El Rey Y La Duquesa

-Aquí tiene, señor –deja el plato en mi escritorio.

-Gracias, Chris –murmuro, se aleja a los segundos. Guardo los papeles mientras voy mirando uno por uno, algunos son viejos y siempre me dispongo a tirarlos. Debo empezar a organizar.

Levanto la mirada, cuando la puerta se vuelve a abrir –Pablo se asoma.

-Señor, quería avisarle que ya deje a la señorita en lo de sus padres.

-De acuerdo. –Miro de vuelta hacia los papeles. Aún queda en mi mente la intriga de porque quiere esa cena. Desde que llegó aquí no mencionó a sus padres, menos que quería volver con ellos. Desde la primera vez que los vi sabia que su relación era indiferente. Tal vez quieran hacer las pases, aunque no me esperaría eso de Bayolett. Vuelvo a levantar mi mirada al ver que sigue en la puerta, con la mirada en el suelo.

-iPablo! –me mira –¿sucede algo?. Suspira

Me mira unos segundos más y luego se adentra a la oficina.

-Señor, cuando la niña hablaba con su padre, ella no lucia muy feliz –frunzo el ceño y cuando entró al auto –suspira –Se que si yo no hubiera estado ahí ella hubiera llorado –frunzo más el ceño y me levanto del escritorio –Pero solo sonrió.

-¿Qué estas insinuando, Pablo? –me acerco a él y baja la mirada, cuando me termino de acercar.

-Creo que la señorita no quiere estar ahí –habla, inseguro. Aprieto mi mandíbula.

-¿Y me dices todo esto cuando ya esta ahí? –me giro y tomo mi saco.

-Lo siento señor, no estaba seguro –paso por su lado

-Vamos. –Ya era demasiado sospechoso, si incluso Pablo lo notó, es suficiente. Se que su padre es alguien ambicioso, pero no se me ocurre para que la quiere. Ya esta este matrimonio que salvo su negocio, ¿qué más quiere?. O tal vez solo fue una pelea. Y tanto Pablo como yo, lo estamos imaginando. Lo comprobare en cuanto la vea.

Coloco mis manos en mis bolsillos, mientras espero. La puerta principal se abre, una mujer de servicio levanta sus cejas al verme.

-Señor Wild -sonríe

La miro, esperando que me deje pasar. Pero solo se limita a sonreírme.

-¿Me dejara pasar? –Parpadea.

-Oh, por supuesto –se hace a un lado, subo las pocas escaleras y me adentro, sintiendo su mirada de costado –giro mi cabeza hacia la izquierda, al escuchar voces. Camino hacia ahí, manteniendo mi postura. Capto mi mirada primero en Alek, el padre de Bayolett. Luego en su esposa, y luego en otro hombre en la punta. Los tres me miran cuando cruzó el umbral. Alek empieza a toser, mientras que su esposa automáticamente me sonríe.

-Buenas noches –asiento hacia ellos

-Señor Wild –la mamá de Bayolett, que ya olvide su nombre, se levanta y camina hacia a mi –que agradable sorpresa. Por favor, siéntese –me señala una silla

-En realidad, vine por Bayolett –miro hacia Alek –Olvide que mañana tenemos unos asuntos que tratar, no quiero que llegue tarde. Miro hacia el pasillo que da hacia a las escaleras y camino hacia ahí, con solo la intención de encontrarla e irnos.

-¿Esta en su habitación?, ¿en el baño?

-Señor Wild..–ignoro la voz de Alek y sigo caminando. Subo las escaleras, me giro hacia el pasillo más largo. Miro unos segundos hacia atrás, el pasillo mas pequeño no parece el principal. Me vuelvo a girar, al mismo tiempo que veo a un hombre, mantengo mi mirada neutra. Asiente sonriendo hacia a mi, me limito a mirarlo. Pasa por mi lado, sigo caminando hasta ver una puerta abierta. Me asomo por esta, deduzco enseguida que es la de Bayolett al ver un poster de ballet.

Dirijo mi mirada hacia la luz prendida del baño, que escapa desde abajo. Me acerco a la puerta y golpeo varias veces.

No responde, suspiro y vuelvo a golpear.

-¿Bayolett? –no contesta –soy yo, ábreme.

-En un rato salgo –habla luego de unos segundos, me quedó parado, su voz se quebró a lo ultimo.

¿Esta llorando?

-abreme ahora –tomo el pomo y lo giro, miro la puerta al ver que esta abierta. La abro, pero la cierra bruscamente desde adentro, frunzo el ceño.

-Dije que en un rato salgo –gruñe.

-Por qué no quieres que entre?, ábreme –empujo la puerta mientras giro el pomo. Sigue reteniendo con su cuerpo. No durara mucho, y lo sabe.

-No seas ridícula, Bayolett –suspiro y empujo fuertemente con mi hombro. La puerta cede, mientras escucho como retrocede. Termino por abrirla y me quedo parado, suavizo mi gesto al ver su rostro. Mientras que ella me mira enojada.

-Eres un idiota, ¿acaso no puedes esperar?

-¿Por qué lloras?

-No estoy llorando, ¿qué carajos dices? –limpia tontamente sus lagrimas y se gira el hacia el espejo. Niego con la cabeza, será terca. Me acerco mientras observo el ajustado vestido que lleva, observo su postura inclinada y los recuerdos de la oficina llegan. Parpadeo y vuelvo a concentrarme en su rostro.

-Bayolett –me acerco, arregla sus ojos –dime porqué llorabas –se mantiene mirándose al espejo –.¿Es por tu padre? –Gira su cabeza hacia a mi, sin contestar. Parece tener una discusión en su cabeza, mientras me sigue mirando con ojos vacíos. Aquí hay mucho más de lo que demuestra.

-Si –responde, parpadea y se incorpora Una pelea en la mesa, eso es todo. Suspiro, mientras mira hacia otro lado. Entrecierra los ojos.

-¿Viniste a buscarme? –soba su nariz y me mirá

-Si. Pablo comentó que no lucias con ganas de venir aquí.

-Y viniste por mi? –sonrie y suelta una risa con desgana –Mis héroes. Comienza a caminar, pasando por mi lado. Sostengo su brazo, mientras giro mi cabeza hacia ella, inclinándose. Borra su sonrisa y mantiene su mirada al frente.

-No me gustan las mentiras, Bayolett. Me llego a enterar que lo hiciste, y estaré muy enojado –levanta su cabeza hacia a mi, veo duda en sus ojos. Quiero decirle que puedes confiar en mi, pero nunca dije algo parecido, que tal vez parezca mentira o simplemente no sabría la manera de decirlo.

-No tengo razón para mentir. Ahora, ¿podemos irnos? –suspira

Bajo mi mirada a sus labios cuando termina, siempre tentándome, y a la vez colocándome tan inseguro de hacerlo. Es la primera vez que me sucede, y me esta volviendo loco –Parpadea y se aleja, volviendo a pasar por mi lado.

- Ya, vámonos. Me quedo parado, mientras escucho sus pasos alejarse, muevo mi mandíbula.

Giro mi cabeza, mantiene su mirada en la ventana, mientras parpadea lentamente.

-Bayolett –me mira –¿porqué discutieron? –mi voz sale suave.

Me mira, otra vez dudosa. Yo solo quiero que quite esa cara, tal vez si habla del tema y se descarga. No lo sé, nunca tuve específicamente una charla sentimental.

-Tengo sueño –se acerca, suspiro al notar que evita el tema.

Levanto mis manos al ver que recuesta sus piernas en las mías, mientras apoya su cabeza en mi pecho –parpadeo levemente. No me esperaba eso. Bajo mi cabeza, parece no buscar reconforte con palabras, pero si físicos. Tampoco soy bueno en eso. Suspiro y la rodeo. Pero tal vez ella pueda enseñarme. Acaricio su brazo descubierto, levanta sus ojos hacia a mi, aún con su mirada perdida. Bajo mas mi cabeza, esto se siente bien. Esta pegada a mi y no es nada sexual, solo, cómodo. Y nuevo para mi.

-¿Hay algo que pueda hacer, para que dejes de estar así –susurro, aún acariciando su brazo. Me mira unos segundos sin contestar, hasta que una sonrisa se desliza por sus labios.

-Hay algo –murmura

-Bayolett, esto no es lo que tenía en mente –murmuro, mientras miro hacia todos lados.

-Cállate y ayúdame a subir –fijo mi mirada en ella

-No me digas que me calle la señalo, me mira rodando los ojos

-¿Me ayudaras o no? –suspiro. Tomo su cintura y la ayudo a elevarse, miro su sonrisa mientras coloca sus piernas

de costado, subiéndose al caballo. Retrocedo, mientras coloco mis manos en mis bolsillos. Segundos después el carrusel arranca, sonríe más y se sostiene del caño. Sonrío

levemente y niego con la cabeza. Nunca imagine que me pediría algo así, no tiene imagen de gustarle estas cosas.

Observó cada vuelta que da, me mira aún sonriendo, hasta que sigue girando. Ya casi no hay nadie aquí, la mayoría adolescentes hormonales. Aunque ahora mismo, parecemos ellos. Luego de unos minutos se detiene, se baja y se acerca a mí.

-Quiero un algodón de azúcar jala mi mano

-Ten –la miró, me hace inclinarme y coloca algo en mi cabeza

Frunzo el ceño. -¿Qué es eso? –hago lo posible de quitármelo, pero detiene mis manos.

-Es tu corona de Rey. No te la quites –suspiro y bajo mis manos. Ella lo que tiene es un cono de papas fritas, le dará un problema en el estómago de todo lo que está mezclando. Aún no sé donde mete tanta comida.

-Te falta la tuya seguimos caminando, me mira juntando sus cejas

-No la necesito –mira hacia adelante y hago lo mismo.

-Sabes que ya todos empiezan a llamarte así, ¿verdad? -suspira. Me refiero al apodo de Reina. Algunos le dan mucha atención a eso, pero debido al mío le colocan ese a ella. Y sé con claridad que eso no le gusta.

-Me llamaron para una entrevista –hablo luego de unos segundos, me mira –. Quieren entrevistarnos –levanta levemente las cejas y sigue comiendo.

Asistí a varias entrevistas, por supuesto ahora aumentarán por la llegada de ella. Pero no está en las opciones.

-Vaya, nunca asistí a una entrevista.

-Y no lo harás. Porque no iremos –frunce el ceño.

-¿Por qué no? –será divertido.

-Harán preguntas privadas, cuando nos conocimos, como te pedí matrimonio. No ensayaremos un libreto para responder preguntas en la tele.

-Creí que eso era lo que querías –se detiene y se coloca de frente –Una entrevista haría todo esto más auténtico, ¿por qué no? –ladea la cabeza, suspiro. Nunca me gustó hablar de mi vida, primero que nada. Y segundo, que quiera que todos se enteren de que ella está casada conmigo no significa que acepte la primera oportunidad que se me venga para eso. Además de todo eso, yo solo la quiero a ella.

-Porque no. –Suspira pesadamente y aparta la mirada, detallo su rostro en su distracción.

Lamo mis labios.

-Ven –sonríe y vuelve a jalarme suspiro y levanto la mirada al ver que se dirige a una cabina de fotos, me detengo.

-No. Tú entra –me mira, mientras me alejo –No entró ahí.

No soy experto en fotos, tampoco muy admirador.

-No seas marica –frunzo el ceño y vuelve a jalarme. Me obliga a entrar y agachándome lo hago, me siento en el pequeño asiento mis piernas abarcan todo el estrecho lugar, complicándole que pase para el otro lado. La miro mientras mira mis piernas, se encoje de hombros y se sienta en ellas.

Suspiro y mis manos se van hacia las suyas. Mi cabeza queda a la altura de sus pechos, no sería ninguna dificultad hacer lo que estoy imaginando. No disimulo mi mirada, desde sus pechos hasta sus clavículas, y desde su cuello hasta sus labios –huele tan delicioso. Definitivamente, de cerca se ve mucho más perfecta. Me imagino como sería besar cada zona, mientras suelta jadeos gustosos. Baja la cabeza y me mira.

-Son cinco fotos –se inclina y aprieta un botón, se abraza a mi cuello no sé cuantas veces ya estuve cerca de sus labios, creo que varias, porque cada vez es más difícil aguantarme.

Miro hacia adelante cuando un pequeño sonido suena, la primera foto sale. Una pantalla refleja nuestros rostros. Esta vez siento sus labios en mi mejilla, mientras que el sonido vuelve a sonar. Se separa.

-Apuesto que..–giro mi cabeza hacia ella y me interrumpo a mi mismo, al ver lo cerca que esta su rostro. También se paraliza por la cercanía y mantiene sus ojos en los míos, los bajo hacia

sus labios. Esta vez nada parece interrumpirnos y siento sus dedos en mi mejilla, mientras roza su nariz Con la mía. Mis ojos se cierran, deleitándose con cada sentido que desprende su cuerpo.Desde su respiración tranquila, su aroma y su tacto.

Sus labios rozan los míos y despierto, muevo los míos y los uno. Solo un choque, una leve presión. Que dura solo unos segundos. Se separa y se mantiene cerca, me mira. Lo hago por unos segundos más hasta que no aguanto, vuelvo a atrapar sus labios. Los abre de la misma manera mientras rodea mi nuca, subo mi mano a su mejilla y

hago que ladee la cabeza. Mi lengua hace presencia al igual que la suya, me deleito con sus movimientos. Y mientras mis manos empiezan a explorar su cuerpo, apretando más en algunas partes. Las imágenes de como se ve a través de ese vestido llegan a mi mente, memorice cada parte cuando se adentró a la ducha. Mierda, es perfecta y ahora mismo, toda

mía.