DESPUÉS DE MUCHOS TRAGOS ALEXA Y DAVID TERMINAN CASADOS EN LAS VEGAS ,¿QUE PODRÍA SALIR MAL?
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CAPÍTULO 10
El día transcurrió con una calma inusitada. Anneliese dormía la siesta, después de pasar todo el día jugando en el jardín, pintando, después que la bañe, se quedó profunda y yo me encontraba sentada en el sofá, revisando algunos documentos que tenía pendientes.
Estaba concentrada preparando un papeleo que me hacia falta para poder tomarme unos días de vacaciones días que aprovecharía para quedarme aqui en la casa y concentrarme en el caso de Anneliese, quiero conseguir cualquier prueba que nos sirva para que le nieguen la custodia a Amaya y pode alejarme antes de que las cosas se pongan más serias.
Justo en ese momento me entra una llamada de Lau, mi hermana:
—Hola, corazón —Se supone que ella debería estar en clase—¿No tienes clases hoy?
— Hola, hermana, Se suponía ,pero la profesora no llegó así que tenemos la hora libre—¿Como va tu vida de madre y esposa? —Ignoro la burla en su voz.
— Aparentemente bien, aun no me acostumbro a vivir con más personas, pero todo va bien, Algún día deberías venir a visitarme, quiero que conozcas a Anneliese, es una princesa.
— Quisiera ir pronto, sabes como odio vivir cerca de Mónica y Rafael —La entiendo mejor que nadie, apenas empezé a recibir un buen sueldo, me compre un apartamento para mi aqui en Londres y el que tenía en Liverpool se lo deje a Lau, ya que queda cerca de la Universidad.
No quería que viviera en la misma casa con nuestros padres, nunca fueron una buena influencia,así que prefería mantener a Lau lejos de sus vidas, me encargo de sus gastos como su comida y la Universidad, pero ella trabaja los fines de semana en un local de comidas rápidas y lo que gana lo utiliza para darse pequeños gustos.
— Pero también se viene temporada de exámenes y tengo que estudiar mucho, para algún día ser una gran abogada como tu.
—Incluso serás mejor que yo — Confío plenamente en ella — Pero te llamó después ,que estoy un poco ocupada trabajando en un caso .
—Bueno hermana ,te quiero y te extraño mucho—Lau es todo lo bueno que tengo en la vida — Un beso a mi sobrina.
Pero antes de que pueda decirle algo cuelga.
La casa era tranquila, pero había una tensión leve que no podía evitar. La convivencia con David no era fácil, pero, de alguna manera, había algo en el aire que no era del todo incómodo.
David y yo, después de todo, éramos esposos… Habían pasado ya 3 meses desde que nos casamos en las Vegas y 2 meses de Vivir juntos, bajo un mismo techo, todo eso había cambiado nuestra dinámica. Ya no era solo un matrimonio de conveniencia. Las pequeñas interacciones que antes parecían forzadas, ahora parecían tener un peso diferente, cuando me levantaba, el siempre tenía mi desayuno listo,cuando estábamos en la Oficina y yo no alcanzaba a ir a comer , me mandaba un almuerzo, yo suelo llegar más temprano a la casa, así que yo me encargo de la cena , hay días en los que prefiero trabajar en la casa y encargarme de Anneliese y el no tiene problemas con eso, pero también pasa tiempo de calidad con su hija.
Justo cuando pensaba en todo eso, escuché la puerta principal abrirse. Era David, normalmente solia llegar más tarde, pero hoy llegó temprano
—¿Te molestaría si me encargo de la cena hoy ? —preguntó David desde el umbral de la sala, como si ya supiera que estaba ocupada.
Me giré para verlo, y lo primero que noté fue que no llevaba la corbata que habia llevado hoy al trabajo . Su rostro parecía algo más relajado.
—No, para nada —respondí, con una leve sonrisa.
Él dejó sus cosas sobre la mesa y se acercó a la cocina, como si no quisiera perturbar demasiado el ambiente.
Pude ver cómo se movía con naturalidad entre los utensilios, buscando algo en particular. Aunque no decía mucho, algo en sus gestos estaba cambiando. Ya no era el mismo hombre que me había mirado con indiferencia en los primeros días de nuestro matrimonio.
Me quedé observandolo un par de minutos mientras David preparaba la cena en silencio. No era raro que él cocinara, pero siempre lo había hecho con esa actitud de tengo que hacerlo, no como si realmente lo disfrutara. Sin embargo, hoy parecía diferente.
—¿Qué estás haciendo? —pregunté, sentándome en las sillas de la isla,sin intentar ocultar la curiosidad en mi tono.
David levantó la vista por un momento, sus ojos brillando con algo que no pude identificar del todo.
—Pensé que te gustaría una lasagna ¿Te apetece? —su voz sonó más cálida de lo que imaginaba.
La pregunta era sencilla, pero me sorprendió de alguna manera. En los meses que habíamos vivido juntos, rara vez había mostrado tanto interés en hacer algo por mí sin ningún motivo evidente. Claro, lo hacía por cortesía, pero hoy… parecía genuino.
—Sí, me encantaría,es mi comida favorita,Hace tiempo que no la como —respondí, sin saber muy bien qué esperar.
Mientras David cocinaba, se acercó al refrigerador tomando la jarra de jugó y sirviendo un vaso que dejó frente a mi.
—Creo que… no te había dicho que gracias por quedarte todos estos días con Anneliese —dijo David, dejando un vaso para el también.
Lo miré fijamente, esperando a que continuara.
—Es que, en serio… ya sabes, no tengo muchas opciones ahora mismo. Pero sé que no es fácil estar aquí, viviendo bajo este… —hizo una pausa, mirándome por encima del borde del vaso —, ¿cómo decirlo? ¿Nuestro matrimonio no deseado?
La risa me salió sin querer. Haciendo que David se relajara un poco a mi alrededor
—Sí, creo que es justo decirlo así —respondí, tomando otro sorbo del jugó —No es fácil, pero también no es el fin del mundo. Me gusta estar aquí, y pasar tiempo con Anne , es una niña muy dulce.
David me observó por un momento más largo, sin dejar de ver cómo me comportaba. A veces, ese tipo de miradas me descolocaban. ¿Era simplemente curiosidad? ¿O tal vez algo más? No lo supe, pero no pude evitar sentirme un poco más incómoda.
El silencio que siguió fue cómodo. Era curioso cómo habíamos llegado a este punto, cómo los días pasaban y, aunque la relación entre nosotros seguía siendo tensa, había algo innegable en los pequeños gestos que David comenzaba a hacer. Algo que, aunque no lo comprendiera completamente, me mantenía atenta a su presencia.
En ese momento, mi teléfono sonó y me distraje. Era un mensaje de trabajo, uno que me hizo recordarme de que, aunque estaba aquí, con él y Anneliese, no podía desconectarme de todo lo demás.
David lo notó enseguida.
—¿Todo bien? —preguntó, un toque de preocupación en su voz que no pude ignorar.
—Sí, solo un par de correos que tengo que responder —dije, mientras comenzaba a leer rápidamente el mensaje.
Me sentí culpable por no haberle prestado más atención, por haberme sumido tan rápido en la rutina. De alguna manera, algo dentro de mí me decía que, si no comenzaba a abrirme un poco más, el tiempo seguiría pasando y nada cambiaría.
—Está bien, si necesitas algo, ya sabes donde estoy —dijo David, concentrándose en la estufa Pero se detuvo un momento, como si pensara en algo. —Gracias, de verdad. Por quedarte y por querer a mi hija.
Su voz sonó sincera, casi demasiado sincera. Me hizo detenerme. Pensé en las veces que, aunque no lo decía explícitamente, me había mostrado agradecimiento por cosas pequeñas que había hecho por él. Ese pequeño gesto, ese «gracias», aunque parecía rutinario, me dejó pensando.
A veces los gestos más pequeños son los que más significan, y, por alguna razón, sentí que este comenzaba a marcar la diferencia.