La vida nunca es lo que parece, vivimos en un mundo de apariencias, donde lo único que importa es el que dirán, viví por mucho tiempo de las apariencias, hasta que tuve que enfrentarme a la cruda realidad, en ese momento entendí que una debe vivir para ser feliz y no para ser feliz a los demás y mucho menos a un hombre, esta es mi historia y espero que no me juzgues por lo que hice.
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Capitulo XII Bipolar
El fin de semana término Catalina llevo a Isabel tal y como lo había prometido al centro comercial, pasaron una tarde diferente, Enzo no volvió a llamar a Catalina, en cambio, se dedicó a salir y andar de fiesta con sus amigos y algunas mujeres, todos sus movimientos fueron reseñados por la prensa amarillista quienes además inventaron algunas cosas más, Catalina se sintió estúpida al pensar que Enzo March se había fijado en ella.
El lunes se fue a trabajar, su auto lo habían devuelto el sábado, ya que el día anterior se había quedado en la empresa, antes de irse al trabajo llevo a Isabel a su colegio, este no era tan exclusivo como en el que estudiaba antes la niña, pero al parecer a Isabel le estaba gustando, después de dejar a su niña condujo hasta la empresa donde llegó tan puntual como siempre, la recepcionista la miró con cara de burla a lo que Catalina la ignoro, esa mujer era muy molesta, pensó Catalina.
Subió al piso de presidencia y al llegar se encontró con que su jefe ya había llegado, por cortesía lo fue a saludar, pero este ni los buenos días le dio, que se vaya a la mierda, volvió a pensar Catalina saliendo de la oficina, se sentó en su silla y empezó a trabajar, como siempre lo primero que hizo fue revisar la agenda, empezó a realizar llamadas y demás, esa semana sería bastante fuerte, pues el desfile sería el fin de semana y había aún ajustes que hacer.
Llegada la media mañana, desde recepción anunciaron que una tal Miranda Castañeda estaba buscando a Enzo, Catalina dejo en espera a la recepcionista y llamo a su jefe para decirle de su visita.
— Señor, la señorita Castañeda se encuentra en recepción...
Catalina no había terminado de decir nada cuando Enzo le gritó.
— Y por qué aún está en recepción, de la orden para que la dejen pasar.
Catalina alcanzó a escuchar unas palabras que dijo Enzo antes de colgar él teléfono, "cuerda de incompetentes". Este hombre se estaba pasando de la raya y eso lo pagaría caro, él no sabía con quién se estaba metiendo.
Mientras Catalina estaba pensando en eso, Enzo estaba molesto, ya que él había solicitado la ayuda de un investigador privado y este le había hecho llegar una información incompleta y esa fue la razón por la que había dicho aquello.
Necesito encontrar a esa mujer, llevo tanto tiempo buscándola y aún nadie sabe nada de ella. Astra se había vuelto una obsesión para él, lo único que quería era conocer a la mujer capaz de realizar tantos desfalcos, él la admiraba y quería poder contar con sus servicios en un futuro.
Miranda Castañeda llegó al piso de presidencia, esta mujer era rubia con buen cuerpo, al parecer así le gustaban a Enzo.
— Buenos días, Enzo me está esperando. — dijo la mujer sin voltear a ver a Catalina.
— Buenos días, puede pasar. — está vez Catalina no anunciaría a nadie, estaba harta del maltrato que Enzo le había dado durante toda la mañana.
Margarita quien estaba al lado de Catalina la entendía muy bien, su jefe no era fácil de tratar, ese hombre era bipolar así que simplemente le sonrió a Catalina y ambas siguieron trabajando.
Una hora después salió la rubia con una sonrisa estúpida y despidiéndose de Enzo muy cariñosamente, Catalina puso los ojos en blanco y continuo con su trabajo, ya no pensaría más en ese hombre, ella tenía una misión que cumplir y en eso era en todo en lo que pensaría de ahora en adelante, también había decidido que ese sería su último trabajo, después de recuperar lo que era suyo desaparecería de la faz de la tierra, ella podía hacerlo no por nada era la mejor hacker del mundo.
— Señorita Catalina por favor pase a mi oficina. — pidió Enzo sacando a Catalina de sus pensamientos.
Catalina se levantó y entro a la oficina de presidencia, una vez ahí no quiso sentarse en ningún lado, quien sabe dónde esos dos se habrán revolcado, pensó Catalina.
— Por favor tome asiento. — dijo Enzo viendo que Catalina no se sentaba.
— No se preocupe señor, aquí estoy bien. — respondió Catalina sin expresión.
— Como quiera, llame a Fabricio y dígale que Miranda Castañeda formará parte del desfile, él ya sabe qué hacer. — ordeno Enzo cambiando su actitud de nuevo a molesto.
— Algo más?. — pregunto Catalina fría y distante.
— No ya puede retirarse. — respondió Enzo sin expresión en su rostro.
Catalina salió de la oficina tan tranquila como siempre, ella ya había levantado esa barrera de nuevo y no pensaba bajarla, no quería distraerse de sus planes.
Llegada la hora del almuerzo Catalina le fue a avisar a su jefe que saldría a tomar su hora de descanso, Enzo ni la volteo a ver, así que Catalina agarró sus cosas y se fue junto a Margarita y unos compañeros de trabajo, Catalina estaba segura de que la persona que diseñó el sistema de seguridad de la empresa estaba entre los empleados, así que decidió investigar uno a uno a esas personas.
— Por qué tan pensativa?. — dijo uno de sus acompañantes acercándose a ella.
— Solo estoy divagando en mi mente, nada importante. — respondió Catalina tratando de ser amable.
— No debe ser nada fácil ser la asistente del jefe, digo, el hombre es muy exigente. — comento el hombre a su lado.
— Si algo, pero eso no me quita el sueño.
Ellos siguieron hablando, Catalina estaba sería, pero este chico dijo unas cosas que hicieron que Catalina se riera a carcajadas, realmente era muy ocurrente y justo en ese momento Enzo entro a la cafetería donde todos los empleados se reunían a almorzar, al ver aquella escena sus ojos se oscurecieron y una corriente de ira recorrió todo su cuerpo, Catalina con el se portaba distante y fría mientras que con ese empleaducho se estaba hasta riendo, las personas que se dieron cuenta de cómo Enzo miraba a Catalina sintieron compasión por la pobre, esa mirada significaba que estaba despedida.