Él necesitaba con urgencia una solución inmediata a su problema, ella estaba en el lugar y momento justos.
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Una promesa
Sin que la muchacha se diera cuenta las horas comenzaron a correr, el tiempo no se detuvo. Ella siguió dormida hasta que el doctor Martínez entró con paso silencioso. Sus ojos cansados reflejaban la gravedad de la noticia que estaba a punto de entregar. Con un tacto suave, rozó el hombro de Mía, quien aún yacía profundamente dormida.
Mía se removió ligeramente antes de abrir los ojos lentamente, confundida por la presencia del médico en su habitación y el no saber cuanto tiempo había estado allí. Una mezcla de preocupación y somnolencia se reflejaba en su rostro cuando el doctor le pidió que saliera con él para hablar.
- ¿Qué sucede, doctor?- preguntó Mía en un susurro, temiendo lo peor mientras se ponía de pie con cuidado para no perturbar el descanso de su madre, rompiendo el silencio que reinaba en la habitación.
El doctor Martínez asintió con solemnidad, indicándole a Mía que lo siguiera fuera de la habitación. Juntos caminaron en silencio por el pasillo, donde la penumbra de la noche ya avanzada, sumada a la soledad del hospital solamente dejaba vislumbrar el sonido de las lámparas fluorescentes que alumbraban los pasillos del lugar. Fue entonces cuando Mía vio a la doctora García acercarse, sosteniendo unos papeles entre sus manos.
Los pasos de Mía se hicieron más lentos al darse cuenta de lo que significaba la presencia de la doctora García con aquellos documentos en la mano. Un nudo se formó en su garganta mientras su corazón latía con fuerza, presintiendo que la noticia que estaba por recibir no le agradaría.
El doctor Martínez se detuvo frente a Mía, mirándola con empatía antes de tomar suavemente sus manos entre las suyas.
-Mía, hemos recibido los resultados de los exámenes de tu madre- dijo el doctor en un tono tranquilo pero a la vez solemne. Según estos estudios, la enfermedad de tu madre esta avanzando demasiado rapido, así que es imprescindible realizar una operación para detener el avance del cáncer en sus huesos.
El mundo pareció detenerse para Mía en ese momento. Una oleada de angustia la inundó mientras las lágrimas comenzaban a deslizarse por sus mejillas. El miedo y la incertidumbre se reflejaban en sus ojos mientras luchaba por procesar la noticia.
-¿Está... está muy grave?- preguntó Mía con voz entrecortada, apenas capaz de articular las palabras.
El doctor Martínez asintió con tristeza, comprendiendo el dolor que embargaba a Mía en ese momento.
-Lo siento, Mía. Estamos haciendo todo lo posible por tu madre, pero necesitamos tu consentimiento para proceder con la operación - respondió el médico, ofreciendo su apoyo en medio de la tormenta emocional que se desataba en el pasillo del hospital.
Mía asintió con un gesto débil, sentía su corazón pesado por la carga de responsabilidad que recaía sobre sus hombros. Sabía que debía ser fuerte por su madre, pero en ese momento, todo lo que podía hacer era dejarse llevar por las lágrimas y la incertidumbre que se apoderaban de ella.
Cuando al fin pudo estar tranquila, los médicos le aseguraron que la operación tendría riesgos mínimos, los típicos de cualquier otra operación, entonces como más calma, Mía procedió a firmar los papeles de autorización para el procedimiento. De esta manera la operación fue programada para el día siguiente, entonces ya sin tener nada más que hacer Mía se sentó en una banca del pasillo del hospital, sopesando cuáles serían sus próximos pasos a seguir.
Mía luchaba por mantener los ojos abiertos en la fría y silenciosa sala de espera del hospital. El estrés acumulado y la ansiedad la abrumaban, agotando sus energías. Finalmente, vencida por el cansancio, se dejó llevar por el sueño, hundiéndose en una oscuridad reconfortante.
Cuando abrió los ojos nuevamente, el entorno en el que se encontraba era completamente diferente. La habitación era cálida y acogedora, rodeada por muebles elegantes y una suave luz que se filtraba por las cortinas. Se desperezó con confusión, tratando de recordar cómo había llegado allí.
Decidió levantarse y explorar, siguiendo un impulso inexplicable. Al salir de la habitación, se encontró en un largo pasillo que parecía familiar. Con pasos cautelosos, llegó a la sala principal de la mansión de Matt.
Allí, sentado en el sofá, estaba Matt, absorto en la lectura del periódico. Mía sintió un escalofrío recorrer su espalda al verlo, como si su presencia le resultara extrañamente reconfortante.
-Hola, Mía - saludó Matt con una sonrisa amable, dejando el periódico a un lado.
-Hola, señor Norton-respondió ella de manera respetuosa, sintiendo un nudo en la garganta- ¿Cómo llegué aquí?
Matt se levantó del sofá y se acercó a ella con pasos tranquilos.
-Cuando vi que no regresabas, fui al hospital a buscarte -explicó- Te encontré dormida en una de las sillas de la sala de espera. Decidí traerte a casa para que pudieras descansar mejor.
La muchacha asintió lentamente, tratando de procesar la información. Todo parecía tan surrealista.
-Muchas gracias, no debió molestarse 'murmuró, sintiéndose agradecida y confundida a partes iguales.
Él le sonrió con ternura y le ofreció su mano.
-Ven, te prepararé algo para comer. Estoy seguro de que tienes hambre después de todo lo que ha pasado.
Mía aceptó su mano con gratitud, dejando que él la guiara hacia la cocina. A medida que caminaban juntos, una sensación de calma y seguridad la envolvió, disipando sus temores y dudas. Tal vez, en ese momento, la mansión de Matt se convirtió en algo más que un simple refugio; tal vez se convirtió en algo muy parecido a un hogar. A pesar de que el hombre que la guiaba no era realmente su esposo, es más ni siquiera lo conocía, pero... ¿qué iba a hacer? ¿Cómo negarse a que la ayudara, si ella no tenía a más nadie?
Con esos pensamientos y algunas sensaciones que la muchacha decidió reprimir caminó de la mano de Matt hasta llegar a la amplia cocina del lugar.
Flashback
Luego de despedirse de su amigo, Matt continuó trabajando, estaba absorto en los informes que tenía sobre su escritorio cuando decidió llamar al chofer que había enviado para llevar a Mía al hospital. La voz del hombre al otro lado de la línea le trajo noticias que no esperaba. Mía había pasado un largo rato llorando en la sala de espera y ahora, aunque más calmada, luchaba contra el sueño.
-Por favor, asegúrate de que esté bien cuidada- le pidió Matt al chofer antes de colgar.
Sin perder un segundo, salió de su oficina y se dirigió al hospital. Al llegar, buscó la sala de espera donde se suponía que estaba la muchacha. Su corazón dio un vuelco al verla dormida en una de las bancas. Se acercó con paso silencioso, observando cada detalle de su rostro. Al apartar un mechón de cabello de su rostro, descubrió las huellas que las lágrimas habían dejado en sus mejillas. Con suavidad, acarició su piel, dejando que una sonrisa se dibujara en sus labios.
Sin pensarlo dos veces, la levantó en sus brazos y la llevó hacia el automóvil del chofer. No soltó su agarre en ningún momento mientras la colocaba en el asiento trasero. Durante el trayecto de regreso a la mansión, no pudo apartar la mirada de ella. Sus gestos mientras dormía revelaban que estaba teniendo un mal sueño. Matt se perdió en la contemplación de sus rasgos: las largas pestañas que descansaban sobre sus mejillas, los labios rosados que anhelaba tocar.
Cuando llegaron a la mansión, el chófer le ayudó a bajar del automóvil, él volvió a tomar a la joven entre sus brazos y con ayuda de su ama de llaves la acomodó en su propia habitación, luego de que la mujer se retirara, Matt se quedó de pie junto a la cama, se puso en cuclillas para observarla un poco más de cerca.
-¡Hay, bonita!- dijo tras un suspiro- Cuánto es lo que estás pasando...Y encima eres tan autosuficiente que no pides ayuda- Matt hizo una mueca, se encogió de hombros y pasó su dedo pulgar sobre los labios de Mía delineandolos suavemente- Pero, yo voy a cambiar eso- afirmó.
Y luego con un impulso irresistible, se inclinó y rozó sus labios con los de Mía. Al retirarse, capturó el suspiro que escapaba de sus labios y una pequeña sonrisa se formó en los suyos. En ese momento, Matt supo que algo dentro de él había cambiado para siempre.
Fin del flashback...