solo confía y todo saldrá bien.
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capitulo #12 ansiedad y depresión
El cielo gris cubría la ciudad como un manto pesado, reflejando el estado de ánimo de Jacob. Desde hacía unas semanas, la ansiedad y la depresión habían empezado a invadir su vida de una manera que nunca antes había experimentado. Sam lo había notado, por supuesto, y aunque trataba de apoyar a Jacob en todo lo posible, sentía que sus esfuerzos no eran suficientes.
Jacob se despertó esa mañana sintiéndose atrapado en una bruma espesa. La luz del sol, que solía llenarlo de energía, ahora solo parecía aumentar su malestar. Las paredes de su habitación parecían cerrarse sobre él. Sam estaba en la cocina, preparando el desayuno y tarareando una melodía suave, ajeno por el momento a la lucha interna de Jacob.
Finalmente, Jacob se levantó y caminó hacia la cocina, sus pasos lentos y pesados. Sam giró la cabeza al oírlo entrar y le sonrió, pero su sonrisa se desvaneció al ver la expresión en el rostro de Jacob.
—Buenos días, amor. ¿Todo bien? —preguntó Sam con suavidad, dejando la espátula a un lado.
Jacob negó con la cabeza, incapaz de hablar. Se sentó en una de las sillas de la cocina y apoyó la cabeza en sus manos. Sam se acercó y se arrodilló junto a él, poniéndole una mano en la espalda.
—¿Quieres hablar de ello? —preguntó Sam, su voz llena de preocupación y ternura.
Jacob levantó la cabeza, sus ojos llenos de lágrimas que luchaban por salir.
—No sé qué me pasa, Sam. Me siento atrapado, como si no pudiera respirar. Todo me abruma y no puedo dejar de pensar en lo peor. No sé cómo salir de esto.
Sam sintió un nudo en el estómago al escuchar a Jacob, pero trató de mantener la calma. Sabía que lo más importante en ese momento era estar presente para él.
—Lo siento tanto, Jacob. Estoy aquí para ti. No tienes que pasar por esto solo. —Sam tomó las manos de Jacob entre las suyas—. Tal vez podríamos hablar con un profesional, alguien que pueda ayudarte a entender lo que estás pasando y encontrar una manera de sentirte mejor.
Jacob asintió lentamente. La idea de hablar con un terapeuta le parecía aterradora, pero también sabía que no podía seguir así.
—Sí, creo que eso podría ayudar —dijo Jacob, su voz apenas un susurro.
Sam le dio un apretón de manos y se levantó, sacando su teléfono para buscar recomendaciones de terapeutas en la zona. Mientras lo hacía, no podía evitar sentirse impotente. Quería solucionar todos los problemas de Jacob, pero sabía que este era un viaje que Jacob tenía que hacer por sí mismo, aunque él estaría allí en cada paso del camino.
Más tarde ese día, ambos se encontraron en la sala de espera de una clínica. Jacob estaba nervioso, sus manos temblaban ligeramente. Sam se sentó a su lado, dándole un apoyo silencioso. Finalmente, una terapeuta joven y amigable los llamó.
La sesión fue difícil para Jacob. Hablar sobre sus sentimientos de ansiedad y depresión le resultaba abrumador, pero la terapeuta, la Dra. Fernández, fue paciente y comprensiva. Ella le explicó que estos sentimientos eran más comunes de lo que pensaba y que había maneras de manejarlos.
Al salir de la clínica, Jacob se sintió un poco más ligero. Sabía que el camino hacia la recuperación sería largo, pero también sabía que no estaba solo.
—Estoy orgulloso de ti, Jacob —dijo Sam mientras caminaban de regreso a casa—. Sé que no fue fácil, pero diste el primer paso.
Jacob le sonrió débilmente, sintiendo un rayo de esperanza por primera vez en semanas.
—Gracias, Sam. No sé qué haría sin ti.
Sam le devolvió la sonrisa y le tomó la mano.
—No tienes que hacerlo solo. Estoy contigo, siempre.
Esa noche, mientras se acostaban juntos, Jacob sintió que, aunque la batalla contra la ansiedad y la depresión no había terminado, al menos había comenzado a luchar. Con Sam a su lado y el apoyo de la Dra. Fernández, sabía que podía enfrentar lo que viniera. La oscuridad seguía allí, pero ahora también había una chispa de luz que lo guiaba hacia adelante.