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Voluntades Inquebrantables

Voluntades Inquebrantables

Status: En proceso
Genre:Viaje a un mundo de fantasía
Popularitas:430
Nilai: 5
nombre de autor: Francisco Loaiza

La vida es la esencia misma, la esencia son los artes manipulables.

El arte de la vida, realidad y muerte; y el arte de los elementos.

Unos nacen con gran Voluntad, otros con una mediocre. Otros deciden luchar con garras y dientes, otros quedarse a esperar.
Unos nacen en la gloria, otros deben pelear por esa gloria. Otros yacen en la ruina, y otros crean su ruina.

La vida es injusta, sin embargo, es justa para quienes deciden enfrentarla. Pocos lo logran, y cuando lo logran, el mundo se doblega ante su voluntad.

Solo aquel con una Voluntad insondable y vasta, es capaz de subyugar y manipular la voluntad de otro, sin embargo esto es tabú.

NovelToon tiene autorización de Francisco Loaiza para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Cap 10: Necesidad

Las nubes comenzaban a juntarse, y estás daban sombra por donde pasaban.

"Espero que pronto sea invierno".

El timbre resonó por toda la academia, incluso mi cuerpo reaccionó a a la vibración sónica. Me levanté con pesadez y caminé lentamente hacia las puertas de salida. Eché una última mirad a los rosales, sonreí y sentí verdadera alegría.

Estando en el estacionamiento esperando a Brock, vi a Mark subirse al automóvil negro, que vino a recogerlo, sin embargo, el dirigió su mirada hacía mí. Señaló su cuello y con una seña de decapitación me amenazó.

"Estos no aprenden, ¿verdad?".

Un auto deportivo negro se estacionó al pie de la vereda, el vidrio negro bajó del asiento del copiloto. Brock saludó cordialmente mientras masticaba y sin dirigirme la mirada. 

Ya dentro del auto, le dije que por favor me llevara al penthouse de Richard. Él me miró con una pregunta clara en su rostro sin emociones, luego se enderezó y puso el vehículo a rodar. 

– Joven Valian, me permito darle un sabio consejo, no busque problemas donde no los hay. Usted bien sabe que su padre detesta al príncipe, y bien sabe la razón –. Advirtió con seriedad y frialdad.

A veces pienso que su buen acto de ayer fue solo una ilusión.

– Tranquilo, se a lo que te refieres, no causare problemas, y si, por casualidad lo hay; lo enfrentaré –. Intenté tranquilizarlo, con un tono confiado y seguro.

Pero, muy en el fondo sabía que lago saldría mal, era como una premonición, o vistazo al futuro, o simplemente era mis nervios carcomiendo mi seguridad.

Eran las tres y media de la tarde, faltaba poco para la reunión. Nos tomó cerca de veinte minutos llegar a mi casa, me tomé mi tiempo para bañarme, cambiarme y recoger tres perlas de esencia y dos de sanación. No es que tuviera miedo, pero había que ser precavido, uno nunca sabe que puede pasar. Y la verdad, estaba seguro de que algo saldría mal.

Caminé hasta el despacho de mi madre, y le avisé de que saldría por algunas horas. No le dije donde, pero ella tampoco preguntó. Se levantó de su asiento, acercándose me rodeó con sus brazos y me dio un beso en mi cabello. Me dijo que vaya con cuidado y que vuelva antes de las diez de la noche. Yo solo le aseguré que vendría a salvo.

Luego bajé hasta el parqueadero y me subí al auto, Brock ya estaba dentro. Viajar hasta el penthause de Richard, tomó alrededor de media hora. Recorrimos por la avenida principal, dejando atrás las calles y edificios. Adentrándonos en terrenos y prados elevados. Mi hogar quedaba en el sur, mientras que el de Richard en la dirección norte.

Fue fácil encontrar el penthause entre tantas colinas y prados. Ya que, el penthause se elevaba en la única colina más alta que las otras. Había dos caminos, separados por un fino camino de girasoles. Tomamos el camino de los invitados.

El camino se elevaba poco a poco, formando una pendiente en caracol. Subimos sin prisa. Miré por la ventana, dejando que el viento bañara en frescura mi rostro, y apreciar el hermoso paisaje que comenzaba pintarse a lo lejos. Los rayos del sol que se reflectaban en los grande edificios hacían ver un espectáculo de brillo anaranjado. Y en lo lejos, se levantaba las murallas de la academia, aún podía ver el sol que sostenían las estatuas arrodilladas.

– Hemos llegado, Joven Valian –. Anunció Brock con desánimo.

– Si, hemos llegado –. Dije, como si respondiera a una pregunta. "Ahora veremos qué sucederá después".

Las rejas que bloqueaban el paso era de al menos unos tres metros, terminaban en puntas en forma de rombo. Las puertas tenían dos enormes soles de dos metros de altura. En la entrada dos hombres que vestían uniformes del dos colores: la camisa que tenía soles bordados en su pechos, además, de sus nombres era de un color verde pardo; los pantalones eran de un negro azabache. Eran simples cadetes.

– Buenas tardes, ¿a que se debe su visita? –. Preguntó el joven con cejas pobladas, 6 mirada severa.

En cuanto al otro cadete, comenzó a rodear el auto y examinarlo.

– El joven hijo de mi Señor Héctor Voltwar, tiene una reunión, con el joven príncipe –. Respondió Brock con tranquilidad.

– El príncipe no nos ha comunicado nada, por lo tanto, pido amablemente que se retiren –. Dijo el otro cadete con voz severa y amenazante. Mientras sostenía con más firmeza un fusil especial.

"Claro, amablemente mis bolas, nos intimida claramente con tremenda arma de guerra".

– Porfavor, seamos civilizados. Tómense un poco de su tiempo en llamar al príncipe, el os confirmará la reunión –. Argumentó Brock con cautela.

– Hemos dicho que se vayan, no hay tal reunión, y si existiera por alguna razón, el príncipe no debe perder el tiempo con basura...

– Dime tú ¿quién eres para decidir eso? –. Habló Richard, que llegaba caminando lentamente hacía las rejas. Vestido casualmente con una camisa roja, y unos jeans negros, con su habitual peinado hacia atrás, los escasos rayos solares le caían como perlas en su cabello, haciendo más brillante de lo que ya era. Sus ojos carmín, miraban con indiferencia, pero sin mostrar menosprecio.

– Jo jo Joven Maestro... le aseguro que estos quieren entrar a su residencia, afirmando que tienen una reunión con usted –. Declaró con rapidez el cadete con el fusil en mano.

– Abran las rejas, y déjenlos pasar –. Ordenó Richard.

Los cadetes bajaron la cabeza, y abrieron las rejas. Brock encendió el auto y entramos.

Luego de llegar al pie de la entrada al penthouse, Brock se despidió con reverencia.

El penthouse de Richard era enorme, patio, una increíble vista, jardines...

La puerta principal era normal, solo con un sol dorado en el medio. "Hoy he visto demasiados soles".

Richard abrió la puerta. Doce sirvientas estaban de pie a lo largo, seis de cada lado. Sus vestidos negros y delantales blancos, obviamente con soles bordados en los delantales. Todas hicieron una reverencia 6 dijeron al unísono: ¡BIENVENIDOS JOVEN MAESTRO, Y JOVEN VALIAN VOLTWAR!

– Entremos, el chef nos preparará algo ligero para comer –. Expuso Richard, con una mirada tranquila.

– ¿Comer? –. Pregunté con confusión, despertando de la conmoción por dicha bienvenida.

– Claro, primero debes explicarme en qué deseas que te ayude. Además, Estella está aquí –. Dijo, sin mirarme.

Antes de que cruce la puerta le di una patada en su retaguardia, lo cual lo mando al suelo.

Mala idea, porque en cuestión de segundos estaba rodeado con cuchillos apuntándome en la cara y varios lugares alrededor de mi cuerpo, lo peor es que no eran los guardias de las puertas, sino las sirvientas. Me llene de pavor, la piel se me erizó, y por instinto me puse a la defensiva. Mala idea de nuevo, porque al primer movimiento instintivo, me pusieron cara al suelo, con dos zapato de taco pequeño: uno en mi cuello; el otro en mi espalda.

– Dejadlo en paz, no lo pisen, no quiso hacerme daño, solo es muy tonto–. Ordenó Richard, mientras que una sirvienta de mediana edad lo ayudaba a levantarse.

Las sirvientas me dejaron, pero no dejaban de lanzarme miradas mordaces. "Que sirvientas más violentas".

– Tienes que tener más cuidado Val, no sabes en que te puedes meter, así que, actúa con más cautela –. Advirtió Richard, con una risita disimulada.

– Gracias, Solaris –. Usé su apellido delante de las sirvientas, no quería quedar otra vez estampado contra el suelo.

Richard hizo señas para que lo siguiera, y eso hice. Cuando pase a lado de la sirvienta de mediana edad, me agarró con fuerza y se me acercó al oído, susurró unas palabras con un tono amenazante y voz cautivadora: – Más vale que no vuelva a tocarlo, ni siquiera un solo pelo, suficiente tiene con la horrenda cicatriz que le dejo en el pecho ¿ha entendido? –.

Asentí con los nervios de punta y seguí con paso apresurado a Richard.

Tch si que son rencorosas, el mismo se lo buscó.

Dejamos atrás a las sirvientas junto con la sala principal, solo la sirvienta de mediana edad nos seguia. Entramos a una habitación espaciosa, con una mesa de vidrio en el medio, estanterías con vinos añejos, y una simpática chica sentada en el extremo de la mesa, su cabello era café claro, además, de largo, tenía sus manos juntas, y una leve sonrisa en sus labios, sus ojos avellana miraban a Richard, de eso estaba seguro. Su rostro era brilloso y suave, al menso esa es la impresión que me dio. Vestía una blusa lila con mangas onduladas, y unos jenas azules al cuerpo, con una botas negras con diseños femeninos.

Cuando posó su mirada en mí, se crispo. Sus facciones antes refinadas se pusieron grotescas, haciendo una mueca indigna de una damisela.

– ¿Qué hace él aquí? –. Preguntó ella a Richard, con un tono bastante molesto.

– Solo me olvide decirte que el vendría, sin embargo, no será molestia. Quédate tranquila –. Le respondió con un tono amable.

– Buenas tardes señorita Estella, es un gusto verla gozar de salud –. Le dije con una sonrisa sincera.

Pero muy en el fondo quería decirle una y mil palabrotas.

Ella solo chasqueó la lengua y se giró con indiferencia.

– Bueno, ahora sí, dime cómo te puedo ayudar –. Dijo Richard, mientras se sentaba en el lado derecho de la mesa.

"Rayos es directo". El corazón comenzó a latirme con ímpetu, mientras que las manos me sudaban. Tomé aire, y me senté al frente de él.

– Es sencillo, necesito que infundas tu voluntad en mi núcleo –. Le aventé con sinceridad mi petición. No quería dar vueltas, a veces es mejor decir las cosas como son.

Richard alzó las cejas, parecía sorprendido, pero tan rápido como las alzó las bajo, volviendo a su estado calmado y refinado.

– ¿Para qué? Bien sabes que si se infunde una cantidad anormal de esencia en un núcleo con su capacidad al máximo, este revienta. Y en tu caso, sería un desastre en cuestión de segundos –. Argumentó él mientras me lanzaba una mirada dudosa.

– Este... tengo una excelente razón para aquello, este... quiero probar una pequeña teoría que vengo pensando desde hace tiempo –. Le respondí con honestidad, pero omitiendo la parte de la manipulación.

– Claro, solo vienes a molestar... Mejor vete y déjanos solos –. Refunfuñó Estella con su dedo apuntándome.

– Esa teoría tuya ¿cómo piensas aplicarla? –. Preguntó Richard con curiosidad en sus ojos.

– Es sencillo en realidad. Quiero comprobar si puedo crear una capa fuera de mi núcleo –. Le declaré.

Esta vez no sólo Richard se sobresaltó, Estella dejó de juguetear con su cabello y puso una expresión llena de incredulidad.

Luego se miraron, y volvieron su mirada hacía mí.

– Oigan, se que suena un poco loco...

– Loco es poco –. Interrumpió Estella.

– Bueno en realidad en mi cabeza tiene más sentido –.

– ¿Cómo llegaste a esa idea? –. Pregunto Richard con una mirada fría.

Miré alrededor para verificar si había alguien más, y sí, está la sirvienta de mediana edad, y un chef que entraba por la puerta de la cocina. "Que bien... salvado por la comida".

En realidad no quería esquivar la pregunta, así que respondí evadiendo la intención de la pregunta: – Los núcleos se forman a partir de la voluntad, así que pensé que seria una buena idea, formar una capa como si fuera una extensión de mi núcleo –.

– Un núcleo no sólo se forma por la voluntad, es necesario el arte de la vida que solidifica el núcleo en nuestro cuerpo y alma. No sólo es por voluntad propia –. Replicó Estella con un tono distante.

– Mira, tu no debes opinar, soy yo el que necesita ayuda, soy yo el que tiene una necesidad, y esta necesidad me dio una idea, que la verdad es difícil de explicar, así que, para variar... muérdete la lengua –. El tono que usé fue elevado, por lo que ella se levantó de sopetón y me dio una tremenda bofetada.

No se la devolví solo por respeto hacia una mujer, pero ganas no me faltaban. En cuanto a Richard, él solo se froto la cara, y soltó una pequeña risita. Se levantó e hizo señas a los demás para que se retiraran.

En el comedor solo quedamos Richard, Estella y yo.

– Primero comamos, luego veremos –. Dijo él, aún sonriendo por la situación absurda.

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K.V.N
mira como dejaron traumado al muchacho.
K.V.N
se les salió el chamuco
K.V.N
nombre de todo le pasa 🤣
K.V.N
más vale prevenir que lamentar
K.V.N
pobre cosita fea
K.V.N
de momento veo que tiene una historia lineal con un trabajo en creación de personas aceptable pero tienen personalidad por lo que veo hay muchas cosas a mejorar pero tiene potencial
K.V.N
de momento veo que tiene una historia lineal con un trabajo en creación de personas aceptable pero tienen personalidad por lo que veo hay muchas cosas a mejorar pero tiene potencial
K.V.N
XD
K.V.N
tranquilo bro 😂
Eso es cierto, cada quien debe ahce4se cargo de sus acciones.
Eso recién empieza, esta obra os volará sus cabezas
Alan Ruiz
esto es por medio de la historia porque suena que el protagonista ya ha vivido todo
K.V.N: opino lo mismo en algunas partes suena como si ya lo vivio
total 1 replies
Deqku
La idea es fascinante
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