Renace en la novela que había estado leyendo, dispuesta a salvar al villano..
*El mundo mágico tiene muchas historias*
* Todas las novelas son independientes*
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Fiesta 1
Semanas despues.. la fiesta por el cuarto cumpleaños de los príncipes Arthur y Audrey fue todo lo que Mercia sabía hacer cuando quería celebrar.. música suave flotando entre los jardines, mesas cubiertas de flores encantadas, risas infantiles mezcladas con conversaciones de poder.
Ginger Evenhart se movía entre los invitados con naturalidad. Vestía con elegancia sobria, sin ostentación, y aun así atraía miradas de respeto. Ya no era solo la hija mimada del duque Evenhart.. era una empresaria reconocida, una mujer cuyo nombre estaba ligado a calidad, seguridad y magia confiable.
Las joyas de protección que había diseñado para los príncipes descansaban ahora en cofres de cristal, bendecidas por magos certificados y grabadas con los nombres de Arthur y Audrey. El rey Adrián las observó con atención, asintiendo satisfecho.
—Mercia duerme más tranquila gracias a trabajos como el suyo, lady Evenhart —dijo con sinceridad.
Ginger inclinó la cabeza.
—Es un honor servir al reino, majestad.
Los encargos no tardaron en llegar.
El duque Kiran Page, ahora casado con lady Arya, se acercó con una sonrisa cansada pero feliz. Arya, libre por fin del engaño de Aldren, ella habia sido la niña a quien los pegasos obedecían y a quien el antiguo mago también habia engañado.. y ahora caminaba con dos pequeños niños de la mano, mientras su esposo cargaba a la tercera hija del matrimonio..
—Tres broches —dijo Kiran—. Uno para cada uno. No escatimaremos en protección.
Ginger hablo con lady Arya y escribió los detalles que ella quería, color, forma todo.. serian broches únicos en el mundo..
- muchas gracias Lady Ginger..
Luego fue el turno del general Hale y lady Nina. Nina, siempre serena, llevaba a su pequeña hija de la mano. Lady Nina era la mano derecha de la reina Liora y se habia convertido en una de las mujeres mas influyentes de la corte en ayuda a los mas necesitados..
—Una pulsera para ella —pidió el general—. Y pronto volveremos. Habrá otro bebé en la familia.
Ginger sonrió con calidez.
—Será un placer.
Despues de conversar de los detalles con la familia del General Hale.. Finalmente, el general Cromwell, acompañado de la famosa maga Willow, se acercó con sus dos hijos. La niña, de cabello rosado como el de su madre, observaba fascinada las piedras brillantes.
—Dos cadenas pequeñas —dijo Cromwell—. Para que nunca olviden que alguien siempre los protege.
La conversación con la maga fue diferente, ella sabia exactamente que hechizos debia ocupar asi que solo hablaron del tipo de piedra y diseño que deberían usar..
- Lady Ginger usted es muy talentosa, tendrá un buen futuro – dijo la maga que se caracterizaba por saber del futuro…
- muchas gracias Lady Willow… respondio Ginger
Que la maga Willow pudiera ver el futuro o el pasado la ponía sumamente nerviosa, por lo que se alejo de inmediato.. aun asi escucho, cuando los Generales Hale y Cromwell hablaban de los hijos y de que la familia Evenhart se haría la familia mas rica del reino, si le vendían las joyas magicas a las familias imperiales..
- escuche que el Gran General Felipe Lennox ya tiene ocho hijas
- si, el príncipe Leonardo Volt del imperio de Oro ya tiene seis hijos..
- entonces, hay mas herederos en la familia Lennox
- no lo sé, es que los principes Volt son cuatro, todos casados con varios hijos..
- recuerdas cuando acompañamos al rey Adrian a una cumbre y estaban los emperadores padres..
- he intentando olvidar eso.. por primera vez tuve miedo.. esos hombres son demasiado territoriales y poderosos..
- si, afortunadamente las emperatrices estaban ahí..
La noche avanzó entre brindis y música. Para Ginger, todo era éxito, reconocimiento, estabilidad.
Después de cerrar los últimos tratos, Ginger caminaba con tranquilidad por el gran salón.. pensando en que quizas podría viajar a esos imperios importantes..
[exportar a un imperio seria entrar a las grandes ligas]
Mientras ella caminaba ensimismada en sus pensamientos, la mayoría de las personas la miraba atenta y es que a pesar de ser ahora una empresaria respetada, seguía siendo una de las señoritas más importantes del reino.. su porte era elegante, su sonrisa medida, sus gestos siempre correctos. Muchos la observaban con admiración.. otros, con abierta intención.
Se detuvo frente a una mesa y tomó un pequeño pastel glaseado, saboreando por un instante la calma que rara vez se permitía.
—Lady Evenhart.
Ginger no se volvió de inmediato. Reconocía ese tono.. seguro, ensayado, propio de alguien acostumbrado a ser escuchado.
—Lady Evenhart —insistió la voz, más cerca.
Ella giró apenas el rostro.
Frente a ella había un joven alto, vestido con un uniforme elegante, que parecía militar pero no tengia insignia, sobrio pero de excelente confección. Su cabello era corto, oscuro, cuidadosamente arreglado. Tenía el porte de un soldado…
—Buenas noches —dijo Ginger con una sonrisa cortés—. Disculpe, estoy ocupada.
Era la respuesta que siempre daba. Educada. Definitiva.
El joven no retrocedió.
—Entiendo —dijo—. Pero le ruego unos segundos.
Ginger frunció apenas el ceño. Iba a rechazarlo de nuevo, cuando él habló con voz más baja, solo para ella..
—Soy James Bristol.
El mundo se detuvo.
El pastel quedó olvidado entre sus dedos. El ruido del salón se volvió lejano, amortiguado, como si el aire mismo se hubiera espesado.
Ginger alzó lentamente la mirada.
Esos ojos.
No eran los de un prisionero agotado ni los de un hombre encadenado en la oscuridad. Eran firmes, claros, vivos. Pero eran los mismos. Los reconocería incluso entre miles.
—¿James… Bristol? —repitió en un susurro que apenas le pertenecía.
Él asintió.
—No podía presentarme con otro nombre —dijo—. No aquí.
Ginger tragó saliva. Su corazón latía con fuerza, pero su rostro permaneció sereno. Años de disciplina social la sostuvieron en pie.
—Entonces… —dijo despacio— debo felicitarlo.. al parecer le va muy bien en Bernicia.
Una sombra de sonrisa cruzó el rostro de Alban—de James.
—Estoy vivo —respondió—. Y eso ya es más de lo que creí posible.
Hubo un silencio denso entre ambos. No incómodo. Cargado de pasado.
—Recibí sus cartas no respondi —añadió él de pronto—. Pero las guardé. Todas.
Ginger sintió un nudo en la garganta, pero no dejó que se notara.
—Me alegra verte así —dijo con sinceridad—. Libre de… todo.
—Libre gracias a usted —corrigió él.
Ginger negó suavemente con la cabeza.
—Gracias a que elegiste vivir.
Alban la observó con atención renovada, como si recién ahora pudiera verla completa.. no como la joven que lo cuidó en la oscuridad, sino como la mujer que había prosperado, que había cambiado el reino desde la luz.
—No vine a remover el pasado —dijo él—. Solo quería que supiera… que su esperanza no fue en vano.
Ginger sostuvo su mirada, el corazón sereno por primera vez en mucho tiempo.
—Entonces —respondió— me basta con eso.