Louis Warren é um solteiro convicto, não está em seus planos casar e muito menos ter filhos, com o que ele vê diariamente em sua profissão de delegado de polícia, ele acredita que o mundo está muito perigoso para criar crianças
Mas a sua vó não pensa assim, tudo o que ela quer é que o neto lhe dê bisnetos e que ele assuma o comando da empresa da família.
Diana Taylor é uma jovem doce e carismática, mora com o pai e o irmão, ela é faxineira em uma escola de crianças ricas, no mesmo dia em que é demitida conhece o delegado, que é obrigado pela sobrinha a lhe oferecer uma carona, mas os dois acabam indo parar no hospital por conta de um acidente da avó de Warren.
A senhora muito esperta se encanta com a doce Diana e decide bolar um plano para realizar o seu desejo em ter bisnetos, o problema é que o seu plano é um segredo, e eles só vão descobrir quando uma gravidez inesperada surgir.
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Capítulo 11
Diana
Una semana después
Una semana en la que he estado trabajando para la mujer más insistente y terca que conozco, pero es un amor de persona, es increíble la forma en que ayuda a tanta gente a través de servicios sociales. No es una de esas personas ricas que vemos en la televisión que ayuda al prójimo solo cuando tiene una cámara enfocada en ella.
- Todavía no entiendo por qué tantos exámenes - digo tratando de entender lo que está sucediendo, ahora estamos en un centro comercial de gente adinerada, de esos en los que probablemente solo entraría a trabajar y posiblemente con lo que me quedaría de mi sueldo no podría comprar ni una trufa en este lugar.
- Es por tu salud, hija, no te preocupes - dice ella sonriendo dulcemente mientras toma su té con un pastel de café.
- Soy virgen - digo bajito, para que nadie a nuestro lado nos escuche, especialmente John, quien siempre nos sigue, pero por suerte está lejos, aún no me acostumbro a esta "sombra" - y no entendí por qué tuve que hacer ese examen, escuché que es completamente innecesario en mi caso.
- Solo quiero cuidar de tu salud, hija, después me agradecerás - dice sonriendo, hoy está más alegre de lo normal. Siempre es una mujer alegre y soñadora, pero hoy se ha levantado radiante, me ha acompañado en todos los exámenes que he hecho.
- También me pareció extraño que después del examen me pidiera esperar unos instantes antes de levantarme - continúo y ella sigue sonriendo de oreja a oreja, confío plenamente en esta señora, en una semana hemos hablado de todo, me trata como a una nieta, no como a una empleada, pero no solo me trata así a mí, todos los empleados de la casa son bien tratados y la quieren tanto como yo.
Para mi suerte y mi equilibrio, su nieto, Louis, o mejor dicho Warren, no ha venido en mi horario de trabajo, pero siempre va tan pronto salgo de la casa, según Janet, siempre se queda hasta la hora en que Abby se va a dormir.
Llegué a pensar que me odia, pero ¿cómo odiar a una persona si ni siquiera la conoces? ¿Y yo quería que me conociera mejor? Me pregunto y la respuesta que mi cuerpo da siempre es sí.
Esta semana que ha transcurrido siento un frío extraño en el estómago siempre que pienso en él, o algo pulsando entre mis piernas siempre que sueño con él, despierto completamente mojada y eso ha estado sucediendo todas las noches.
Pienso en lo que Abby diría si supiera que tengo sueños indecentes con su nieto, pero sé que él no es para mí, a pesar de que son personas sencillas, creo que a una persona de mi clase social no se la ve bien en relaciones.
Mira aquí, pensando en relaciones con un chico que evita verme todo lo que puede. Creía que había dejado de ser esa chica ingenua que creía en romances como los de los libros, pero la verdad es que creo que nunca dejaré de serlo.
- Abby querida - escucho una voz alta y nasalizada y me giro en su dirección y, wow, seguro que debe ser una modelo de Victoria's Secrets, se acerca caminando animadamente con una señora a su lado.
- Samira y Morgana - la señora dulce y sonriente ahora frunce el ceño y se ve sarcástica y mortal de una manera que nunca antes había visto - cuánto tiempo.
- Oh querida - la señora que ahora sé que se llama Morgana dice pareciendo lamentarlo y Abby no parece importarle - nuestra vida ha dado un giro de trescientos sesenta grados.
- Mamá - gruñe la más joven y me mira confusa pero con evidente desprecio mientras observa mi vestido largo y floreado, el único que tenía que era nuevo - ¿y tú eres...?
- Diana - digo forzando una sonrisa, no me siento bien en su presencia, es como si fueran una energía negativa o algo así.
- Estamos apuradas, tenemos una consulta a la que ir - dice Abby y casi se me escapa que ya no tenemos más consultas a las que ir, pero entendí la indirecta - John.
- Oh Abby querida, queríamos hablar contigo sobre - insiste la menor y John se acerca y le tiende la mano para impedir que continúe, inmediatamente dan un paso atrás y miran a su alrededor para ver si alguien se ha percatado de la bochornosa escena que acaba de tener lugar.
- John, cuida tus modales - regaña Abby y sonríe falsamente - de verdad que tenemos que irnos.
- Hasta luego", digo, siguiendo a mi jefe, que camina deprisa pero con elegancia.
No sé si es para disimular que estamos en una tienda de ropa elegante, se pone a mirar la ropa y le dice a la dependienta que venga a verme, yo pongo los ojos en blanco y le digo que no, pero como ya he dicho, es cabezota y cuando quiere algo no se rinde fácilmente, está cansada de ganarme, pero a veces me defiendo, muy pocas veces gano pero nunca me rindo.
- Cariño, no hay por qué preocuparse", dice sentada en un elegante sillón mientras bebe un vaso de ...
- ¿Es agua? - pregunto, y ella y la vendedora sonríen a mi cara, que probablemente esté de lo más confusa - Abby
- no te me pongas ahora en plan Louis Warren -dice cogiendo una aceituna y llevándosela a los labios de forma despreocupada, la mención a su nieto me hace morderme el labio y casi suspiro- no te preocupes, no te voy a obligar a ponerte algo que no te guste, pero pruébate todo lo que quieras, incluso los vaqueros que tanto te gustan, no quiero cambiarte cariño, quiero hacerte un regalo, elijamos.
Sonríe y sorbe el líquido de su taza, pero cuando empieza a cotillear con la vendedora sobre las chicas Lewis, diciendo que han vuelto a la ciudad y que probablemente estén comprando para alguien, se distrae y derramo el líquido de su taza sobre una plantita que creo que es de plástico, tiene que serlo o habré matado a la pobre.
Una vez hecho esto, sonrío y voy a elegir mis vaqueros, pues sé que ella no se irá hasta que yo los haya elegido, y cuanto antes lo haga, antes saldremos de aquí. Pero confieso que estoy muy atento a lo que dicen de las indeseadas chicas Lewis.