Una famosa Agente de las fuerzas especiales reencarna en un mundo lleno de magia, incertidumbre y tal vez un poco de romance... ¿Podrá adaptarse a su nuevo mundo? o ¿su nuevo mundo se adaptará a ella?...
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Capítulo 5
Capítulo 5
Me tumbé en la cama, observando el techo con la mente llena de confusión. Todo parecía tan lejano y, al mismo tiempo, tan real. La habitación era lujosa, digna de una duquesa, pero yo no me sentía como tal. Mi cuerpo, mi rostro… no eran los míos. Eran los de Elena Ravenshade, una mujer que, hasta hace poco, solo existía en las páginas de un libro que nunca terminé de leer. Si un maldito libro que nunca termine, en mi último cumpleaños, en mi vida anterior, ese agente a quien salvé y por el cual morí, me regalo este absurdo libro….
De repente, algo dentro de mí hizo clic. Una verdad que había permanecido oculta en las sombras de mi mente se hizo evidente. El médico, el Duque, Diana, Rita… todos habían hablado de mi estado como si fuera un hecho. Ellos pensaban que yo no recordaba nada, pero yo estaba empezando a entender, al menos, una parte de lo que había sucedido.
Segun el libro, gracias a la droga que esos idiotas me dieron, terminé en estado de coma, suspendida entre la vida y la muerte. Sin embargo, el rumor en que todo el mundo creyó, fue que me había suicidado, que me envenené yo misma. Una mentira que servía para ocultar la verdad. La verdad de que alguien me había drogado y que ahora mi cuerpo, aún atrapado en ese sueño profundo, estaba siendo usado como una herramienta para algo que no podía comprender por completo.
El Duque, mi esposo, fue el primero en reaccionar a mi condición, mientras estaba en coma. En la historia, él quedó devastado, parece que no fue tan fácil para él. Según lo que habían leído, cuando mi estado se hizo más evidente, con mi estómago comenzando a crecer, los rumores comenzaron a correr. Decían que estaba embarazada, pero él sabía la verdad: ese hijo no podía ser suyo. Él y yo nunca habíamos consumado el matrimonio, lo que dejaba claro que el bebé tenía que ser de otro. Aun así, el Duque, por alguna extraña razón que no llego a comprender del todo, permitió que el niño naciera.
Cuando eso sucedió, él, con una mezcla de frustración y compasión, tomó una decisión. Envió al bebé a mis padres. En la novela, se daba por hecho que esto era lo mejor para todos, pero no podía dejar de pensar que esto era otro de esos momentos en los que se sacrificaban los intereses de una persona para salvar el honor de otros. La gente hablaría, especularía, y todo se resolvería con una simple transferencia de responsabilidades.
Eso es lo que me quedaba claro. El Duque, mi esposo, aparentemente nunca tuvo intenciones de cuidar al niño. Lo había enviado lejos, a mi familia. Quizás pensó que la situación sería menos incómoda si dejaba que ellos se encargaran de lo que no quería enfrentarse.
Ahora, aquí estaba yo, en este cuerpo, viviendo una historia que no había elegido, atrapada en un drama romántico que nunca quise protagonizar. ¿Y por qué? Porque alguien había decidido que mi vida valía la pena para otro propósito, uno que yo aún no entendía, claramente.
El Duque, Lucien Ravenshade, parecía un hombre fuerte, orgulloso, atractivo, pero lo que no sabía era que su historia y la mía estaban entrelazadas por un destino que no había sido el mío. Si pudiera tomar una decisión, no estaría aquí. Pero ahora, ¿qué podía hacer? Lo único que podía hacer era esperar y ver cómo se desarrollaba esta historia, como una observadora distante de mi propio destino.
Me recliné de nuevo sobre las almohadas, mirando por la ventana, tratando de procesar todo lo que había descubierto. Había algo triste en todo esto. Había algo irónico. En la novela, el Duque finalmente se enamoraba de otra mujer, la protagonista, y juntos salvaban al imperio de alguna amenaza. Pero ¿quién podría salvarme a mí? Si esa era la historia que estaba viviendo, entonces, ¿qué papel tenía yo en ella? ¿Era solo un accesorio más, una víctima de las circunstancias?
Miré hacia la puerta cuando escuché a alguien acercarse. Era Diana, la joven que me había atendido. Ella me miró con una mezcla de simpatía y respeto, pero no dijo nada. Solo asentía con una sonrisa suave, como si supiera lo que estaba pasando en mi cabeza, aunque en realidad nadie lo sabía.
Diana me entregó la cena, cerró la puerta detrás de ella y me dejó en silencio. Aunque mi mente seguía corriendo a mil por hora, supe que no había respuestas fáciles. Esta historia no sería como las de los libros. Lo que estaba viviendo no iba a ser un cuento feliz ni un romance simple.
Mientras el peso de todo me caía encima, me dejé caer en la cama y me permití un rato de calma. No sabía qué me deparaba el futuro, ni cómo saldría de todo esto. Solo podía esperar, descansar, y tratar de recordar… aunque, al final, quizás lo único que realmente quería era volver a mi vida anterior. Pero una parte de mí sabía que eso no iba a suceder. Estaba atrapada aquí, en este mundo, y tendría que encontrar mi propio camino.
Por el momento, logré salvarme de quedar en coma y embarazada…