Leya es obligada por su madrastra a casarse con el hijo de los Foster, Edgar.
El joven de 33 años se esconde del mundo después del engaño de su futura esposa.
Sin embargo Leya descubre la verdadera identidad de Edgar...
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12: Miranda y Thomas
Leya entró a la habitación sin tocar la puerta. Edgar estaba en el baño con la puerta abierta cuando Leya se detuvo y lo observó.
—¿Qué estás haciendo?- preguntó -.
—¿No te enseñaron a tocar?
—¿Y a ti no te enseñaron que hay más de dos comidas al día?
Edgar sonrió mientras seguía mirándose al espejo.
— Ya dime, ¿Porqué estás así?
Edgar se tocó la cara ignorandola.
—¿Crees qué... Pueda ocultarla con maquillaje?
— Ahh... Entiendo... No te gusta verte así... Bueno, creo qué con un poco de base podrías hacerla menos visible.
—Prestame tu maquillaje.
—¿Acaso me ves maquillada? No tengo maquillaje.
Edgar la miró con una ceja arqueada.
—¿Cómo qué no tienes?
—No tengo. ¿Crees qué podría tener maquillaje y no un bolso?
Edgar suspiró.
—Se me olvidaba de qué eras una pobre cenicienta ...
— Eso lo tomaré como un cumplido, cenicienta al final vive un final feliz con su príncipe y ella era bonita.
Edgar se acercó a Leya qué estaba en la puerta.
— Querida, se entreveraron los cuentos de hadas en esta vida, no existe el final feliz y cenicienta se casó con una horrible bestia.
— Yo no veo una bestia.
Edgar se inclinó hacia ella y la besó.
Leya se dejó llevar.
— ¿Ah no? Te enseñaré lo que es una.
Edgar la empujó lentamente hacia su cama. Leya tropezó y volvió a sentirse acorralada entre la cama y el cuerpo de Edgar.
—¿No deberíamos ir a comer?– dijo entre besos-.
—Yo estoy a punto de cenar ...
—Edgar enserio...yo...
El tapó su boca con la mano mientras él la observaba a los ojos.
— shhh... te diré qué sólo necesitas complacerme para dejarte ir...
Edgar le quitó la mano de la boca.
—No Quiero tener sexo ahora...
— Pero yo sí...—empezó a besarle el cuello —.
—¿Quieres decir que me violarás? -tragó saliva -.
Edgar se detuvo. Y lentamente se fijó en los ojos de Leya mientras suspiraba hondo.
— Eres mi esposa-dijo entre dientes -.
—Una de mentira -contestó Leya- ¿Crees qué no existe la violación si estamos casados y me obligas a tener relaciones sexuales qué no quiero?
Edgar quedó inmóvil. Y lentamente se fue alejando de Leya hasta que se sentó al lado con las manos entrelazadas en silencio.
Leya se sentó al lado del mientras le agarraba la mano.
—Vayamos a comer.
Edgar la miró.
—Solo si hoy duermes conmigo.
—Edgar...
—Solo dormir... Lo prometo.
—Está bien.— Leya se levantó y se fue hacia la cocina sin soltar la mano de Edgar.
_____
Thomas tomaba una cerveza, mientras observaba a Alex.
Era una habitación de hotel dónde Miranda se quedaba. Alex se quedaba en otra habitación del mismo hotel, donde gastaban felices lo que le quedaba del dinero de Edgar.
Thomas tragó saliva.
—¿Cuando volvieron?
—Hace una semana.
— ¿No me pensaban avisar?
Miranda suspiró mientras se pasaba caminando por la habitación con el vaso de whisky en su mano.
—Ay por favor Thomas, te estamos diciendo ahora.
— Veo qué no me entendieron bien cuando les dije específicamente qué no volvieran HASTA QUE YO LES DIGA!
—Thomas, querido, te hubiéramos echo caso si nos hubieras dado más dinero del que le sacamos a Edgar —dijo Miranda —.
Thomas rió.
—Así que se les acabó el dinero, ¿eh? Ya veo ... vinieron a por más.
Thomas se echó para atrás y se frotó los ojos.
Miranda fue hacia atrás del y lo masajeó los hombros.
—Amor... Dijiste que nos darías la otra mitad sólo si nos íbamos juntos...—sonrió— al final lo hicimos...
— No paso el tiempo suficiente...— apretó los dientes — Edgar no se ha suicidado y parecería ser que volverá a levantarse... —Dió un trago —.
— Edgar... —sonrió Alex—... el sigue bien, me alegra qué se recupere pronto.
Miranda lo vió con cara de asco y Thomas se molestó por el comentario.
—Mira imbécil, seguirás haciendo lo qué te pida y si te digo un día de estos que entres a su casa y lo mates tú lo haces, ¿Entendiste?
Alex se levantó fastidiado.
—No mataré a Edgar.
—Entonces espera a que los Adams alimenten a los cocodrilos con tu carne y la de toda tu familia.
Alex quedó observando a Thomas con los labios apretados. Miranda soltó una carcajada fuerte.
— Yo puedo encargarme de eso, en vez de está gallina — metió sus manos por debajo de la camisa de Thomas y le susurró al oído — tú dime rana y yo salto.
Miranda le mordió la oreja con deseo; Thomas tomó otro trago y agarró una de las manos de Miranda.
Este se paró mirando de reojo a Alex y le pasó el brazo por arriba de los hombros de ella.
— Vayamos a la cama —pronunció- mañana hay mucho de que hablar.
Thomas le dió una última mirada a Alex mientras Miranda sonreía.
Alex sintió como Miranda y Thomas se besaban y dando un gran respiro se retiró de la habitación quedándose en la puerta después de cerrarla.
Debía de tener cuidado pensó.
Thomas iba a hacer con el lo que quisiera y el estaba completamente sólo por errores y engaños que cometió en el pasado.