su nombre me hacen sonreír: MASSIMO.
—¿Es tu novio? —Alma parece detective.
—¿Crees que podría ser mi novio? —Mi pregunta tiene picardía y esconde mi realidad.
Me atrevo a contestar.
—¿Quieres ir a cenar conmigo esta noche? —Massimo me hipnotiza con su voz, frente a mí hay dos miradas llenas de expectativa.
—Sí, me gustaría ir a cenar contigo esta noche —me muerdo los labios.
Alma se emociona a tal punto que explota en felicidad y Daniel no festeja. ¡Le noto triste!