Patricia Silva una abogada intachable, decide llevar un caso que le puede traer problema en su vida, ¿qué pasará con esta abogada? les invito a leer la historia.
NovelToon tiene autorización de Ana de la Rosa para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo 12
— Pensé que había cambiado de opinión.
— Ja, no me hagas reír. Lo que siento por ti nunca va a cambiar. No importa las veces que me uses, quiero estar lejos de ti.
— ¿De verdad no te agrado?
— No, y no tengo que repetir lo que me provocas, porque creo que ya te lo he dicho muchas veces.
— ¡Perfecto! Y si te digo que me enamoré de ti, que no hay un momento que no esté pasando en ti, que tengo miedo de perderte, ¿qué pensaría?
— Que eres patético, pero gracias a Dios que no sientes nada de eso, porque sería difícil para ti, acabar conmigo.
— Patricia, eres la primera mujer que me rechaza, ¿por qué razón te parezco tan repugnante?
— Odio a los tipos como tú, con aire de grandeza, que todo lo quieren resolver a su manera, que van dejando secuelas con cada acción. Conozco tu historial, agresivo, posesivo, arrogante, prepotente. Se podría decir que tenemos el mismo carácter; la diferencia es que yo defiendo a las personas y tú las hundes.
— ¿Me puedes escuchar, por favor?
— No quiero que me digas nada, no vale la pena. Pero yo te voy a decir algo: un día de estos me voy a matar, no sé cómo, pero lo voy a hacer. — expresó decidida.
Él se sentó en el sofá, abajó la cabeza con frustración, sus ojos se tornaron rojos, su corazón latía fuerte, pero tenía que acabar con todo definitivamente.
— Patricia, te voy a dejar libre, pero antes necesito que hagas algo por mí.
— No te creo. ¿Qué quieres?
— Déjame hacerte el amor, solo una vez, después te dejo en libertad.
— ¿Hacerme el amor?—preguntó confundida.
— Nunca hemos hecho el amor, tú nunca has querido.
— Suponiendo que acepto, ¿sabes que te voy a denunciar por secuestro?
— Sí, estoy consciente de eso, pero no te puedo tener más tiempo aquí, secuestrada, y no te puedo matar.
— ¿Prefieres ir a la cárcel? ¿Por qué?
— Porque te amo, me enamoré de ti como un tonto, no hago otra casa que no sea pensar en ti.— expresó con sinceridad.
Ella se quedó en shock, estaba esperando otra respuesta, pero escucharlo expresarle amor era algo que no podía asimilar.
— ¿Te sorprende, abogada? Ahora entiendes por qué prefiero ir a prisión.
— Esa fue la estupidez más grande que he escuchado, ¿qué sabes tú de amor?—cuestionó incrédula.
— Crees que si no estuviera enamorado, ¿te dejaría ir viva? ¿Sabiendo que me vas a denunciar, sabiendo que ese sería el fin para la agencia, sabiendo el dolor que le voy a causar a mi mamá? Te amo, prefiero estar preso, o muerto, antes que seguir haciéndote daño.
—¡Es que no lo puedo creer!
— Cada vez que tenemos sexo sin tu consentimiento, lo hago por necesidad, pero veo en tu mirada el desprecio que me tienes.
— Estas es enfermo, deja de llamar amor a lo que sientes.
— Maldición, solo te quiero hacer el amor, después haz lo que quieras, no voy a huir, pero dame esta noche, por favor.
Ella se quedó pensando por unos minutos, no tenía nada que perder y si mucho que ganar, de todas maneras habían estado juntos muchas veces.
— Ok, Víctor Torres, vamos a hacer el amor.
Él se emocionó, se notó un brillo en su mirada y una felicidad en su rostro.
La abogada estaba parada, él se acercó a ella, mirándola fijamente la empezó a desnudar, quedando sus partes íntimas expuestas ante sus ojos. La cargó entre sus brazos y la tendió en la cama. Con las puntas de sus dedos la recorrió desde los labios hasta las rodillas, ella había dejado la rigidez. Se empezaron a besar, era la primera vez que disfrutaban de un beso consensuado entre ellos.
Víctor disfrutaba cada parte de su cuerpo sin obstáculos, escuchar sus gemidos, lo transportaba a otra dimensión, era el sonido más excitante que había escuchado.
Patricia dejó salir todos esos gemidos, que antes se prohibía expresar. Después de que él la saboreó por completo, logrando un excelente sexo oral, se dispuso a hundirse en su interior, pero ella quería tener en control. Cambiaron de posición, acarició todo su cuerpo, era la primera vez que tocaba el cuerpo del hombre con deseos. Ella cabalgaba encima de él, sus movimientos se hicieron rítmicos, haciendo que sus cuerpos estallaran de placer.
Terminaron de hacer el amor, y ambos estaban agotados y complacidos.
— No sabía que podía hacer tantas cosas a cambio de tu libertad. Si no fuera por el desprecio que sientes por mí, diría que este momento fue mágico. —comentó él emocionado.
— Lo hice por obligación.— mintió, ella disfrutó al máximo.
— ¿Así? Eso no fue lo que demostraste, eres pésima actriz.— argumentó él frunciendo el ceño.
— Si no tienes nada más que decir, te puedes ir.
Ella se dirigió al baño y él se fue.
Siguiente día
Patricia se levantó, se duchó y, como la puerta estaba abierta, fue a buscar a Loli, encontrándose a la señora al bajar la escalera.
— Buen día, Loli.
— Buen día Lic. Me da gusto que hayas salido de esa habitación.— comentó feliz
— ¿Dónde está Víctor?
— Está sentado ahí afuera, pasó la noche tomando, no ha dormido nada. Mi muchacho está sufriendo mucho, es la primera vez que lo veo así.— le indicó la dirección.
— Se merece sufrir. Gracias, Loli, voy a hablar con él.
Ella caminó hacia donde él se encontraba. Estaba sentado en una silla, con la cabeza inclinada hacia atrás y los ojos cerrados.
— ¿Podemos hablar, Víctor?
Él permaneció en la misma postura.
— Oye, estoy hablando contigo. — reclamó ella.
— Te estoy escuchando, abogada.
— ¿Cuándo me dejará salir de aquí? ¿Oh, lo que dijiste no era cierto?
— Aunque no lo creas, soy un hombre de palabras, así que te puede ir cuando quieras, nadie te va a detener, eres libre.
— Sabes que voy directamente con las autoridades, ¿verdad? Te voy a denunciar secuestro.
— ¡Lo sé! Aquí voy a estar esperando, también diles que abuse de ti.
Patricia dio media vuelta y él le dijo en voz baja y ronca.
— Te amo, maldita sea la hora en que te traje hasta aquí. Nunca había sentido por nadie lo que siento por ti. De la forma que hicimos el amor anoche tuvo que ser un pecado.