El Sultán Murad, un hombre de 45 años, debió ascender al trono contra de su voluntad, debido al mandato del espíritu guardián del maldito de su padre; sin embargo, debido a los traumas que tuvo al crecer en el harem de su progenitor, lo que realmente deseaba era poder rehacer su vida lejos de aquel país.
Por una alianza realizada con el monarca del reino vecino, el rey Guillermo, decidirá viajar a tierras extranjeras con el fin de buscar esposa y así sellar por completo los acuerdos de paz entre ambas naciones. Sin imaginar, en su camino se cruzaría con la segunda princesa bailarina, maldita de nacimiento, y la cual provocaría que el espíritu guardián le hiciera una propuesta: salvarla de su maldición a cambio de su libertad.
Siendo un hombre completamente opuesto a lo que se esperaba en un gobernante, y sabiendo que su querido hermano menor podría ser el futuro sultán, acepta el trato.
¿Podrá ir en contra de tal poderosa maldición?
¿Podrá salvar a la segunda princesa bailarina?
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CAPÍTULO 12
Finalmente, después de varios minutos, Mirad logró unir los trozos de frutas caramelizadas, formando figuras de animales como conejos y gatos, incluso árboles con uvas verdes.
En una bandeja hizo, espolvoreando un poco de polvo dulce, un pequeño bosque nevado y terminó por colocar los animalitos en el medio, dejando conmovidas a las criadas mujeres por lo tierno que era el plato.
Murad observó con una leve sonrisa su obra, pensando en que si a Beatrice pudiera gustarle o no. Aunque lo normal era que a las mujeres les encantara lo dulce, escogió también algunas frutas agridulces para balancear el sabor del caramelo.
Ya fuera que Beatrice le gustara a él o no, por lo menos esperaba ayudarla. Lo más importante era poder encontrar alguna forma para acabar su maldición, por lo que si el destino terminaba haciendo que esa forma no fuera estar juntos, lo aceptaría.
Aunque no pudo evitar pensar en su hermano, provocando una punzada de dolor en su cabeza. No solo seguía preocupado por su estado de salud, sino que, estaba seguro de que daría problemas a la hora de intentar eliminar la ley que aprobaba la monogamia y por ende avalaba el harén.
Si de verdad la hermana menor de Beatrice, la quinta princesa, era capaz de estar al lado de Ibrahim, haciendo que fuera el próximo sultán y este hacer que ella también se salvara de su maldición, estaría más que satisfecho. No solo ayudaría a Beatrice, sino también su hermano, tendría el puesto que desde un principio él creía debió pertenecerle.
—Príncipe Samuel—dijo Murad—¿Cree que sea posible llevarle el plato a la princesa Beatrice?
—Bueno, según escuché, Betty no ha querido comer nada desde que despertó—respondió el segundo príncipe—pero podemos intentarlo, el plato es muy bonito, tal vez le provoque comerlo al verlo.
—Se lo agradezco—respondió el sultán.
Observando como el príncipe se llevaba el postre que había preparado, sintió su corazón acelerado, recordando la primera vez que su madre había comido algo hecho por él. Extrañado porque no era normal en el sentirse tan ansioso, solo esperaba que al menos a la princesa le gustara lo que había cocinado y comiera algo para recuperar fuerza.
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Beatrice seguía sin querer beber tan siquiera agua, lo único que aceptó fue que encendieran una vela aromática para calmar el nervio que sentía, mientras sus heridas eran atendidas. Según lo que escuchó, dentro de poco sería transportada a la academia de medicina del vaticano para recibir un mejor tratamiento.
—¿Abuelo?—la voz de su primo la alertó un poco.
El duque Jeremy, quien observaba triste como su hija estaba escondida bajo su manta, sonrió al ver llegar a su nieto. Caminando hasta este, inclinó un poco la cabeza para saludarlo como se debía.
—Su alteza—susurró cansado.
—No tiene que ser formal—expresó preocupado—¿Cómo sigue Betty?
—No bien—fue franco—al menos ha despertado.
—He traído un regalo que tal vez le ayude un poco—dijo un poco animado.
Acercándose a la cama de Betty con una charola, los dos duques observaron ojerosos como su, el segundo príncipe carraspeaba un poco, intentando llamar la atención de su hija.
—Hoy he sido honrado para ser el mensajero del sultán—dijo con voz alta—¡Un regalo ha sido enviado para la princesa Beatrice!
"¿Santa Claus?"
Fueron las dos palabras que pensó Beatrice al escuchar a su primo, por lo que, asomándose un poco debajo de su manta, observó como Samuel sostenía una charola en sus manos. Curiosa por saber lo que aquel hombre le había enviado, se levantó dejando anonadada a su madre.
La duquesa observó entre lágrima como su hija salía de debajo de las mantas y se sentaba por sí sola, como si algo le hubiera llamado la atención y provocado que su ánimo mejorara un poco. Así, vio como una criada colocaba en sus piernas una pequeña mesa y sobre esta colocaba la charola.
—¡Admira tu regalo, Betty!—dijo Samuel.
Una vez su primo quitó la tapa a la charola, las mejillas de Beatrice se pusieron un poco rojas al notar lo que veía. Pensaba que estaba en frente de una obra de arte, era la primera vez que veía un postre tan bellamente decorado. Incluso podía notar pequeños destellos como la escarcha de la nieve en el postre.
—¿Qué es?—preguntó en un susurro Beatrice.
—Es una “Receta para calmar el corazón”—le explicó—según lo que el sultán me dijo, es un postre del reino de Cora.
—¿Una receta de tan lejos?—preguntó aún más curiosa.
—¡Así es!—aclaró Samuel—al parecer ayuda a curar el corazón adolorido y aleja el miedo de este, el propio sultán lo hizo para ti, ¿por qué no pruebas un poco?
Temblando un poco, los ojos de Beatrice se cristalizaron, sin creer aún que alguien como Murad pudiera haber dedicado un poco de su valioso tiempo en alguien como ella. Una mujer que era indigna de la atención de los demás, debido a la maldición que cargaba desde antes de su nacimiento.
Tomando entre sus manos vendadas dos gatitos blancos que estaban en la mitad del plato, como si fuera ella y Murad, miró un poco triste a Samuel. No quería comerse a los dos animalitos de caramelo, eran muy tiernos para hacerlo, pero también sentía curiosidad por saber a qué sabía el poste que había cocinado el sultán.
—¿Hija?—peguntó su madre—¿Ocurre algo?
Negando con la cabeza, se llevó a la boca y de un solo bocado los dos gatitos, y con cada mordida que daba, sentía unas extrañas corrientes eléctricas en su mano. Cerrando sus ojos, se dejó llevar por el sabor de la fruta caramelizada.
—¡Es manzana verde!—susurró encantada.
No sabía como el sultán había hecho la figura de dos gatitos blancos usando trozos de manzana verde, pero estaba feliz, ya que era su fruta favorita y combinada con el caramelo le daba un sabor especial. Así, un poco triste por comerse tan bella obra de arte, terminó con el plato, deseosa de repetir el postre.
Porque siempre los dioses caprichosos y los demonios malditos hacen con los hombres no se les antoja su gana...
aaaag. que coraje
teníamos que saber esto???!!!
y al regresar baba aseguró que habian perdido su virginidad...
ahí ya no entendí.
ahora lo desoreciaran por flaco y feo jajajaja
o la que se suicidó??/Skull/
sublime
hermoso
maravilloso...
Ojalá le hagas justicia a este héroe...
será en defensa propia
por eso corrompe y laceraba el cuerpo de Beatriz?
como venganza. por su hermano maldito demonio
suena que está madre tiene mucho que ver con la maldición de sus hijas
alguien me puede informar?
será épico este novelon
ya que acabe la masacre
parece los pasajes de Edgar Allan poe
me estoy confundiendo