ENCANTO SOMBRÍO

Pasé tres días sin ver a Kael directamente.

Por supuesto que no lo descuide, le dejaba la comida ya preparaba para que lo comiera sin contratiempos.

Creo que él sabía que no quería verlo.

Después de lo que aconteció durante el picnic, y ese casi “beso” que nos dimos, nos ponía de alguna manera… incómodos; tuve que dibujar una línea imaginaría entre él yo.

Pero esa distancia no podía durar para siempre.

En un abrir y cerrar de ojos, pasó una semanas más y Kael aún mantenía un perfil monótono.

Debo decir que me sentía más o menos relajada con el pasar de los días.

Ya me había acostumbrado a su cara inexpresiva, a su tono de voz malhumorado y lo cortante que era conmigo.

Trabajé duro para encontrar una solución a la inmovilidad de sus piernas, pero entre más investiga sobre su caso, no había un método específico para solucionarlo.

Cuando tenía la oportunidad le administraba hierbas medicinales en té.

Yo misma las preparaba para averiguar si hacía algún efecto en él.

Sin embargo Kael algunas veces se negaba a beberlo por su amargo sabor; eso sin duda dificultaba la evolución de mi investigación.

No fui insistente con él para llevarlo a un hospital, ya que el tema solo lo ponía molesto y, para mala suerte dijo que él no tenía familia ni amistades en la ciudad.

Era bastante extraño… pero me límite a cuestionarlo ante su actitud fría.

No me importa su vida social.

Lo que único que quería es que caminará y se fuera lo más pronto posible.

***

Cómo ya estaba previsto; los nuevos reclutas llegaron al Cuartel General del Inframundo para ser asignados a un escuadrón.

A primera hora del día, fui convocada para presentarme y recibir por primera vez a un aprendiz.

‹Un novato estará a mi cargo; no sé si sentirme molesta o feliz.›

Me presenté ante el General, notando que la habitación no había ningún aprendiz.

—¿Dónde está el nuevo? —pregunté intrigada.

—No hay prisa Irina. Quiero recalcar primero; está vez hubo cambios significados en la planificación de los nuevos reclutas. La prueba a superar fue complicada para “algunos de ellos.” —mencionó el general entre comillas.

—No estoy entendido. —le dije sinceramente.

—Como dije, hubo cambios. Los reclutas que lograron pasar la prueba, se le otorgó la oportunidad de elegir al escuadrón o al vigilante con alto rango, con quién quisieran aprender más.

‹Vaya… yo no tuve el privilegio de elegir. Que suerte de los novatos.›

—Eso quiere decir que ninguno me eligió. Yo en sí no pertenezco a ningún escuadrón y el Líder que está a cargo de mí… aún sigue sin aparecer.

El Líder que se supone que debía liderar sobre mí, había desaparecido sin dejar explicaciones.

La verdad es que no me importaba lo absoluto; mi deseo era forjar mi propio escuadrón cuánto antes.

—Si, tienes razón en lo que dices. Tu ahora solo eres una vigilante promedio que se rige por mi cargo.

Suspiré aliviada.

Sin ningún aprendiz a mi lado, yo seguiría cuidando del humano sin inconvenientes.

Canté victoria en silencio.

Sin embargo, mi alegría fue opacada por las palabras del General.

—Espero que no hayas olvidado lo que te dije la última vez.

Él se puso de pie y se dirigió a la puerta.

—Anteriormente comenté que te hacía falta alguien para que lograrás tu ambición.

‹Carajos.›

El general giró de la manija.

La puerta se abría mientras yo estaba a la expectativa.

Al siguiente segundo, mis ojos captaron al demonio que se encontraba en el umbral.

—Él es Stolaz; el único que pasó la prueba a último momento y el único que te ha elegido a ti.

Tragué saliva en seco.

‹¿Acaso me están jugando una broma?›

—¿E-En serio él me eligió? ¿No se habrá equivocado de nombre? —inquirí incrédula.

La voz me temblaba al hablar.

Es que no podía créeme lo que estaba escuchando y viendo.

Fijé mis ojos sobre él y lo observé de pies a cabeza.

“Un demonio aparentemente menor que yo, de una altura prominente, corpulento, con una tez morena y unos ojos afilados que me escudriñaron perfectamente.”

Algo más que destacaba en él, era una marca en su cuello, no de grandes proporciones pero significativo a la vista.

‹Genial. Debe ser de un clan superior al mío›, pensé seriamente.

“¿Por qué alguien como él me elegiría a mí?”

Ni siquiera era alguien reconocido entre los demás.

Solo era conocida por las acusaciones que se hacían en mi contra.

—No hay ningún error. —respondió el general.

—Stolaz pertenece al Clan Wolfgang.

Mis ojos se abrieron como platos al escuchar el nombre de su Clan.

Ellos era llamados: Beastfolk.

Por ser demonios que se convertían en bestias de todo tipo.

Ese clan Wolfgang era rara veces mencionado en la sociedad del Inframundo.

No obstante, eran muy famosos por su peculiar caza entre nosotros los demonios.

Eran muy pocos lo que pertenecían en ese clan y muy pocas veces eran conocidos en persona.

No se tenía mucho información de ellos ya que vivían lejos de la sociedad demoníaca.

Incluso habían demonios que “temían” encontrarse con los Beastfolk.

Se escuchaban rumores que ellos eran muy despiadados con los Ángeles.

Los ángeles que tenían la mala suerte de toparse con un Beastfolk, eran atacados hasta muerte y posteriormente, desmembrados.

Se decía que todo el Clan Wolfgang consumía carne de los angeles para fortalecerse.

Sin embargo, solo eran rumores.

El general comentó que Stolaz era un Beastfolk en crecimiento, aprendiendo de los demás demonios de diferentes clanes.

Me acerqué un poco más a Stolaz, para inspeccionarlo mejor.

No por ser de un Clan temido, yo me sentiría inferior.

Sus orbes azul cielo eran muy llamativos.

Una mirada profunda e inquisitiva que te ponía los pelos de punta.

‹¿Por qué un Beastfolk me elegiría? Es de un clan famoso y conservador. Alguien de mi nivel no es digno de su enseñanza.›

“Debería rechazarlo”, me dije en silencio.

Pero tenía una hermosa oportunidad frente a mí.

‹Él tiene el olfato para encontrar a un ángel.›

Suspiré profundamente.

A pesar de ser más alto yo, él era mi aprendiz.

No me inmuté ante su presencia subliminal.

—Stolaz… pues bienvenido. Espero no defraudarte como tu maestra. —mas sincera no podía ser.

Él dio un gran paso al frente y se dirigió a mí con una sutil sonrisa.

—Será un honor aprender de usted.

Su voz melosa y suave me tomó por sorpresa.

—Estoy ansioso de trabajar a su lado.

Era simplemente extraño.

—B-Bien, pero no me hables de “usted” porque me haces sentir vieja ja ja ja.

—Disculpe, ¿Entonces como debería dirigirme?

‹Hm. Veamos…›

—Con que me llames “Maestra Irina” es más que suficiente para mí.

Stolaz asintió con la cabeza.

—Es bueno ver qué se llevarán perfectamente bien. Stolaz se incorporará a tu cuidado y aprendizaje; un año es el tiempo que él estará contigo.

—Comprendo. —respondí.

El general me dio las últimas indicaciones para mi futuro ascenso.

Luego de eso, Stolaz se marchó junto conmigo a la Tierra para empezar a trabajar.