¿Alguna vez han pensado en los horrores que se esconden en la noche, esa noche oscura y silenciosa que puede infundir terror en cualquier ser vivo? Nadie había imaginado que existían ojos capaces de ver lo que los demás no podían, ojos pertenecientes a personas que eran consideradas completamente dementes. Sin embargo, lo que ignoraban es que esos "dementes" estaban más cuerdos que cualquiera.
Los demonios eran reales. Todas esas voces, sombras, risas y toques en su cuerpo eran auténticos, provenientes del inframundo, un lugar oscuro y siniestro donde las almas pagaban por sus pecados. Esos demonios estaban sueltos, acechando a la humanidad. Sin embargo, existía un grupo de seres vivos—no todos podrían ser catalogados como humanos—que dedicaban su vida a cazar a estos demonios y proteger las almas de los inocentes.
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CAPITULO ONCE
— Es Asher Nightshade. Nació de una unión prohibida entre un poderoso demonio llamado Abaddon y una humana llamada Lila, quien fue maldecida por haberse involucrado con Abaddon. La maldición convirtió la vida de Lila en un infierno, marcando también el destino de su hijo. — Ivelle dirigió su mirada al chico mientras prestaba atención a las palabras de Raquel —. Él es el peor de todos. Como tiene una parte demoníaca, su maldad no tiene límite, pero también tiene una parte humana, lo que le hace tener una lucha interna. Es como si tuviera un ángel negro y uno blanco sobre sus hombros.
La descripción de Raquel dejó a Ivelle aún más inquieta. Los chicos eran mucho más que simples estudiantes de intercambio; sus historias de origen los hacían extremadamente intrigantes y peligrosos. Ivelle se sintió incómoda por la presencia de Asher, especialmente después de lo que había ocurrido la noche del ataque en el bosque. La mirada persistente de Asher sobre ella no hacía más que aumentar su inquietud.
Mientras ellas mantenían su conversación, ajeno a su charla, se encontraba Hiro Hichimazam. Hiro era conocido en la academia como el alumno estrella, un individuo cuyo ego era tan grande como su talento. A pesar de su habilidad innegable en varios campos, su actitud arrogante y su creencia de ser superior a los demás a menudo lo alejaban de la simpatía de sus compañeros.
Él entrecerró los ojos mientras miraba al grupo, en especial a Raquel, la chica que le gustaba desde hace meses, pero que no le prestaba atención. A pesar de eso, Hiro no se rendía, convencido de que era imposible que una chica lo rechazara, aunque la vampiresa ya lo había hecho miles de veces.
No era la primera vez que se escondía tras una columna para escuchar las conversaciones ajenas, siempre en busca de algo que alimentara su ego ya inflado. Sin embargo, esta vez parecía haber encontrado un verdadero entretenimiento en la charla entre las tres chicas. El cabello de Hiro, perfectamente peinado hacia atrás en su estilo característico, apenas se movía mientras permanecía atento a cada palabra que salía de la boca de ellas. Sus ojos, con un brillo de autosuficiencia, recorrían a las jóvenes con un aire de superioridad evidente en su mirada.
El grupo no se dio cuenta de la presencia de Hiro. Continuaron con su conversación sobre los chicos de intercambio y la extraña situación en la que se encontraban. Hablar de Asher, Freya, Lucian y Seraphina los hacía sentirse inseguros, especialmente con la mirada constante de Asher sobre Ivelle.
— ¿Crees que estén aquí por lo que pasó esa noche? — preguntó Ivelle, mirando de reojo a Asher.
Raquel frunció el ceño y se mordió el labio inferior, reflexionando antes de responder.
— No lo sé, Ivelle. Pero es extraño que estén aquí justo ahora. Deberíamos tener cuidado.
Zaois los observaba con preocupación, pensando en las posibles implicaciones de la presencia de esos chicos y qué consecuencias podría tener para todos en la Academia.
Mientras tanto, Hiro continuaba observando desde su escondite, sin perder detalle de la conversación de las chicos. Él se sentía intrigado por la tensión que parecía haber entre ellos y los chicos de intercambio. Era un asunto que podría ser útil para él, para aumentar su estatus en la academia y alimentar aún más su ego ya inflado.
Hiro se acercó con una sonrisa socarrona.
— ¿Qué interesante conversación están teniendo aquí, amigos míos? —dijo, con un tono que denotaba su confianza en sí mismo. Se sentó al lado de Raquel y le dedicó una media sonrisa que ella no noto por estar aplicando brillo labial en sus labios. —¿Planificando cómo impresionarme, quizás? — sostuvo el saco de su traje, con la mirada en alto.
Raquel rodó los ojos con exasperación, mientras guardaba sus cosas en su pequeño bolso. Para ella, Hiro era una persona muy egocéntrica, y aunque ella lo fuera, no soportaba a alguien así.
—Bueno, parece que tenemos compañía —murmuró Raquel en voz baja, sin quitar la vista de su bolso mientras reorganizaba su contenido con más fuerza de la necesaria —. Hiro, estamos en una conversación donde nadie te llamo — dijo, recalcando la palabra “nadie”. — Sería tan lindo que te largaras por el mismo camino por el cual llegaste.
—¿Quién te dijo que tienes una voz en esto? Yo soy el invitado de honor, ¿recordás? — respondió, y le lanzó una mirada de lado a Leni. — ¿Y además, a quién crees que le importa si me llamaron o no?
— Eres tan irritante.
— Pero no creo ser mas irritante que tu.
— Eres una basura para la sociedad.
— Pues esta basura, como tu dices, está locamente enamorado de ti — Raquel al escuchar eso, se quedó sin palabras. Miro a Hiro por unos segundos. No era la primera vez que le decía eso, pero aquella vez, que lo dijera a ese volumen tan alto, la hizo sentir bastante apenada.
Naira e Ivelle intercambiaron miradas, ambas sorprendidas por el giro inesperado de los eventos.
— Oh, que lindos son — dijo Naira —. ¿Son la típica pareja que se ama pero siempre vive peleando? Es muy lindo eso.
— No, Naira — dijo Raquel —. Calla. Nunca vuelvas a decir eso. Yo jamás estaría enamorada de este completo parásito con piernas. Prefiero besar a un dragón, peor aún, prefiero besar al conserje antes de enamorarme de esta cosa.
Hiro se puso colorado y abrió su boca para responder, pero se quedó callado al escuchar la cantidad de insultos de Raquel. Tras la respuesta escandalizada de Raquel, Hiro empezó a andar hacia atrás mientras movía su cabeza de lado a lado.
—¿Crees que esto es una broma?
— No me interesa si es una broma o no. Yo no quiero nada contigo. Entiéndelo de una vez.
— Haré hasta lo imposible para que seas mi mujer — sentenció antes de irse.
Raquel suspiró profundamente y se recostó en el suelo, visiblemente molesta por la interacción con Hiro. Las demás chicas miraron a Raquel con preocupación, pero decidieron no mencionar nada más sobre el tema por el momento.
— Bueno, parece que Hiro no se rendirá hasta que tenga a su querida vampira — dijo Percy con un tono de resignación.
Raquel suspiró y asintió con la cabeza, evidentemente molesta por la situación con Hiro.
— Es insoportable. No entiende que no estoy interesada en él de ninguna manera — dijo Raquel, frustrada.
Ivelle colocó una mano en el hombro de Raquel para consolarla.
— No te preocupes, Raquel. Todos sabemos que Hiro vive en su propia realidad — dijo Ivelle con una sonrisa. — Seguro pronto se dará cuenta de que no tiene oportunidad contigo.
Zaios, tratando de cambiar el tema y aligerar el ambiente, dijo:
— ¿Y qué les parece si vamos al salón prohibido? — dijo con una sonrisa cómplice.
Los ojos de Naira se iluminaron con emoción mientras miraba a Zaois.
— ¡Oh, sí! Eso suena emocionante.
Ivelle frunció el ceño ligeramente, mostrando una expresión de preocupación.
— No estoy seguro de que sea una buena idea. El salón prohibido está, bueno, prohibido por una razón. Podríamos meternos en problemas si nos atrapan.
Raquel asintió, preocupada por la idea.
— Tienes razón, Ivelle. No deberíamos arriesgarnos a meternos en problemas justo al inicio del año. Aunque suena emocionante, no sé si es lo más prudente.
Percy levantó una ceja, mirando a Zaois con curiosidad.
— ¿Y cómo planeas entrar? Supongo que no podemos simplemente caminar hacia allá, ¿verdad?
Zaois sonrió misteriosamente y se encogió de hombros.
— No te preocupes, Percy. Tengo mis métodos. Conozco un par de trucos que podrían ayudarnos a evitar ser atrapados.
Raquel e Ivelle suspiraron, resignadas.
Todos se levantaron y siguieron a Zaois hasta un salón en el quinto piso. Había pocos estudiantes, pero todos se encontraban dormidos. Zaois tocó su reloj y lo presiono, haciendo que ellos cinco fueron absorbidos y tirados en un extenso pasillo, iluminación por candelabros. Zaois llevó a sus amigos por un pasillo, con paredes adornadas con pinturas antiguas y tapices que ondeaban suavemente con una brisa misteriosa. El pasillo parecía interminable, y cada paso que daban resonaba en el suelo de piedra pulida. El ambiente estaba cargado de una energía antigua y misteriosa que envolvía a los estudiantes mientras avanzaban. Después de caminar durante unos minutos, llegaron a una gran puerta de madera tallada con símbolos y runas grabadas en ella. Zaois se acercó y colocó la mano en la puerta, murmurando palabras en un idioma antiguo que resonaron en el pasillo. La puerta se abrió lentamente, revelando una sala amplia y oscura que parecía estar suspendida en el tiempo. En el centro de la sala había un círculo mágico dibujado en el suelo, brillando con una luz tenue y rodeado por velas que se encendían por sí mismas. En las paredes, estanterías llenas de libros antiguos y pergaminos se alzaban hasta el techo, cada uno con símbolos y escrituras desconocidas.
—Bienvenidos al Salón Prohibido —susurró Zaois con una mezcla de emoción y cautela en su voz.
Naira miraba asombrada a su alrededor, maravillada por la atmósfera mística y el ambiente de secreto que envolvía el lugar. Raquel, con su curiosidad habitual, se acercó a una estantería y comenzó a examinar los títulos de los libros, mientras Percy y Ivelle se quedaron en el centro del círculo mágico, observando con asombro los patrones brillantes que se formaban en el suelo.
—Esto es increíble —murmuró Naira, pasando la mano por encima del círculo mágico.
—Sí, es un lugar muy especial. Aquí se guardan muchos secretos antiguos y conocimientos prohibidos. Solo unos pocos sabemos de su existencia y tenemos acceso a él.
—¿Y cómo llegaste a conocer este lugar? —preguntó Ivelle, mirando a Zaois con curiosidad.
Zaois miró al suelo por un momento antes de responder.
—Es una larga historia, pero digamos que mi familia ha estado vinculada con la magia durante generaciones. Fue cerrado para los aprendices porque se hicieron muchas cosas malas aquí con los libros que se encuentran en esas estanterías.
—¿Y qué tipo de conocimientos hay aquí? —preguntó Percy, examinando uno de los pergaminos con símbolos dorados.
—Hechizos antiguos, rituales de invocación, teorías sobre magia elemental y mucho más. Pero debemos ser cuidadosos. Algunos de estos conocimientos podrían tener consecuencias no deseadas si se manejan sin el debido respeto y conocimiento.
Raquel sacó un libro antiguo de la estantería y sopló el polvo que cubría la tapa.
—¿Puedo hojear este? —preguntó, mirando a Zaois con ojos brillantes de curiosidad.
Zaois asintió con una sonrisa.
—Por supuesto. Solo asegúrate de manejarlo con cuidado.
Mientras Raquel comenzaba a hojear el libro con entusiasmo, Naira se acercó al círculo mágico y tocó una de las velas, haciendo que la llama se intensificara brevemente.
—Esto es tan emocionante. Nunca pensé que podría ver algo así en persona —dijo Naira con una sonrisa.
Ivelle se acercó a una estantería adornada con libros antiguos y misteriosos. Uno de los libros llamó su atención: tenía una portada hecha de huesos, cubierta de polvo y aparentemente muy vieja. Con curiosidad, lo tomó entre sus manos con cuidado, sintiendo la textura áspera de la portada. Al abrirlo, sin embargo, se encontró con que las páginas estaban completamente en blanco, sin una sola marca o inscripción.
—¿Qué clase de libro es este? —murmuró Ivelle para sí misma, pasando las páginas con cuidado para asegurarse de que no hubiera nada escrito. Todavía mantenía el libro entre sus manos, examinando la portada y sintiendo la curiosidad crecer en su interior.
—Zaois, ¿tienes idea de por qué este libro está en blanco? —preguntó, levantando la vista para buscar la mirada de su amigo.
Zaois se acercó con curiosidad, examinando el libro con atención. Observó las páginas en blanco y frunció el ceño.
—Eso es extraño. Este libro no debería estar vacío. Permíteme verlo —dijo, extendiendo la mano para tomar el libro de las manos de Ivelle.
Ivelle se lo entregó con cuidado, observando a Zaois mientras examinaba el libro con atención. Zaois pasó las páginas una por una, buscando algún tipo de inscripción oculta o marca que pudiera explicar por qué parecía estar vacío.
—No veo nada —dijo finalmente, frunciendo el ceño con confusión. Miró a Ivelle. —Este libro debería contener información valiosa. Es extraño que esté así.
—¿Podría ser algún tipo de protección mágica que impide que veamos lo que hay escrito? —preguntó Ivelle, mirando el libro con sospecha.
Zaois asintió pensativo.
—Es posible. Este salón está lleno de magia antigua y protecciones. Quizás este libro está protegido de alguna manera para mantener su contenido oculto.
Naira se acercó, curiosa por lo que sucedía.
—¿Un libro con páginas en blanco? Eso suena a algo sacado de una película de fantasía —dijo, riendo suavemente.
Raquel, que todavía estaba absorta en su propio libro, se acercó para ver qué sucedía.
—¿Qué pasa con ese libro? —preguntó, mirando con curiosidad.
—Parece que está vacío, Raquel. No hay nada escrito en él —respondió Ivelle, mostrándole las páginas.
Raquel frunció el ceño.
—Eso es extraño. En este salón, todos los libros deberían tener algo de información. ¿Podría ser un libro de magia especial?
— Es mejor dejar el libro en su lugar — sugirió Ivelle, pero cuando estaba por poner el libro en su lugar, varios pasos comenzaron a sonar. Los chicos se miraron —. Creo que debemos escondernos. — los pasos se hicieron más fuertes. Ivelle intentó usar el chasquido de dedos, pero no funcionó, lo intentó varias veces más, pero no resultó. Ella miró un closet, un sillón viejo con sábana ahí. — Ustedes tres detrás del sofá y cúbranse con la sabana. Raquel, metámonos al clóset.
Sin perder tiempo, todos se escondieron. Ivelle observaba con cautela a través de un pequeño agujero en el closet mientras Freya y Asher entraban al salón. Asher camino directamente hacia la estantería donde Ivelle había encontrado el libro de huesos. Con manos seguras, Asher tomó el libro y lo abrió con un gesto decidido. Un humo rojo comenzó a emanar de sus manos, envolviendo las páginas del libro. Los ojos de Asher brillaban intensamente mientras el humo rojo se arremolinaba alrededor del libro. Ivelle, desde su escondite, podía sentir una extraña energía proveniente del libro mientras letras y dibujos comenzaban a materializarse en las páginas antes en blanco.
—Busca la página rápidamente y vámonos de aquí —apresuró Freya.
Asher ojeó el libro con determinación hasta que encontró la página 5467. Sin titubear, arrancó esa página y luego dejó el libro de regreso en su lugar en la estantería. Freya y Asher se marcharon del salón con la misma rapidez con la que habían llegado, dejando a los amigos de Ivelle respirando aliviados en sus escondites.
Una vez que estuvieron seguros de que Freya y Asher se habían ido, los amigos de Ivelle salieron de sus escondites con cautela.
—¿Qué fue todo eso? —preguntó Naira, con los ojos abiertos de par en par.
—No tengo idea, pero parece que ese libro tenía algo muy valioso en esa página —respondió Zaois, mirando hacia la estantería donde el libro había sido dejado.
Ivelle salió de detrás del closet y se acercó al libro. Lo tomó con cuidado y abrió las páginas para ver qué era lo que Asher había estado buscando con tanto interés. Ella volvió al inicio del libro donde decía la lista de capítulos y páginas. En la página 5467, había un hechizo.
—Es un hechizo... pero no entiendo qué hace —murmuró Ivelle, pasando los dedos sobre el papel con cuidado para no dañarlo.
—No podemos quedarnos aquí mucho tiempo. Creo que deberíamos irnos —sugirió Raquel, mirando al grupo con una expresión preocupada. — Estaba segura que mi prima planeaba algo… mejor sigamos ya de aquí.
— ¿Dejaremos todo así? ¿Sin investigar nada?
— Somos aprendices, no investigadores, Ivelle — Dijo Naira —. Esos chicos son malos. Es mejor no meternos con ellos. Podríamos salir perdiendo.
— ¿Porque parece que no quieres que sepamos lo que ellos planean?
— Son solo ideas, es solo que no quiero que algo malo suceda.