SEXTO libro de la serie ENTREGANDO MI CORAZON.
Desde que puedo recordar, todos buscan abrazarme, tomarme las manos o simplemente acercarse a mi. No soy alta, por lo que siempre me dicen que parezco una pequeña muñeca. Salvo mi familia, rehúyo de cualquiera... excepto él. Si está cerca mío, me alejo, pero por lo rápido que hace latir mi corazón.
Desde que puedo recordar, solo he sentido dolor, solo he escuchado gritos. Siempre estuve en un entorno frío y miserable, siempre me he mantenido distante... hasta ella. Siempre me he sentido cálido a su alrededor y me aterra que esa calidez se extinga, en manos de mi propia sangre.
La historia de Lily y Sebastian.
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SEBASTIAN 16 AÑOS (CAP. 11)
CONTINUA FLASHBACK SEBAS 14 AÑOS
* Lo siento mucho. Ella no deja que se acerquen a mi. Si me agacho y te ayudo, solo ocasionaré que algo peor te pase. Lo siento mucho, Lily.
Agacho la cabeza.
- Bah. Te preocupas mucho y no le tengo miedo a tu mamá. No estoy fingiendo. Ella solo me produce enojo y en algún momento empezaré a cobrarme de a pocos todo lo que te hace.
Y solo con eso se renuevan mis fuerzas.
* ¿Por qué cobrarías tú lo que me hace a mi?
No puedo frenar una sonrisa sugerente.
- Vamos a casa.
Y me siento un ganador cuando la veo sonrojada de nuevo.
FIN DEL FLASHBACK
Mucho pasó desde que tenía 6 años y solo puedo agradecérselo a Dios. El me dio la familia que buscaba y puso al amor de mi vida en esa familia. En mis sueños más locos me veo como un adulto tomando el apellido que anhelo, de la mano con Lily.
Todo quedará en sueños.
Después de la partida de mamá Adriana a Oriente, la familia ha exprimentado mucho caos. Todos han perdido sus negocios y todavía no se sabe cómo. Solo han habido muchas puertas cerradas. Lo peor de todo es que el abuelo Cosme se cerró como una ostra. La abuela Mara se pasa por la casa de todos sus hijos, porque se separó de él en el momento que mamá Adriana se fue. Yo todavía voy a la casa grande todos los días, pero ahora los Ogayar ya no representan ningún peligro para mi madre. Ahora más que nunca, que el abuelo está ido, con las empresas en manos de otros, ninguno está a salvo de mi madre.
Por eso, ahora he desarrollado una expresión vacía y casi ni hablo. No quiero darle razones para cortar mis lazos con los Ogayar. Pero hoy es la excepción. Hoy, el amor de mi vida se va a la universidad. No la podré ver, salvo cuando regrese por vacaciones. Ir a visitarla es impensable, ya que no tengo ni un dólar en mi poder. La veo desde un rincón apartado, como se va despidiendo uno a uno. Como son varios, tomará bastante tiempo y yo lo aprovecho para beber de su imagen. Ya no podré estar cerca por si alguien quiere sobrepasarse con ella. Ya no podré verla fingir ser la miss universo que es con todos, pero tímida conmigo. En el momento que su mirada choca con la mía, se le forma una pequeña sonrisa y me siento un ganador. Se acerca poco a poco y trato de mostrarme calmado, aunque por dentro quiero gritarle que no se vaya; pero es imperativo que lo haga. Al menos estará a salvo de mis temores. Se detiene a un metro de mi y su sonrojo es más nítido.
- No me extrañes mucho.
Saco un pequeño ramo, formado solo por dos flores: un lirio de los incas, su favorito, y un tulipan rojo.
* Tú me extrañarás más.
Felizmente elegí un rincón lejos de las miradas indiscretas, y hay muchos topos de mi madre por aquí, ya que me da la oportunidad de poder abrazarla. Cabe tan bien en mi brazos, pero la separo rápidamente de mi, porque soy un adolescente con una imaginación tremenda y no quiero que sienta o vea lo que le provoca a mi cuerpo. La miro un momento mas a los ojos y quiero besarla. Aquí, en este pequeño rincón oculto. Bajo la cabeza y toco su frente con la mía. Veo su agitación, su rápida ingesta de aire.
* Cuídate mucho, por favor.
Le doy un beso en la mejilla y la escucho soltar un jadeo.
Me doy media vuelta y salgo lo más rápido que puedo. Llego al cuarto de Garreth casi corriendo, me meto a su baño y lloro.