Mónica es una joven de veintidós años, fuerte y decidida. Tiene una pequeña de cuatro años por la cual lucha día a día.
Leonardo es un exitoso empresario de unos cuarenta y cinco años. Diferentes circunstancias llevan a Mónica y Leonardo a pasar tiempo juntos y comienzan a sentirse atraídos uno por el otro.
Esta es una historia sobre un amor inesperado, segundas oportunidades, y la aceptación de lo que el corazón realmente desea.
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Decepciones y cambios inevitables
Mónica siempre ha sido una joven fuerte y decidida, incluso después de haberse enamorado con tan solo diecisiete años de un hombre que era ocho años mayor que ella, y que cuando ninguno de los dos se lo esperaba recibieron la noticia de que serían padres.
-¿De qué estás hablando, Mónica? - preguntó Ryan con desconcierto, mientras se levantaba de la cama donde acababan de hacer el amor apenas minutos atrás.
-Eso... - balbuceó la muchacha con timidez- Te estoy diciendo qué estoy embarazada.
-¡Eso no puede ser! - exclamó él pasando las manos por su cabello con un dejo de preocupación que para Mónica no pasó desapercibido- ¿Cómo es posible? Siempre nos hemos cuidado.
-No sé cómo pudo pasar- dijo ella consternada porque no esperaba esa reacción de parte de Ryan- Pero es así.
Obviamente, esperaba cierta sorpresa ante la noticia, ya que de verdad habían tenido precaución cada vez que estaban juntos, pues ella aún no cumplía la mayoría de edad y él era el médico nuevo del pueblo. Pero para lo que no estaba preparada era para el grado de indignación y enojo que él comenzaba a mostrar.
-¿Qué ocurre?- preguntó ella- Parece que no te alegra la noticia.
-¿Cómo crees que puedo alegrarme, Mónica?- indagó él- ¡Estás embarazada!- exclamó casi horrorizado- Tienes diecisiete años, eres menor de edad, yo soy mayor que tú, tengo un nombre reconocido cómo médico. Estoy a punto de convertirme en el director de la clínica y si esto se sabe todo se va a ir al carajo para mí.
-Entiendo, amor- dijo la muchacha acariciando su rostro- pero vamos a solucionarlo, no te preocupes.
-Por supuesto que vamos a solucionarlo- le dijo él- Ten- agregó sacando del bolsillo su billetera y entregándole unos billetes.
-¿Qué? ¿Para qué es esto?- preguntó ella confundida.
-Tómalo- exigió él- por la mañana te voy a enviar una dirección, vas a hacerte presente allí y para la tarde ya estará todo resuelto.
-¿Cómo? - indagó ella abriendo los ojos confundida aún más- ¿Para qué, adonde debo ir?
-A la clínica de un conocido que se encarga de estas cosas- le explicó él- Enseguida le voy a hablar y mañana a esta hora todo estará solucionado.
-¿Me estás pidiendo que me deshaga del bebé? - preguntó finalmente comprendiendo la situación.
-Es exactamente eso- respondió él sin un ápice de duda o culpa en su tono de voz.
-Yo no voy a hacer eso- dijo ella levantándose de la cama también, enfrentándolo por primera vez- No pienso deshacerme de mi hijo- agregó, y si estaba sorprendida por la actitud de Ryan, estaba a punto de sorprenderse aún más.
Ryan se acercó más a ella, la tomó bruscamente por el cuello, impidiéndole moverse.
-Escúchame bien, Mónica- le dijo acercando su rostro al de ella lo más que podía- Tú vas a ir adonde te digo y vas a hacer lo que te digo.
La muchacha sentía que su corazón latía desbocado, ya que ese no parecía ser el hombre del que ella se había enamorado.
-Ryan, no puedes pedirme eso- dijo entre balbuceos esforzándose por soltarse de su agarre- Te prometo que no voy a permitir que se me note- agregó- Solo me faltan un par de meses para ser mayor de edad y después podremos estar juntos y. … - la joven interrumpió sus palabras cuando lo vio negar con la cabeza y sonreír de lado luego de soltarla.
-¡Ay, chiquilla! - exclamó él casi sonriendo- ¿No lo entiendes, verdad?
-¿Qué es lo que no entiendo?- preguntó ella.
-Que nosotros nunca vamos a estar juntos de la manera en que imaginas- respondió él.
-¿Qué? Pero... yo te amo y tú me amas- afirmó ella- y en un par de meses...
-En un par de meses nada, Mónica- dijo él- ¡Sabía que debía terminar con esto antes! - exclamó bufando, llevándose las manos al cabello. Mónica ladeó la cabeza intentando entender lo que él decía.
-¿Terminar? ¿Cómo que terminar?- dijo casi en un susurro angustiado.
-Si, Mónica, terminar- afirmó él- Vas a ir mañana donde te digo, vas a hacer lo que mi conocido te indique y después de eso no vamos a volver a vernos ni hablarnos más.
-¿Estás diciendo que?... - preguntó la joven sintiendo cómo se le iba formando un nudo de angustia en la garganta.
-Estoy diciendo que ya no vamos a vernos más- le confirmó Ryan.
-¿Esto es por el bebé?- insistió ella, intentando aclarar sus dudas.
-No, no es solamente por el bebé- dijo él- cuando nos conocimos yo solo pensé en estar contigo para pasar el rato- agregó- porque de hecho yo estoy comprometido.
Las palabras de Ryan fueron peor que un disparo en el medio del pecho para Mónica, las lágrimas comenzaron a brotar raudamente de sus ojos mientras iba comprendiendo la magnitud y la verdad en lo que él decía. Había sido todo un juego para Ryan, su pasatiempo...
-¿Es una broma, verdad? - dijo la muchacha cuando pudo articular tres o cuatro palabras juntas.
-No, no es ninguna broma. Para que te quede más claro- agregó él- en seis meses voy a casarme- y esas fueron las últimas palabras que oyó de la boca de Ryan antes de terminar de vestirse en silencio y salir de aquella habitación de hotel cómo si él diablo le pisara los talones.
La madrugada la recibió con el frío calándole los huesos, el invierno se estaba poniendo demasiado crudo y no iba a mejorar. Sus pasos se hicieron lentos mientras intentaba dejar de llorar, dejar de pensar. Pero todo quedaba solamente en un intento porque por más que quisiera no podía dejar de reflexionar que el hombre que amaba había estado jugando con ella. Y ahora la había desechado sin ningún remordimiento.
Finalmente, Mónica llegó a la casa donde vivía, una casa pequeña, sencilla, pero muy acogedora la cual le había quedado como herencia luego de que su abuela muriera seis meses atrás, el mismo tiempo en que había conocido a Ryan. La anciana estaba sufriendo una enfermedad terminal y Ryan era el médico a cargo de su caso. Al darse cuenta de que la muchacha no tenía más familia que su abuela, Ryan se dijo a sí mismo que no habría problemas en mantenerse entretenido, Mónica era bonita, rubia, de ojos café, con curvas que estaban comenzando a marcarse y al conocer al médico con su aspecto encantador, gentil y de fisonomía más que agradable la chica no pudo evitar sentirse atraída por él, y una vez que su abuela falleció Ryan aprovechó su oportunidad para poder estar con ella.
Al entrar, la muchacha cerró la puerta se dejó caer en el sofá de la sala, llevó las manos a su rostro y comenzó a llorar desconsoladamente lamentándose por lo ingenua que había sido.
Sin darse cuenta se quedó dormida.
El sonido de su móvil la despertó, y ella lo tomó pensando que podía ser Ryan que quizás se había arrepentido de haberle pedido deshacerse del bebé, y de hecho no se equivocaba, era Ryan. Pero el motivo no era el que ella esperaba.
_"Aquí te mando la dirección que te dije, mi conocido te espera ahí a las once de la mañana. No dejes de ir"_ decía el texto que Ryan le había enviado" Y recuerda, que una vez que regreses voy a hacer como que nunca nos conocimos"
Cada palabra leída le cayó a la muchacha como un golpe certero, instintivamente llevó las manos a su vientre y le hizo una promesa a su hijo...
-Nadie va a hacerte daño, nunca. Yo no voy a permitirlo.
Y luego de eso se secó las lágrimas, fue a su habitación, tomó una maleta, buscó en toda la casa hasta encontrar las cosas que más valor tenían, fue a una casa de empeño y las vendió, con el dinero compró un pasaje en tren a la ciudad, marchándose de allí dispuesta a proteger al bebé que llevaba en su vientre a costa de lo que fuera.
Llegó a la ciudad siendo ya de día, bajó en la estación de trenes y se quedó un largo rato de pie junto al andén, cuando salió a la calle comenzó a preguntar donde podía conseguir un lugar para hospedarse, siguió las instrucciones que le dieron y se vio de pie frente a una casa que en el frente tenía un cartel que decía pensión, y sin dudarlo entró dispuesta a comenzar desde cero lejos de todo lo que hasta ese momento conocía. Sabía que no sería fácil, pero por ese bebé que llevaba en su vientre y que ahora era lo único que tenía haría todo lo que fuera necesario.