Mi Razón De Vivir

Los tres hicieron presencia en el salón y, a pesar de su educación y la manera serena en que se expresaban, los tres, aquello parecía un campo de batalla.

Hui Ying: ¿No les parece algo egoísta que tengan este tipo de enfrentamientos delante de Yinuo y Yichen, que también son candidatos para casarse con ustedes? Entiendo que Feiyu llame su atención, pero no deben olvidar que aquí están mis hijos y ambos se casarán. ¿Por qué no ponen fin a esta disputa y se deciden de una vez? No olviden que incluso es incierto que Feiyu se case.

Ellos entendían perfectamente lo que ella intentaba decir. De antemano, se les informó que era poco probable que alguno de ellos se casara con Feiyu debido a su pasado y que él no poseía la sangre pura de Hui Ying y Chén. Aun así, los tres eran tan tercos y determinados que si decían que lo harían, eso se volvía una realidad, y más en el caso de Hussen.

Hussen: A mí no me importa si están o no de acuerdo. Si Feiyu me elige como su esposo, entonces yo cortaré de raíz todo lo que signifique un problema, no me importa de quién se trate (lo dijo mirando fijamente a Hui Ying).

Hui Ying: ¿Debo tomar eso como una amenaza?

Hussen: No sería capaz de ser tan arrogante de afirmar tales cosas, tía (dijo en tono arrogante, dando a entender que claramente lo que dijo anteriormente era una amenaza).

Harold: Lo único que no haría posible el matrimonio del joven Feiyu con alguno de nosotros es que él mismo se negará, porque respetaré su decisión. Aunque para hacerlo deba arrancar mi corazón, de otra forma no hay la mínima posibilidad de que, si él quiere casarse, alguien se lo niegue. Porque aunque no me elija a mí, si se decide por uno de ellos y me toca limpiar el camino, yo con mis propias manos quitaré la maleza para que él pase descalzo por encima de ella.

Para Yinuo y Yichen, estas palabras no tenían sentido, porque aunque actuaran así, seguían siendo unos niños. Pero Hui Ying entendió perfectamente lo que quiso decir.

Hui Ying: Es increíble que, a pesar de la cercanía de los soberanos conmigo, ustedes ya me han tomado por enemiga.

Yixin: No piense de ese modo, porque sería nuestra enemiga siendo Feiyu su hijo. No es de esperar que se sienta alagada, porque significaría eso una amenaza para usted. Estamos diciendo que protegeremos a su hijo del mismo infierno, si es necesario (sus ojos fijos mirando a Hui Ying eran una declaración de guerra).

Hui Ying: Lo sé (en tono amenazante). Feiyu no está y estas ya no son horas. Vuelvan en otro momento.

Los tres jóvenes se despidieron cortésmente, no sin antes entregar los presentes a los chicos.

Ya estando fuera de la mansión.

Hussen: Yixin, ¿qué es lo que llevas mostrando en las manos? ¿Es mi impresión o acaso quieres que nos percatemos del regalo?

Yixin respondió:

Hussen, siempre tan perspicaz. Así es, este es un presente de mi amado.

Hussen y Harold, aunque no dijeron su molestia, la mostraron en sus rostros.

Harold: No cabe duda que es lo más lindo que he visto. Cuidalo mucho, Yixin.

Harold marcó enojado.

Hussen: Puedo verlo, por favor.

Yixin: No te mostraré algo tan lindo. Tus feos ojos no lo apreciarían correctamente.

Hussen: Aunque esté ciego, puedo ver claramente que es lo único valioso que tienes y que capta mi interés, te lo compro.

Yixin: En serio, ¿piensas que posees el suficiente dinero para comprarlo?

Hussen: No, claro que no. Porque sé que te puedo ofrecer todo el oro del mundo y no me lo entregarás.

Yixin: Es genial que lo sepas.

Yixin se marchó, admirando su regalo. Hussen quedó enojado, con la cabeza agachada, mientras pateaba una piedra.

Feiyu: ¿Joven amo?

Hussen se incorporó, levantó la mirada y Feiyu estaba frente a él. Esa mirada inocente y cálida, sus palabras que causaban tranquilidad al corazón.

Hussen: Feiyu, ¿qué haces aquí afuera? El sol está muy fuerte, te quemará la piel, dice nervioso.

Feiyu no dijo nada.

Hussen miró a Feiyu de pies a cabeza y notó que su vestido estaba gastado y con algunos rasguños. Miró fijamente sus manos y tenía algunas heridas, aunque era claro que estas eran causadas por hacer el detalle que le hizo a Yixin.

Hussen: Dame tus manos.

Feiyu se las entregó.

Hussen: Mira, nada más así es por eso que el pañuelo tenía esas manchas. Maldito Yixin.

Feiyu sonrió, cubriéndose la boca.

Feiyu: ¿Por qué decayó tu rostro?

Hussen: Estoy celoso, dijo mientras apoyó la cabeza en el hombro de Feiyu.

Feiyu: ¿Qué significa estar celoso?

Hussen: No lo sabes y nunca lo sabrás.

Feiyu: ¿Por qué?

Hussen: Porque yo no permitiré que eso pase.

Feiyu acarició la cabeza de Hussen y este lo abrazó fuerte. Feiyu sacó otro pañuelo de su bolsillo, este estaba peor que el de Yixin, lo que emocionó a Hussen, pensando que era el primero que había hecho y por eso se veía peor.

Hussen: Oh, lo amo. Es tan bonito, tan perfecto, y es mío, dijo emocionado.

Feiyu: ¿Es tan lindo?

Hussen: ¿Por qué lo dudas? Es precioso, nada se le compara, es perfecto. No hay forma de que siquiera lo dudes.

Feiyu se emocionó.

Feiyu: Me tengo que ir. Gracias por todo, joven amo.

Hussen se inclinó ante Feiyu.

Hussen: Hasta pronto, mi príncipe Feiyu.

Feiyu se marchó, dejando a Hussen feliz, admirando su obsequio. Por donde lo miraras, era horrible, y más aún por las manchas de sangre y lo mal cortado. Sin embargo, a los ojos de Hussen y Yixin, no hay comparación alguna con una joya preciosa.

A pesar de lo emocionado que estaba, notó el estado en el que se encontraba Feiyu, y aunque la idea no le gustó, creó un grupo con los números de Yixin y Harold.

Harold: Espero que tengas una buena razón para esto, de lo contrario, te mato.

Yixin: Lo último que quiero es tener algún tipo de relación con ustedes.

Hussen no dijo nada, solo envió una foto que le había tomado de espaldas a Feiyu, en donde se notaba claramente el estado en el que estaba.

Yixin: ¿Por qué Feiyu está de esa forma?

Harold: ¡Maldita sea! ¿Por qué está así?

Hussen: No lo sé, no quise preguntarle para no hacerlo sentir mal.