El Rostro De La Venganza

Miguel

No me gusta como ese hombre mira a Ana, no es una mirada normal, siento como si la desnudara con la mirada, abrace a mi mujer y la lleve al auto, arranque sin mirar atrás.

Estoy en el hospital hoy en especial tengo mucho trabajo no he tenido tiempo de nada, llame a Ana para decirle que no podré ir por ella para almorzar, le pedí disculpas este el primer día desde que estamos juntos que no almuerzo con ella, mi amada Ana lo entendió y dijo que me esperaría para ir por ella, nos despedimos y seguí trabajando al medio día llegó Marlene mi amiga la psicóloga y me pidió almorzar juntos, le dije que no podía pues tenía mucho trabajo, ella se fue resignada, al menos eso pensé yo hasta que volvió con dos servicios de comida, le dije que no era necesario, pero ella insistió, estábamos almorzando entre chistes y risas cuando vi que Ana entro a mi oficina.

— Doctor disculpé, la señora no me dio tiempo de anunciarla. — Dijo mi asistente.

— Dile a esta empleadita quién soy yo y que no necesito anunciarme para entrar a la oficina de mi esposo.— Ana dijo aquello recalcando la palabra esposo y mirando mal a Marlene.

— Sara puedes retirarte, gracias. — Le dije a mi asistente bastante apenado.

— Disculpe doctora, ya puede retirarse y por favor se lleva esa comida, mi esposo no come cualquier cosa, de igual forma muchas gracias por cuidar lo mío en mi ausencia. — Ana se veía bastante hermosa cuando está celosa.

Marlene recogió las cosas y salió de la oficina y saliendo algo molesta.

— Te traje algo saludable para tu almuerzo, pero como vi que ya comiste le echaré esto a los perros. — Ana dijo esas palabras bastante molesta.

— Apenas íbamos empezando a comer, por favor no te molestes ven siéntate y comemos juntos. — Le pedí amablemente.

— No gracias, yo ya me voy y de ahora en adelante no es necesario que me busques en mi oficina, desde hoy usaré mi propio vehículo.

Ana salió de mi oficina sin mirar atrás, es la primera vez que la veo así, no sé qué le pasa, la dejaré sola espero que después de un rato se tranquilice y pueda hablar con ella.

Estaba sumergido en mis pensamientos cuando entro Marlene.

— Ya se fue la doña? — Pregunto ella de manera sarcástica.

— Si, mi esposa ya se fue. — Nunca antes la había visto así de molesta.

— Tú esposa, esa mujer se cree tu dueña. — Me dijo muy seria.

— Y así es, ella es la dueña de mi corazón y de mi vida. — Le dije sin titubeos.

— Ten cuidado Miguel, una vez te lo dije, ella no está bien de su cabeza, te aseguro que te hará sufrir. — Me dijo ella preocupada.

— Es mi elección, sé cómo es ella y de lo que es capaz, no temo a lo que me pueda hacer a mí, le temo a lo que ella se puede hacer a sí misma. — Respondí algo nostálgico.

— Me retiro, te dejo trabajar. — Indico Marlene y salió de mi oficina.

Nadie sabe lo que Ana tuvo que pasar para llegar a ser tan cruel, nadie la conoce como yo, mi Ana estoy seguro de que estaba celosa, ya no veo la hora de ir por ella y hacer que se le quite el enojo, había pasado dos horas desde que Ana se fue molesta, no contesta mis llamadas, así que decidí ir por ella, cancele todas las citas que quedaban y salí en busca de mi mujer.

Llegue a la oficina y su asistente estaba bastante nerviosa, la saludé y le pregunté lo que estaba pasando, porqueella estaba así de nerviosa y está me contestó que Ana estaba muy molesta y que desde que regreso del almuerzo ha estado muy irritada, le dije que se tranquilizara y que yo solucionaría este problema, la pobre chica estaba muy ansiosa, solo asintió y siguió en su trabajo, mientras yo entré a la oficina de mi esposa, está al verme me lanzo una de sus miradas asesinas, yo sabía cómo era Ana así que no le preste atención, me acerque a ella y una vez estaba frente a frente la mire a los ojos tratando de que ella se calmara.

— Qué haces aquí? Me dijo sin emoción en sus ojos, pero ya más calmada.

— No podía permitir que mi amada esposa siguiera molesta conmigo. — Respondí con la mirada fija en sus ojos.

— Lo sé, por tanto, solo hablaré yo y tú me escucharás. — Le dije ya más serio.

— Y quien te dijo que me interesa lo que tengas que decirme? — Pregunto sin vacilar.

— Te amo amor mío y no quiero que estés molesta conmigo, realmente no podía salir del hospital, hay un caso muy delicado que tratar, y cuando llegaste a mi oficina Marlene acababa de llegar insistí en que se fuera, pero ella no escucho, sabes que nosotros somos amigos desde hace mucho tiempo y no quiero que por ella nosotros peleemos. Explique muy lento mi punto.

— Solo te digo que ella está interesada en ti y que le gustas, no la quiero cerca de ti y punto. — Ana parecía una niña malcriada en este momento.

— Pueden estar todas las mujeres del mundo interesadas en mí, pero recuerda que solo tengo ojos para ti mi amor. — Respondí acariciando su rostro.

— Más te vale que así sea, sabes que no perdonó las traiciones y sabes cómo soy cuando odio a alguien. — Me dijo en forma amenazante.

— Lo sé amor, ahora ya no estás molesta conmigo? — Pregunté acercándome a ella.

— Solo un poquito. — Respondió mostrando una hermosa sonrisa, sonrisa que solo yo conozco.

— Si supieras lo hermosa que te ves cuando sonríes. — Dije dándole un beso en la boca.

Ella correspondió a mi beso y luego de ese momento volvió a hacer la misma de siempre conmigo, nos quedamos hablando un rato más y por primera vez en su vida pidió disculpas a otra persona que no fuera yo, le pidió disculpas a su asistente, la chica sonrió algo incrédula, pidió permiso y se retiró de la oficina.