Espíritus Olvidados

—Edwin dime ¿Qué es lo último que recuerdas claramente?—Desconocí mi propia voz, era la de alguien muy nervioso, tanto que era diferente a la que siempre salía de mi.—Necesito que me des toda la información que puedas.

Al escuchar su nombre y mi pregunta se quedó quieto al fin. Se detuvo en el centro del círculo que dibujó mi hermana. Era increíble como algo no producía reflejo ni efecto alguno, no era una sombra pero tampoco luz, no era algo físico pero tampoco algo inexistente. Tenía un cuerpo raro, como la gelatina sin sabor. Podía verse a través de él como una de esas ilusiones de magia cuando se miran desde el escenario. La diferencia era que yo lo tenía enfrente y era el centro de su atención.

Se quedó quieto, pensando en que responder pero no me decía nada, solo pude ver qué sus ojos que aún eran semejantes a los de un humano estaban perdidos.

—Edwin…—Insistí pero está vez lo miré directamente aunque él a mí no.—¿Qué es lo último que recuerdas?

Con toda la presión no me quedó más que insistir y dió resultado, él habló.

—Estaba esa enorme luz que me succionaba, había un ser escalofriante al final del camino.—Su tono de voz era más claro.—Me aferraba para no caer pero no podía agarrarme de nada, volar era mi única opción pero yo no sabía hacerlo. Ese ser era gigantesco, ocupaba un gran espacio hasta donde podía ver, yo no quería caer… ¡No quiero verlo!, ¡Quiero que se aleje!—Comenzó a gritar desesperado al recordar eso. Era como si le tuviera miedo, más que eso como si le tuviera terror auténtico. 

Comenzó a moverse pero está vez solo se tiró como un niño desesperado pidiendo piedad a punto de recibir una paliza que le darían sus padres.

La energía seguía siendo pesada, por alguna razón que ni mi hermana conocía, el espíritu estaba siendo jalado al interior del portal. Era como ver una gran aspiradora haciendo su trabajo.

—¿Qué está pasando?—Le pregunté a mi hermana mientras luchaba por verla contra ese viento que salía del portal.

—No lo sé.—Me dijo ella luchando de la misma forma contra la presión.—Hay algo del otro lado que se lo quiere llevar.

—Y ¿Eso estaba contemplado?—Un inexperto como yo no sabía que podía pasar o que era bueno y que no así que todo lo tenía que preguntar. 

—No, nunca me imaginé que esto pasaría, es muy grave.

Por primera vez escuché a mi hermana nerviosa durante la sesión, algo se salió de control y su voz seguía siendo gruesa lo que me causó más temor. Si ella estaba nerviosa para mí era como el mayor susto de mi vida y vaya que lo fue. 

Cuando el espíritu de mi amigo luchaba por quedarse con nosotros contra el viento que cada vez era más fuerte. De alguna manera logró ganarle a la aspiradora y cuando se sentía victorioso, una enorme mano salió del portal. Y cuando digo una enorme mano es porque lo era. Sus dimensiones ocupaban toda la estructura del piso al suelo y me pareció que ni aún así había entrado toda. Era de color café muy oscura, con muchos picos por toda ella. Sus púas eran de diferentes tamaños y sentí que una de ellas casi me tocaba.

Pero fue solo una sensación aunque me causó demasiados escalofríos. Era de la misma estructura que el espíritu de mi amigo, de una que no es tangible y por eso a pesar de su tamaño no pudo tocar ni destruir nada. 

Aún cuando la mano se había ido de regreso por el portal yo tardé en recuperarme de haberla visto. Me quedé inmóvil sin poder reaccionar, sin parpadear y estoy seguro que no respiré tampoco. 

La mano solo entró y salió por unos segundos pero con eso bastó para hacerme un trauma de por vida.

Cuando regresó al portal la energía pesada desapareció también, el lugar comenzó a verse más normal, no había luces extras, olores raros y lo mejor de todo es que mi hermana había recuperado su semblante y su voz.

—Todo terminó hermanito, no podemos hacer más.—Me dijo mientras se estiraba y recuperaba su aliento.—Nunca me había cansado tanto, eso que entró consumió mucha energía.

—¿Qué era esa cosa?—Le pregunté tratando de asimilar la realidad.

—Era la mano de un demonio.—Lo dijo tan fácil como si no entendiera la gravedad de lo significaba escucharlo para alguien como yo.—Lo que no sé es por qué se metió y se llevó a tu amigo. 

En esos momentos recordé que el espíritu de mi amigo tampoco estaba y entendí que la mano se lo había llevado no sé a dónde ni por qué, el verdadero misterio estaba por empezar.