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Encuentro Improbable II "Vísperas Del Ocaso"

Encuentro Improbable II "Vísperas Del Ocaso"

Status: Terminada
Genre:Completas / Malentendidos / La Vida Después del Adiós / Reencuentro / Apoyo mutuo / Pareja destinada / Amor eterno
Popularitas:707
Nilai: 5
nombre de autor: Matías Duarte Sager

La historia de Zander y Yoriko continúa en esta segunda parte llena de misterios, acción y mucho romance

NovelToon tiene autorización de Matías Duarte Sager para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo XVI

Nadie jamás podría entender ese mundo tan fantástico y misterioso como lo son los sueños, pero de alguna forma desconocida, Zander había manifestado e intentado con todas sus fuerzas controlarlo. Era como si una parte de él, un fragmento de su alma, se hubiera adentrado en ese reino de la imaginación, buscando un refugio, un espacio donde su amor por Yoriko pudiera florecer sin límites.

Esa misma noche, el doctor Han había tenido una larga guardia en el hospital. Llegada la hora de salida, debió volver a casa, pero no había gran diferencia. Quedarse en el hospital, manteniéndose ocupado con el trabajo, o volver a su hogar, si es que se le podía llamar de esa manera, era un lugar que le traía recuerdos muy dolorosos. Sus últimos años habían sido trágicos.

Había empezado a trabajar no hace mucho tiempo, decidió ejercer la medicina al morir su esposa. Era tan joven, pero no pudo ganarle la batalla a un enemigo tan devastador y poderoso como lo es el cáncer. En menos de dos meses se la había llevado. La tristeza fue enorme, la amaba tanto y tuvo que verla agonizar y partir de este mundo. Aunque ella le había pedido que haga su vida de vuelta, la idea de volverse a casar, de amar, no estaba en sus planes. La forma que encontró para honrar la memoria de ella, fue volverse doctor, para no dejar que otras familias sufran el dolor que él había pasado, o al menos, intentarlo.

La madrugada inevitablemente llegó, él se encontraba revisando los estudios que le habían realizado a Yoriko. Algo más había que encontrar que le dé las certezas sobre lo que él ya sospechaba, esa joven necesitaba de su ayuda. Era tal su concentración que sin darse cuenta, y por el cansancio de tantas horas despierto, se terminó durmiendo profundamente.

Su cabeza descansaba sobre los papeles, la tenue luz del amanecer se filtraba por la ventana, iluminando su rostro cansado. En sus sueños, la imagen de Yoriko se hizo presente. No era la imagen de una paciente, sino una imagen llena de vida, de alegría, de una fuerza que él no había visto en la realidad.

Y en ese sueño, algo extraño sucedió. La habitación se transformó, las paredes se dibujaron con un brillo dorado, el aire se llenó de un aroma dulce y familiar. Y allí, en medio de esa luz extraña, él vio a Zander.

No era un sueño común, era un sueño profundo, un sueño que le traía un mensaje de esperanza y misterio.

Era demasiado extraño. Se encontraba en su mismo despacho, pero sabía que no lo era. Algo era diferente. Las luces eran tenues y el aire emanaba tranquilidad. Se sorprendió y se asustó un poco al ver que su silla estaba ocupada por un joven. Tenía una mirada confusa, casi sorprendida, vestía ropas viejas que evidenciaban su pobreza, tan extrañas que ni siquiera los indigentes se vestían así.

- ¿Quién eres?, ¿Qué haces aquí? - Han preguntó, con un tono firme.

El joven lo miró fijamente y de inmediato sonrió. Se levantó de la silla y caminó hacia él. Han notó que no le iba a hacer nada, eso lo tranquilizó.

- Tranquilo, no le haré nada. Por ahora es mejor que no sepas quién soy, pero ya lo entenderás. - El joven dijo con un tono tranquilizador.

- Y... ¿Entonces? ¿A qué se debe tu visita? - Han preguntó, sintiéndose un poco incómodo.

- Mire, no tengo mucho tiempo, así que seré breve. - El joven respondió.

- ¡Está bien! Tomemos asiento y charlemos. - Han dijo.

- ¿Usted es el encargado de cuidar a mi querida Yoriko? - El joven preguntó.

- Eh... sí lo soy. ¿Cómo lo sabe? - Han respondió, sintiéndose aún más incómodo.

- Eso tendrá sentido en el futuro. Lo que quiero decirle es que cuide de ella. Está sufriendo mucho y fue golpeada. Me duele verla así. - El joven dijo con tristeza.

- Yo también sospecho lo mismo, pero no tengo pruebas. No puedo denunciarlo, a menos que ella lo haga. - Han respondió.

- Lo sé, pero ella me lo contó. Lo único que debe hacer es estar al pendiente de ella y no dejar que se vaya. Estoy seguro de que el maldito le hará algo. Por favor, se lo imploro, cuídela. - El joven insistió.

- Intentaré hacer todo lo posible por ella, pero si decide irse, no puedo detenerla. - Han respondió.

- Yo sé que encontrarás la forma. - El joven dijo con seguridad.

El joven volvió a ponerse de pie, se acercó a la puerta y antes de irse se dio la vuelta.

- Ah... lo olvidaba... Vi cómo le brillaban los ojos cuando la mencioné. Yo la amo, pero no podré estar jamás con ella en el mundo real. Cuídela y, ¿quién sabe? Se podría hasta enamorar de ella. - El joven dijo antes de desaparecer.

Han se quedó atónito. No sabía quién era ese joven, pero al despertar, estaba muy confundido. No entendía lo que había pasado, cómo ese joven había invadido sus sueños, pero de algo estaba seguro: tenía que hacer lo posible por sacar a Yoriko de las garras de ese monstruo.

La incertidumbre lo carcomía, pero Han sabía que debía encontrar una solución. Pasó horas sumido en sus pensamientos, repasando cada detalle de lo que había visto en sus sueños. Era una situación completamente nueva, algo que nunca había experimentado. Su trabajo como doctor se basaba en la ciencia, en la lógica, en la observación y el tratamiento. Pero ahora, se enfrentaba a algo más grande, a un misterio que rebasaba los límites de su experiencia.

Por primera vez, sintió un fuerte impulso de ayudar a alguien más allá de su obligación profesional. El deseo de proteger a Yoriko lo impulsaba a buscar una manera de intervenir, de evitar que sufriera más daño. Esa fuerte sensación de deber lo motivaba a buscar soluciones creativas, a pensar fuera de la caja en la que su vida profesional lo había encerrado.

Pasó horas con la mente en vilo, revolviendo ideas y planos. No podía ignorar la angustia que le había producido el sueño, la imagen de Yoriko sufriendo era demasiado fuerte. Su labor no se limitaba a curar enfermedades, sino a aliviar el sufrimiento humano. Y en ese momento, se percató de que debía hacer algo, aunque no supiera cómo o qué consecuencias traería consigo.

Al fin, una idea comenzó a tomar forma en su mente. Un plan que lo hacía sentir un poco nervioso, pero que le daba una chispa de esperanza.

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