Marta trabaja en un rincón oscuro de la oficina, porque no quiere ser vista. Pero el Presidente Joel del Castillo decide sacarla a la luz, como su mujer.
El es un playboy y ella un ratón de biblioteca. Ninguno de los dos cree en el amor, pero por cuestiones prácticas el necesita esposa y ella... ella no necesita nada de él, ¡pero no consigue quitárselo de encima!
Y así, entre tiras y aflojas, se pasan la vida. Es de suponer que es la clásica historia en la que terminarán juntos pero... ¿y si no?
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Rueda de prensa
Capítulo 12
-Mamá, juro que no tuve gemelos ni los entregué en adopción. Pero si te visito todos los meses, ¿cuándo crees que pude esconder una barriga de ese tamaño?. ¡Mami, por dios!. Y dile a papá que no se ilusione que no se llaman Juan y Pedro en honor a él. ¡No hay ningún niño! - Marta le hablaba a su madre desesperada. Sus padres estaban entre alarmados y felices después de escuchar una de las últimas versiones sobre sus años de amor con Joel.
-Mamá, te juro que no tienes un nieto bastardo. ¿Cómo puedes creer eso de mí? ¿Crees que si tuviera un hijo con Marta no me habría casado con ella y reconocido al niño como propio? ¿Qué clase de hombre crees tú que soy? - Joel le gritaba a su madre, indignado.
Las dos mamás, cada una por su lado, no dejaban de acosar a sus hijos. Estuvieron bastante tranquilas aceptando las noticias que hablaban de sus vástagos como el romance más hermoso jamás contado, hasta que apareció la palabra "bebés". De hecho, les habían adjudicado dos niños, mellizos o gemelos, y a partir de ahí, las futuras consuegras creyéndose abuelas, perdieron la cabeza. Les costó bastante rato convencerlas de la falsedad de la noticia. Y parecían decepcionadas. Realmente hubieran preferido que los niños fueran una realidad y ya casi se veían cuidando de dos pequeños en sus últimos años.
-Joel, ¡esto se está saliendo de madre!
-Lo sé, amor, lo sé
-¡No me llames amor!
-Estoy entrenando para que me salga natural, no te estreses. Deberías hacer lo mismo
-En este momento en lo que estoy pensando es en llamarte amor. Que facilidad tienes para…
-¿Para qué?
-Nada… déjalo así - Ella iba a terminar la frase diciendo que tenía facilidad para atender a lo más tonto y pasar de lo importante. Pero no quería ofenderlo y empezar una discusión.
-No es nada tonto pensar en estas cosas. Tengo facilidad para hacer varias cosas al mismo tiempo, al contrario de lo que las mujeres creen sobre los hombres
Madre mía, ¿leía la mente?. Marta se quedó muerta. ¿Tendría que tener cuidado incluso de lo que pensaba cuando estaban juntos?. Joel se echó a reír porque sabía que había dado en el blanco. Cada día iba conociendo mejor a su linda conejita y estaba feliz por eso. No había hecho muchos avances en cuanto a acercarse a ella porque era verdaderamente arisca, pero es que eso no le molestaba en absoluto, al contrario. Si era arisca con él, también lo era con todos los hombres. Eso lo tenía encantado. No había rivales a la vista.
-Joel, deja de poner esa cara de…
-¿Feliz? Marta, eres una amargada, te lo digo en serio
-No soy una amargada. ¡Estoy amargada!, y eso es todo debido a ti y a tu genial idea de…
-...de besarte en la puerta de tu casa… sí, sí, sí, y bla-bla-bla… ¿Hasta cuándo seguirás con la misma cantaleta?. Si sirviera de algo repetirlo tanto, pero lo cierto es que no ayuda
Marta le dio la razón. Tenía que soltar ese veneno que la corroía cada vez que recordaba en qué maldita hora este tipo la besó en la puerta. Era la causa de todas sus desgracias.
-Tenemos que hacer algo ya. Se me ocurre que demos una rueda de prensa juntos y que contemos nuestra historia
-Me gusta la idea, nena… eso sí es de ayuda. ¡Esa es la actitud! - sonrió él con sinceridad.
Por fin iba a aceptar presentarse al mundo como su pareja. Eso era bueno, ¿no?. Por un lado, Joel creía que sí. Le daría muchas ocasiones más para establecer un vínculo con ella y una mayor cercanía, usando el supuesto compromiso como excusa. Pero, por otra parte, ¿y si la cosa iba demasiado lejos y ella realmente llegaba a creer que eso era un compromiso serio?.
Él solo quería llevársela a la cama. Hacer el papel de enamorados un tiempo y luego romper el compromiso alegando incompatibilidad de caracteres o lo que fuera. Eso le permitía cumplir con varios objetivos. Estar con ella íntimamente y quitarse a su madre de encima. Después de la ruptura estaría un tiempo refugiándose en su supuesta pena y el duelo por el desamor. El papel de soltero triste ganaba muchas simpatías Con eso estaría al menos dos años más libre como el viento. Lo tenía bien pensado, se decía, frotándose las manos de satisfacción. Jugada redonda.
Lo único que no tenía claro era cómo se tomaría ella todo esto. ¿Y si se lo planteaba claramente?. No le gustaba engañar a ninguna de sus amantes, nunca lo había hecho. Pero en este caso tenía la impresión de que decirle la verdad directamente haría que ella saliera huyendo de él y tampoco quería eso. Dejaría pasar un tiempo y quizá ella sola caería en sus brazos, y ese sería el momento de dejar claras sus intenciones con ella. Solo era sexo y una relación falsa de conveniencia.
Podrían disfrutar de las dos cosas, pues tenía idea de compensarla económicamente al romper, de una manera muy generosa. Joel, siempre conseguía lo que quería. Esta vez no sería distinto.
......................
Ella fue la que propuso hacer esto, se recordó. Estaba esperando a su prometido en la trasera del salón de actos de la Gorgona. Ahí es donde estaba a punto de celebrarse la famosa conferencia de prensa de los enamorados, y no faltaba nadie. De hecho habían quedado algunos medios informativos fuera, por falta de espacio. El aforo estaba completo.
Le sudaban los manitos y sentía mucho calor y el estómago revuelto. No sabía si podría completar la rueda de prensa sin tener un ataque y ya estaba empezando a arrepentirse. Quizá era mejor si le decía a Joel que no iba a poder, que fuera solo. Se dio la vuelta para marcharse, no podía con esto.
Fue hasta el baño de mujeres y se metió en una de las cabinas con la cabeza entre las manos y las piernas recogidas sobre sí mismas.
Cuando Joel y Leonardo bajaron a la sala, no la encontraron por ningún sitio. Tuvieron que pedir al jefe de seguridad que les dejara revisar las cámaras y buscarla. Joel pudo ver como se escondía corriendo en el baño y sintió un aleteo en el corazón al verla tan frágil y con la cara de miedo que llevaba. Sabía que ella era muy tímida y asustadiza, aunque con él sacaba una fuerza y una firmeza inesperadas. Sin embargo, sabía que era porque se sentía en confianza. Sin darse cuenta la muchacha lo había incluido en su mundo y él mismo hacía lo posible por sacar de ella a esa guerrera que la ayudaría a descubrir su verdadera naturaleza. Era mucho más fuerte de lo que pensaba. Iría a buscarla. La rueda de prensa tendría que esperar a que su chica estuviera preparada.
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En el baño, Marta estaba a punto de llorar. Se sentía horrible por fallarle a Joel y a todos y tenía una presión tremenda sobre ella. Estaba dividida en su cabeza, entre cumplir con lo que debía y el pánico que le producía estar frente a toda esa gente, hablando de sí misma y de su vida.
¿Y si decía algo que no era? ¿Y si los descubren por culpa de ella? ¿Y si se olvidaba de la historia que habían inventado entre los dos y quedaban como mentirosos frente al país entero?.
Y bueno, es que en realidad eran dos mentirosos y ella no era alguien que se sintiera bien con eso. Siempre había ido abanderando la honestidad, la sinceridad, y mírala ahora aquí, a punto de decirle a todo el mundo que tenía una relación de cuento de hadas con el hombre más guapo de la ciudad.
"¡Maldito seas, Joel!", renegó por lo bajini. Desde el minuto uno no había dejado de causarle problemas y más problemas. Y encima ahora ella colaboraba plenamente.
Tocaron a la puerta y el hombre de sus desvelos la llamó con suavidad, casi con cariño diría ella. Suponía que lo estaban escuchando y por eso sonaba así, haciendo el paripé. No quiso contestarle. Entonces oyó que la puerta se abría y los pasos del hombre resonaron en las baldosas. La volvió a llamar y ya no le quedaron dudas de que había entrado. Se asomó como un ratoncito por la puerta de la cabina en que estaba, sentada aún sobre el sanitario. Ella creía que quizá estaba enfadado, pero no era así en absoluto. Él sonreía amable y tiernamente.
-¿Cancelamos?
-¿Podemos?
-Por supuesto, mi amor. ¿Crees que te dejaría sufrir frente a toda esa gente solo por hacer algo que solo los complace a ellos?. No lo haré
Joel hablaba de verdad. No necesitaban hacer esto, en realidad. Podían seguir perfectamente dejando que todo tipo de rumores en torno a ellos crecieran y en realidad nadie saldría perjudicado. Lo habían decidido hacer, por el bienestar de sus padres y sus familias. Y en parte también por darle una forma a la historia que tenían juntos. Pero imprescindible, no era.
-Es que empecé a sentir…
-...un ataque de pánico
-¿También sabes eso?
-Hay pocas cosas de ti que no sepa, Marta
-¿Qué sabes de mí? ¿Lo que dicen un montón de letras negras sobre fondo blanco en un expediente?. No sabes nada… - apostilló ella, enfadada.
La estaba juzgando por lo que alguien escribió sobre ella, no en base a conocerla como persona. Joel se apoyó contra el mármol de los lavabos y cruzó los brazos frente a él, sin ofenderse. Con paciencia miró hacia el techo un momento, con la cabeza ladeada, pensando. Con voz suave y baja, le habló.
-Sé donde creciste, donde estudiaste, quien fue tu primer novio y dónde te dieron tu primer beso de amor. Sé cuántos años tienes, conozco tu experiencia laboral y he leído tus expedientes médicos y académicos
Se detuvo un momento para mirarla a los ojos, ahora con firmeza, y prohibiendo interrumpirle cuando vio el intento de ella de hablar nuevamente para descalificarle.
-Y… también sé, que cuando estás pensando te enredas un mechón de pelo en el dedo. Sé que cuando alguien te incomoda te encoges un poco y miras a todos lados sin centrarte en nada con expresión incómoda. Sé que cuando te gusta algo canturreas por lo bajo si estás sola y si estas acompañada no paras de hablar y reír, expresando tu alegría. Sé la mirada que pones frente a un atardecer y la diferencia entre esa expresión en tu cara y la que pones cuando te acercas a oler las rosas del invernadero. Puedo seguir. Conozco casi todo de ti, Marta. La única cosa que aún no tengo clara sobre ti… - dudo si decirlo y luego prefirió callar - … te preguntaré otro día sobre eso
Ella lo miró impresionada. De verdad, que él estaba interesado en ella, de forma real. No creía que nadie, ni siquiera sus mejores amigas, conocieran esos pequeños detalles. ¿Qué le pasaba a ese hombre con ella? ¿Estaba enamorado acaso?.
Y sobre todo, ¿qué le pasaba a ella con él?. Sentía el corazón hecho una pasa ahora mismo y de repente, Joel del Castillo apareció ante ella no solo como el idiota que la había acosado y metido en un gran problema. También empezaba a ser alguien importante en su vida.
Él extendió la mano para salir juntos de allí y no le importaba si era para ir al salón de actos o a casa. Prefería esto último. Ella tomó la mano que le ofrecía y se acercó un poco tímida. El hombre, de una forma natural, la abrazó y puso la barbilla sobre la coronilla de la chica. Era tan chiquita, pensó. Justo cómo le gustaba, pequeña y olorosa como su rosa favorita del invernadero, una Bourbon, que le había costado cultivar, pero que ahora era justamente la más hermosa y aromática de toda su colección.
Por un momento, sintió que podría quedarse así, apoyado en su ternurita, toda la vida.